“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Jorge Olguín: nos hace falta reconocer nuestra magia
    Por Fernando Caro

    Solos es la nueva entrega de Jorge Olguín. El cineasta ícono del terror hecho en Chile, ahora nos sorprenderá con una historia apocalíptica protagonizada por un grupo de niños sobrevivientes al caos que impera entre la violencia y las enfermedades. “Estoy muy contento, este es mi primer proyecto que está armado desde Los Ángeles y desde un comienzo, quería ir a festivales pero mi productor me ha pedido que esperemos para hacer una promoción muy creativa en los Estados Unidos”.

    Afinando los últimos detalles de la película en postproducción de ChileFilms, Olguín nos recibió para conversar de la salud del cine chileno, y sus implicancias con el cine de género como motor generador de identidad y potencialidad industrial para la cinematografía nacional.

    De "solo", Jorge Olguín por estos días no tiene nada. Cuenta con el apoyo del productor estadounidense Dave Brown responsable de la exitosa serie que transmite Fox Dexter y de la saga éxito de taquilla Saw. Solos se espera esté en las salas locales durante el mes de octubre.

    Solos es una película de horror y ciencia ficción que apela a un mundo apocalíptico. Para resumirla es un thriller en un posible futuro bastante pesimista. Un mundo devastado en el que hay pocos seres humanos sobrevivientes, entre ellos, una nueva generación de niños que deben sobrevivir en un mundo plagado de enfermedades y violencia. En este desalentador escenario, ellos tienen la clave para salvar la humanidad”, adelanta Olguín.

    “Sin embargo, para mí es una historia íntima, son los últimos días de una madre con su hija, en este mundo post apocalíptico. Es un drama muy posible inserto en un mundo muy parecido al que estamos viviendo ahora. No es una película evolucionada, sino que todo lo contrario, es una película involucionada. Todo lo que supuestamente nos entrega el futuro se ha transformado en nada, es un retroceso en la humanidad, es como volver a la edad media en el fondo. Ese es el concepto en general de la película”, comenta el realizador.

    El rodaje de Solos la hiciste prácticamente en una semana…
    Es una película en coproducción con Estados Unidos que se filmó muy rápido en sólo 9 días, pero que ha demandado un fuerte trabajo de 6 meses en post producción. Se ha hecho con lo último y más avanzado en tecnología que tenemos en Chile. La grabé con la P2, obviamente nada en cinta sino que con varias tarjetas y de ahí al computador.

    Se sabe que el trabajo con niños es recomplicado, sobre todo en la dirección de actores ¿Cómo fue en el caso de Solos?
    Fue tremendamente difícil por eso se hizo en 9 días. Teníamos que tratar de filmar lo menos posible, de hecho por ley podíamos trabajar hasta 6 horas con los niños y nunca llegamos a trabajar esas 6 horas con ellos. Este formato me acomodó mucho, a mí a mi asistente, ya que necesitábamos mucha inmediatez. Esta película no es el caso por ejemplo que se da en otras películas, en que hay muchos actores adultos que soportan el rol de los niños, en este caso los niños son todo el momento. Entonces el trabajo fue bastante difícil para mantenerlos metidos en la historia, además de que ellos no veían los cadáveres, no veían el caos de destrucción, los edificios en ruinas, las bombas que se lanzaban, ellos no veían eso y tenían que mantenerse jugando, y mantenerlos en eso era muy complejo ya que tampoco se trataba de traumatizarlos, ni dejarlos con una marca para toda la vida.

    Ahora, de alguna manera en algunos aspectos sí fue beneficioso, la imaginación de los niños nos ayudó mucho, en el sentido por ejemplo, de decirles mira viene un helicóptero a bombardear y de inmediato el niño caía en el juego, no me preguntaban cómo era el helicóptero, que a lo mejor un actor mayor pierde esa conexión con el mundo imaginario, pero a los niños es más fácil hacerles clic en eso y activarlos, hasta yo me puse a jugar con ellos, pero en lo que refiere a la disciplina de trabajo claro que fue difícil.

    Me imagino que dar con ese Santiago de la periferia a juzgar por las imágenes,  que no delatara la ciudad misma y la época mantuvo un fuerte trabajo de scouting…
    Fue difícil porque había que buscar lugares que pudiéramos mover lo mínimo la cámara y eso era un problema porque yo quería todo lo contrario, quería usar una cámara más de documental. Tuve que ingeniármela para buscar locaciones que me permitieran al momento de mover la cámara no significara un problema para la  gente de postproducción, para no perder los puntos de tracks y esas cosas. Yo me lo planteé como un ejercicio en términos de que la fotografía iba a ser lo menos aparatosa posible. Aparte de buscar locaciones desoladoras en la periferia, también busqué zonas universales ya que los socios de EE.UU. me pidieron que la película tuviera esta característica. Eso lo encontré en Saladillo que es una mina de Codelco que está en Los Andes que tiene un centro habitacional para 5 mil personas con una arquitectura interesante fuera de lo común, ya que no quería que fuera una arquitectura muy actual, ya que tenía que ser algo más contemporáneo a nuestra realidad y hacia el futuro, esa locación lo cumplía, me daba todas las características que buscaba y podía elegir edificios y trabajar ahí mucho tiempo. De un día para otro se supone que los seres humanos dejaron de existir, entonces, quedaron las cosas intactas y tuve la oportunidad de ser bastante jodido con las locaciones.

    ¿Trabajaste con un supervisor de efectos en terreno para evitarse dolores de cabeza luego en la postproducción?
    La ventaja de trabajar con tarjetas me permitió grabar y de inmediato irme a ChileFilms para revisar el material junto a la gente de postproducción, ver los problemas, por dónde podía caminar, por dónde no, para tener una guía. Esa fue una de las grandes ventajas de trabajar con HD, tenía una comunicación muy fluida con la última etapa del proceso.

    Solos significa para ti un paso en la madurez, en el sentido de que con Ángel Negro fuiste el primero en abordar la temática del terror desde lo clásico del género dando además un sello personal que es más evidente en Sangre Eterna y por el argumento de Solos uno tiende a pensar que lo más político que has realizado… ¿Hay algo de eso en Solos? O más bien es una película que sabe más a gusto, por el hecho de rodarla de forma rápida en medio de otras dos producciones de mayor envergadura.
    Yo creo que fue una involución. Fue un poco como volver a la universidad. Después de trabajar con un proyecto grandote como lo es Caleuche estaba un poco sobrecargado de preproducción y desarrollo de proyectos gigante. Obviamente el paso por Los Ángeles me hizo conocer gente de Hollywood, de la gran industria entrar en un círculo muy grande, pero de todos modos también me ahogó todo el momento que estaba viviendo con las anteriores películas que había hecho. Cuando conocí al productor Dave Brown quien quería manejar mi carrera en EE.UU. salió la idea de hacer una producción en Chile con mis socios de Caleuche y el apoyo de él allá. Me dieron toda la libertad creativa para desarrollarlo.

    ¿Es como un sueño no?
    Es el sueño del pibe, qué quieres que te diga, es una gran oportunidad y que no muchos pueden contar. En el fondo como iba a tener la libertad que no la iba a tener con una gran producción de Hollywood, me dije voy a trabajar con niños, voy a filmar para jugar mucho con la postproducción, voy a darme la libertad de trabajar en un género para desarrollarlo como quiera, sólo tuve la limitante del idioma y del lugar, que se viera como cualquier lugar del mundo.

    Pero siento que a través de Solos, pude hacer lo que más me interesa del cine de género. Que es la atmósfera. Los sueños. Cuando no logras esa atmósfera independiente del relato y la forma, me parece que se pierde la esencia del cine. Mi ejercicio en este sentido es que entráramos en la visión de este mundo devastado desde la visión de una niña y siento que ahí claro, más allá de la destrucción y todo acerqué al chileno al apocalipsis más cercano que tenemos. Nuestro apocalipsis entre comillas fue la dictadura y ahí tenemos un imaginario del mal, que recuerda mucho las situaciones bélicas que ocurren hoy como Irak. Esto de los militares americanos abusando de los rehenes de guerra me trajo muchos recuerdos y me hizo asociarlo, no me interesaba hacer una crítica ni nada, sino más bien focalizar el mal desde ahí.

    El imaginario de la película está enfocado a ese tipo de mal y arraigado a este mal que nosotros tuvimos tras el golpe de los años 70. De alguna manera hay una mirada personal desde un niño, porque yo viví en la dictadura como niño y la descubrí más grande cuando de verdad tomé atención y le presté atención a lo que había ocurrido. Esa pérdida de inocencia es la que está reflejada en la película.

    Sobre el Manifiesto sangre nueva 2008 que hicieras junto a Ernesto Díaz y Miguel Ángel Vidaurre en el Festival Caverna de Benavides y el cine de género. ¿Eso fue un chiste o es algo que se van a tomar en serio?
    Carcajadas- Parece chiste, no puedo negar que hay cierta ironía, hay un tema de trastocar pero coinciden muchas cosas. Mirageman se hizo con una cámara digital  al hombro, coincide con la forma de que hiciera Solos, la búsqueda de experimentar a través del género de Miguel Ángel. Nosotros andamos buscando la intimidad pero desde otro punto de vista, desde un mundo paralelo, no nos interesa la realidad tal cual es, nos interesa lo extraño, lo raro, lo fantástico, el otro lado oscuro del ser humano. Ernesto es muy fanático del cine de horror y de hecho su sueño es hacer una película de terror. Entonces decidimos hacer este manifiesto y hacerlo tomando el espíritu de nuestras miradas sobre el cine, pero tomando en cuenta las herramientas de hoy, las condiciones que tendría cualquier estudiante o cualquier persona en cualquier región, es decir…

    Eso suena un poco a Dogma…
    Exacto, sin complicarnos con nuestras producciones paralelas, todos tenemos proyectos grandes, pero así y todo queremos hacernos cargo de esto, no es que agarremos la cámara y hagamos cualquier cosa. Se puede hacer cine desde una manera guerrillera, pero sin dejar de lado una visión artística detrás que es lo que nos interesa. Si bien en EE.UU. salen muchas películas de terror al mercado y son una porquería y no es problema de presupuesto. Es un tema de la mirada que hay detrás y nosotros pensamos que como Latinoamericanos podemos ofrecer otra visión a los EE.UU. y eso les interesa mucho a los distribuidores. De hecho a las semanas de que hiciéramos este manifiesto en Lebú, imagínate, me llegó un mail de una mayors que estaba interesada y eso nos incentiva a hacerlo de todos modos.

    Ya que entramos en materia de género… Cuál es tu opinión respecto de las ayudas del estado chileno al cine y a lo que entiende como “industria”, pero que claramente va en perjuicio del cine de género, en el sentido que debe tener esto de la chilenidad, ahora no sé si será una fatídica coincidencia, pero siempre se apoyan historias naturales … ¿No te parece que si lo que se busca es cristalizar una industria cinematográfica el foco de atención debiese estar en el cine de género, que es en definitiva el que resulta efectivamente universal?
    Yo creo que sí. Es una discusión que siempre se plantea cuando hay una industria en ciernes. Las políticas de Estado no se definen tampoco. A CORFO le interesa armar una industria, pero al Fondo de Fomento Audiovisual le interesa la cultura, esto es la esquizofrenia del cine –ríe- Y siempre va a existir esta discusión, pero también creo que la vida se construye sobre la base de sueños y fantasías. Un país que no fantasea o no sueña con sus realidades también está limitado, eso nos falta un poquito, descubrir la magia de nosotros, nuestras fantasías o nuestras peores pesadillas. Por eso creo que el cine fantástico es la mejor herramienta para llegar al público para producir una catarsis en términos de identificación. Si a todos nos carga hablar de la dictadura militar, podemos verla desde otro modo, la mitología chilota por ejemplo, es fantástico, es increíble. ¿Por qué no mostramos al mundo lo bello que tenemos a través de la mejor herramienta de comunicación que es el cine? Yo siento que nos falta atrevernos a soñar. Es increíble que durante toda nuestra historia de cine, si bien, hemos tenido un quiebre, volviendo a lo de la dictadura… sin embargo, el cine fantástico no ha sido nada.  Y eso es significante de que hemos estado muy pegados a identificarnos con nuestra realidad y yo creo que esa identificación puede estar en los sueños, en las fantasías. También puede estar en la forma que deseamos proyectarnos vernos y esa proyección habla de nosotros mismos y esa creo que es la función en general del cine.

    ¿Somos un poco chatos entonces?
    Sí, yo creo que no hemos sido capaces de apreciar nuestra magia. Hay cosas más interesantes que nuestros modismos al hablar. Las figuras mitológicas chilotas hablan mucho más de nuestra personalidad o de algún rasgo de nuestra personalidad de alguna zona y va más allá todavía y se vuelve universal y eso es increíble.

    Eso pasa con el cine oriental, refleja toda su alma. Siempre se ha caracterizado por explorar su mundo desde otra perspectiva, y eso me parece nos hace mucha falta, atrevernos a desarraigarnos y a fantasear, ahí te aseguro saldrán los lados más oscuros y más bonitos de nosotros mismos.
     
    Ahora que tocas el tema de la mitología chilota, ¿Cómo va el proyecto Caleuche: el llamado del mar?  
    Caleuche es un proyecto gigante. Lamentablemente para poder hacerse hay que tranzar muchas cosas y no lo hemos querido hacer, sino ya la habría filmado hace que tiempo. Caleuche habla mucho de nosotros mismos, por lo que sería extraño ver una historia chilota en inglés con actores españoles, que claro uno podrá buscar la forma para realizarla en coproducción y todo, pero lo que hemos postulado entre todos es que queremos hacer una película que nazca desde acá, pero el esfuerzo es gigante. Es una película que es tremendamente cara que hay que filmar en Chiloé, imagínate llevar un equipo muy grande de gente, muchos días de filmación allá, hay que filmar bajo el agua mucho tiempo por lo que necesitamos una tecnología que aún no tenemos, en fin, es un proyecto precioso nos tiene a todos muy entusiasmados. Recibe el apoyo de cada persona que lo lee, Leonor (Varela) está enamorada del proyecto, recibimos el apoyo de Guillermo del Toro también. Este año por fin vamos a poder desarrollarlo y eso gracias a las bondades de la tecnología, este proyecto hace 5 o 10 años atrás habría sido tres veces más compleja de hacer, todo el tiempo que ha pasado nos ha ayudado a todos a madurar el proyecto. En mi caso con Solos, ya exploré la tecnología y ya sé qué puedo y que no puedo hacer. El guión ha madurado mucho y creo que ya tenemos las condiciones de poder hacer una película de estas características en Chile. 

    ¿Por qué decidiste abandonar Clock Tower?
    En el verano decidí bajarme de un proyecto que es enorme, pero ya estaba teniendo costos muy altos para mí. Después de dos años involucrado con mi nombre estaba teniendo demasiados costos en lo personal. Lo que sí me sirvió para conocer la realidad de la gran industria, cómo funciona de verdad, teniendo productores de línea, con locaciones, etcétera, piensa que trabajé con más de 6 guionistas, y saber bien cuáles son las ventajas y desventajas de estar ahí.

    ¿Y cuáles serían esas ventajas y desventajas?  
    Las desventajas pasan por la libertad creativa, obviamente las películas de Hollywood son de productores y no de directores. Los nombres de los directores sirven para atraer personas y más recursos…

    Como una suerte de star system más…
    Claro, ayuda a que se involucren estrellas y ha arreglar los temas del guión, porque si bien yo había trabajado con 6 guionistas, al final yo recibí un guión por el que se había pagado mucho, pero mucho dinero. Y te das cuenta que es una porquería. Uno ve esa cosa extraña que tiene Hollywood además de la falta de credibilidad, por eso recurren a muchos directores extranjeros, yo pensé que era una rareza como chileno, pero no, habían directores de todas partes, y estadounidenses muy pocos. Hollywood necesita sangre nueva, necesita que le den una visión nueva, pero a la hora de tomar la decisión se van por la segura y no toman riesgos, prima su visión en definitiva.

    Si bien tengo representación en Los Ángeles y tengo apoyo de un productor que es muy importante, el mismo que desarrolló El juego del miedo (Saw) y la serie de Fox Dexter y todo sin embargo, empecé a tomarle más peso a la libertad que tenemos acá en términos creativos y además las oportunidades, porque un chico que sale de acá de la universidad para hacer cine tiene muchas más posibilidades de hacer cine que uno que egresa en los EE.UU. Y más encima un director de la edad mía que tenga dos películas en el cuerpo allá no existe. Esas son las ventajas que uno tiene, pero sin embargo, hay un precio muy grande que pagar de tiempo de trabajo, me hizo aplazar mucho mis proyectos, porque los productores no me dejaban tomar otro guión ni por si acaso. Todo el dinero se me estaba yendo en soportar la producción de ellos por lo que tampoco era una proyección para mí acertada.

    Decidí salirme del proyecto y terminamos bien, después de mí llamaron un director francés que también abandonó el proyecto y ahora hay un tercer director… fue un lío porque me hicieron conseguir al reparto, para la actriz tuve que convencer a su madre que era la manager, busqué, no te miento, más de mil locaciones, encontré unas 90 o 100 y escogí de esas unas 20 casas y finalmente me quedé con 4, es decir, fue un trabajo gigante y después vinieron con los guionistas de nuevo y entonces dije hasta aquí llegamos, hasta aquí me da el cuero, además de que tampoco era un gran guión.

    Solos es una película al parecer hecha para la postproducción… Es decir, el trabajo más fuerte está enfocado en la última etapa del proceso…
    Solos es una película que está hecha como se van a hacer en el futuro. Uno dice que bueno ver El orfanato que no tiene efectos especiales, que bueno ver películas como Los otros que imagínate ya es antigua, o hace unos días leí en un diario una crítica que decía que la película del Zodiac de David Fincher que decía que era bueno ver un thriller sin efectos especiales, pero lo cierto es que está llena de efectos especiales,  pero llena de composiciones digitales. Zodiac está hecha prácticamente en su totalidad sobre cromas, pero está tan bien hecha que da la impresión la sensación, eso nos dice que es muy importante el registro, pero pasa lo que decía Hitchcock, y que es lo bonito del tema,  Hitchcock decía que las películas se hacían antes y después y que el rodaje era un mero trámite. Ahora si que es verdad esto, el rodaje ya no es lo más esencial, no es el cablerío, no es lo más importante, ahora se desarrolla en el guión o en la fase de postproducción y eso ahora es totalmente evidente. Eso hace que el cine de hoy sea más democrático, que los procesos sean menos agotadores, desgastadores y que de los proyectos tengas un mayor control con la filmación misma, por ejemplo, si Solos la hubiera hecho en cine como hice Ángel Negro habría estado como 40 días o más quizás por los niños y todo. Con la nueva tecnología me permitió hacerla en 9 días y esto está recién comenzando acá, pero en todo el mundo se está desarrollando de esta forma y es lo que viene.       

    ¿Cuánto ha cambiado tu película en este proceso de postproducción desde el guión? Es decir, toda la fantasía escrita pudiste traspasarla a las imágenes que eventualmente sin los efectos no podríamos ver…
    El tema es como la gran problemática del cine y de hecho es lo que uno prepara. El rodaje es como una batalla a la que uno llega lo más preparado posible. La preproducción se convierte en eso, el que está menos preparado para el rodaje se le viene la cosa encima. Ahora si uno pone más dificultades más complicadas se ponen de rodarlas, si antes hubiera tenido HD habría sido fabuloso. Yo creo que las películas son el resultado de lo que son, nada más. Cuando uno ve la pantalla ya las excusas del presupuesto o si se hubiera hecho con una u otra tecnología es lo que es, ahí ya no sirven. Por más que el proceso creativo nunca lo cierres. Por ejemplo George Lucas que rehizo sus películas con una nueva tecnología, uno nunca quiere terminar los procesos creativos, por ejemplo yo filmé el 50 % de lo que era Ángel Negro en el guión y no se hizo por múltiples razones, desde que no había presupuesto hasta que era imposible de hacer en su minuto. En Sangre eterna por ejemplo, no hay efectos especiales y me habría gustado hacer las batallas a lo Matrix, pero en ella hicimos todos los efectos en cámara, los relentos los aceleramientos en fin, lo único que se hizo fue borrar un cable que en ese momento fue guau la gran tecnología, pero eso ahora no es nada. Uno siempre tiene ganas de seguir. 


    (Fuente: www.onoff.cl)


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Bárbara Pestán


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