“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • Náufragos reúne a los 16 supervivientes de la tragedia de los Andes

    El realizador uruguayo Gonzalo Arijón, amigo de algunos de los pasajeros del avión accidentado hace casi 36 años en los Andes, es el responsable de que los 16 supervivientes se hayan reunido por primera vez para contar ante las cámaras en Náufragos lo que sucedió a 4.000 metros de altura.

    Eduardo Strauch, uno de los pasajeros del avión que se estrelló en la cordillera de los Andes el 13 de octubre de 1972, es uno de los que da testimonio en el documental, que se estrenó el 27 de junio.

    Strauch destaca, en una entrevista con Efe, que Naúfragos, cuyo subtítulo es Vengo de un avión que cayó en las montañas, pretende restaurar "una imagen distorsionada" por el resto de tentativas que se han materializado en estas tres décadas.

    El arquitecto uruguayo recuerda que con éste se han rodado ocho o diez documentales, a los que se suma la película Viven, de Frank Marshall, basada en el libro publicado poco después del rescate por el escritor británico Piers Paul Read.

    Náufragos, que consiguió los premios del público y del jurado en el Festival de Málaga, logra a través de los testimonios de todos los protagonistas, así como de imágenes de archivo y fragmentos recreados a modo de ficción, construir un "legado fidedigno" de cuánto vivieron los jóvenes jugadores de rugby de un club de Montevideo.

    Acompañados de familiares y amigos volaban ilusionados hacia Santiago de Chile cuando una tormenta truncó su viaje.

    De ellos, 25 sobrevivieron al impacto, pero cuando pensaban que la situación "no podía ir a peor", llegó el alud que se cobró la vida de ocho pasajeros más.

    Strauch recuerda emocionado este alud como "el momento más duro e intenso" que le reservó "el infierno de la cordillera", pues, tal y como relata en el documental, "ya me había entregado a la muerte y regresé de nuevo".

    En sus manos, y en las de sus dos primos, estuvo también el reparto de la comida, es decir, la carne congelada de sus compañeros muertos.

    "Era morirse o vivir de esa manera", dice Strauch, quien confiesa que nunca sintió esta decisión como "una comunión" a pesar del símil hecho tras el rescate.

    "No somos ni villanos ni héroes", afirma y recuerda, con una sonrisa, como tras su "resurrección" les pidieron ir por el mundo predicando como apóstoles. "De hecho, ahora lo estamos haciendo", bromea.


    (Fuente: Terra Actualidad - EFE)




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