“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

NOTICIA


  • “Adieu Sauvage”: el Festival de Cine Europeo estrena elogiado diario de viaje entre una población indígena de Colombia

    El cineasta Sergio Guataquira Sarmiento va en busca de sus raíces en este documental que cuestiona las formas en que el cine suele acercarse a las comunidades originarias.

    El documental “Adieu Sauvage” comienza con una toma impresionante de las nubes desde un avión y la confesión de su director, Sergio Guataquira Sarmiento, de que cuando era niño se burlaban de su apellido indígena. “Me daba vergüenza tenerlo”, reconoce con su voz en off intimista. La narración continúa a medida que vemos los paisajes asombrosos de Colombia donde el director irá en busca de sus orígenes.

    Estrenado en el importante festival Cinéma du Réel, el filme aportado por la Representación Valonia Bruselas, parte de la Embajada del Reino de Bélgica, forma parte de la extensa programación que este año trae el Festival de Cine Europeo.

    El Festival de Cine Europeo se realizará del 5 al 16 de junio con entrada liberada, ofreciendo una experiencia cinematográfica única para todos los amantes del cine en Chile. Este año –con una expansión que va desde Arica a Coyhaique–, el evento ha establecido una alianza con la Red de Salas de Cine de Chile, quienes exhibirán la programación a través de sus sedes a lo largo de todo el país. El evento es una actividad coordinada por la Delegación de la Unión Europea en Chile, en conjunto con los centros culturales europeos y países europeos participantes. Auspicia Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

    En la forma de un diario de viaje íntimo, Sergio Guataquira Sarmiento filma un encuentro con las poblaciones indígenas de Colombia. Nacido en Bogotá en 1987, dejó Colombia a los 19 años para estudiar en Europa, actualmente residiendo en Bruselas, Bélgica, desde donde se embarcó para su aventura fílmica, la cual contó con el apoyo de las instituciones belgas de ayuda a la creación audiovisual.

    Desde el principio, eligió el blanco y negro para romper inmediatamente la dinámica de su atracción por la pureza original de la fauna, la flora y «lo bien salvaje», como sugiere el título. De niño, su nombre Guataquira siempre fue testigo de los orígenes indígenas de los que podía sentirse orgulloso, a pesar del racismo que padeció de infante en Colombia.

    Así, el director sale al encuentro de la comunidad de Cauca para hablar de sus sentimientos, de sus amores, de su soledad. Al hacerlo, vuelve a su propia indianidad. Con humor y ternura, ellos intentan enseñarle lo que es ser un nativo. Esta búsqueda iniciática es una radiografía emocional de todo un pueblo.

    “La génesis se remonta a muchos años. De hecho, viene de un artículo descubierto en la prensa colombiana, en el diario “El Espectador”. El artículo trataba sobre las olas de suicidios que afectaron a las comunidades autóctonas amazónicas. Fue esta situación la que estuvo en la base de mis deseos de realizar una película. Esta historia dramática también hizo eco en mi porque soy descendiente de comunidades amerindias que fueron diezmadas. El suicidio me interpelaba tanto más porque es una práctica que no pertenecía a la cultura local. Es claramente considerada como una enfermedad occidental que actualmente les afecta”, cuenta el director, quien también cuestiona la forma en que el cine retrata a las comunidades autóctonas. “Cuando comenzamos a pensar en la mejor manera de acercarnos a nuestro tema, rápidamente reflexionamos sobre lo que nosotros representábamos y lo que hacíamos allí para no dejar esta impresión de ir a hacer compras, de tomar lo que querías y luego irte. Es un proceso de colonización cultural o incluso de colonización académica, venga de un realizador, un sociólogo o un antropólogo. Una dinámica en que uno viene, una vez más, a explotar a estas personas. Al final, el punto de partida, que era la epidemia de suicidios, se fue transformando a medida que realizábamos nuestra inmersión. Intentamos, con el personaje principal, partir sobre un pie de igualdad y que nuestra aproximación se adaptase a lo que experimentamos más que calcar la realidad sobre nuestros deseos. Muy pronto, Laureano Gallego López, el personaje principal, señaló la cuestión de la indianidad. Me dijo que sentía claramente mi deseo de pertenecer a este grupo. A través del encuentro, también quise darle la oportunidad de dirigir la película, el tema y dejarle iniciar la discusión y la forma de relación que tendríamos. Finalmente, en contacto con ellos, mi aprendizaje de la indianidad tomó el lugar del tema del suicidio. Fue una verdadera elección”.

    Guataquira Sarmiento destaca también su propia metodología a la hora de acercarse con respeto al mundo retratado. “La pregunta, en tanto que director documentalista en ese momento, era saber en qué momento sacar la cámara; en qué momento la película empieza. Mi director de fotografía y mi ingeniero de sonido confiaron completamente en mí en este sentido. Pienso, por ejemplo, en la escena donde la gente se lava en el río. Es uno de los primeros planos que filmamos. Mi director de fotografía mostró cierta reticencia a filmar ese momento porque acabábamos de llegar y no quería capturar de inmediato ese momento de intimidad. Todo está calibrado y cada persona ocupa un lugar determinado. Eso está profundamente anclado en ellos. Por ejemplo, la muerte no es un problema, el duelo no ocupa un lugar importante. Lo que es importante cuando alguien ha muerto, no es tanto la tristeza y el vacío que deja, sino más bien la cuestión de quién reemplazará a esa persona en la comunidad para realizar el trabajo que hacía. Si yo quería ganar la confianza para realizar una película con ellos, era necesario que pudiera aportar lo que nunca han recibido de un occidental. Nos encargábamos de la madera, cortábamos árboles en el bosque, trabajábamos en las casas de los habitantes y así comenzamos a establecer una relación”.

    Sobre la decisión de filmar en blanco y negro, el cineasta señala: “Hay una razón artística, pero también una razón que está relacionada con el tema de la película. Hace varios años, cuando estaba en la Escuela de Bellas Artes de Poitiers, vi una entrevista a Robby Müller, el director de fotografía de la película “Down By Law” de Jim Jarmusch. Él hablaba sobre la cuestión del color en el cine. En aquel entonces, decía que el color es un elemento de lectura de una película. Cuando se presenta una película, el sonido, el color, los encuadres, las lentes, el montaje, la actuación de los actores… Cada elemento es una capa de información. Se debe partir del principio de que el cine no es la vida real, sino un elemento construido, diseñado y pensado de antemano. Por qué elegir el color si no aporta ninguna información necesaria. Otra razón importante es que el color en la Amazonia ha sido frecuentemente utilizado para exotizar. Quisimos eliminar este elemento de la selva para ofrecer una lectura más neutral que me lleva al tercer punto. Es como una cebolla. Es quitando capas que llegamos al corazón. Mi elección es quitar el color para que el público no tenga que digerirlo y pueda ir directamente al meollo del asunto. Es una especie de atajo. Ted Grant, el fotógrafo canadiense, afirmaba que el color era para fotografiar ropa; el blanco y negro, para fotografiar almas”.

    Más información y programación en festivalcineeuropeo.cl

    (Fuente: mundopeliculas.tv)


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