“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • Daniel Burman: la excentricidad es una pose cobarde

    El realizador Daniel Burman, director de El nido vacío -de reciente estreno y en cual un padre fantasea sobre cómo sería su vida cuando sus hijos, ya mayores, abandonen la casa paterna-, asegura que “en el microcosmos de la familia está todo reflejado” y que “la excentricidad es una pose cobarde”.

    Integrante de una camada de directores que han dado nuevo impulso al cine en Argentina (como Lucrecia Martel, Celina Murga y Pablo Trapero), Daniel Burman se encabalga sobre un fenómeno cultural que ha logrado importantes reconocimientos para el país en los últimos diez años.
    Su trabajo más reciente El nido vacío, estrenado a comienzos de mayo, lo sitúa nuevamente como un referente de la actividad en el panorama nacional.

    “No deja de llamarme la atención que se resalte el interés por la familia en mi cine y digo esto porque si ves todas las expresiones artísticas de la humanidad, desde el Génesis bíblico a Shakespeare, la enorme mayoría habla de la familia, porque en ese microcosmos está todo reflejado”, remarcó Burman a propósito del tema que trata en su última película.
    Desde las oficinas de su productora BD Cine, Burman reconoce el carácter intimista de su nueva película, pero también arroja algunas fichas a la mesa del debate para opinar sobre la elección de lo cotidiano por sobre lo raro, su gusto por la comedia y su rechazo de lo solemne, entre otras cosas.

    “Muchas veces en el arte contemporáneo hay cierta fascinación por lo extraño, por lo excéntrico y para mí los personajes excéntricos rebosan de banalidad, no hay nada que me parezca más banal que lo excéntrico, la excentricidad es una pose cobarde”, asegura.

    “Para mí, el héroe -agrega- es el tipo que trabaja en un banco durante 20 años con el mismo horario y tomando el colectivo para volver a casa y que tiene la capacidad de estar reinventando su vida todos los días; el otro, el que se clava alfileres en la punta de una montaña y tiene una filosofía sobre eso me importa muy poco”.

    En El nido vacío, protagonizado por Oscar Martínez y Cecilia Roth, no se trata de un bancario pero sí de un escritor con una vida más o menos monótona que se encuentra ante la situación de pensar su vida sin sus hijos y todas las consecuencias que esto trae aparejado.

    “Al comenzar la película me pasaron dos cosas, primero que sospeché que yo y todo el mundo además de la vida real jugamos en otro andarivel, donde aparecen las fantasías y la imaginación; y después me di cuenta también de que era más atractivo trabajar con los miedos y posibilidades que despiertan estas fantasías que con lo más vivencial y autobiográfico”, señaló el cineasta.

    Surgido del primer ciclo de cortometrajes de Historias Breves, donde también aparecieron Lucrecia Martel, Israel Caetano, Rodrigo Moreno y Sandra Gugliotta, entre otros, Burman es uno de los directores que se interesó por un cine personal pero que a la vez buscó también que estableciera un fuerte vínculo con el público.

    “La discusión sobre el público ni siquiera me parece una cuestión. En mi caso, hace dos años que estoy trabajando en esto y lo único que quiero es que la gente se ponga su mejor jean, deje a los chicos con la suegra, vaya al cine a ver la película y salga mínimamente transformada”, aseguró Burman sobre la oposición entre cine masivo y cine de culto o industrial e independiente.

    “No me imagino -asegura el realizador de Derecho de familia y El abrazo partido- hacer una película para no ser vista, me parece esencial el ánimo de querer comunicarse con el otro. Ya bastante plagado de vanidad y egocentrismo es el hacer cinematográfico como para no pensar en la gente cuando uno terminó la película”.
    Respecto de su elección por la comedia, Burman afirmó que le sale así y que no sabría “escribir un drama”.

    “Le tengo terror a lo solemne. Creo que lo solemne en el cine, en la vida o en la literatura es una cáscara que aleja al espectador de la obra, una manera que tiene el autor para ocultar la verdad”, remarcó.

    “En realidad -concluyó en diálogo con la agencia Télam- vivo huyendo de cualquier situación que me acerque a lo solemne y creo que justamente el humor es lo que rompe con lo solemne, te expone más y te deja más desnudo frente a la gente”.


    (Fuente: www.eldiariodeparana.com.ar)


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