Satanás, del colombiano Andi Baiz, es una película basada en el libro del también colombiano Mario Mendoza. Es igualmente una invitación para reforzar el gusto por lo siniestro, pues nos lleva al encuentro con las fuerzas antagónicas que nos habitan y definen como seres humanos, sin las cuales estaríamos vacíos.

Por ser una historia basada en hechos reales, es viable que surja la pregunta acerca de qué tanto es ficción y qué quedó en la película de lo ocurrido en realidad. Pero Satanás, filme dirigido por el colombiano Andi Baiz y protagonizado por Damián Alcázar, lleva estos cuestionamientos a otro nivel. Es un fascinante estudio acerca de la causa y el efecto que provocan el mal, un corte amargo de la vida, que impacta directamente en nuestra memoria.

La historia real es la de un ex marine colombiano que peleó en Vietnam; ya en su país, una mañana llega al restaurante al que acostumbra ir y comete una masacre. La película presenta una espiral de acontecimientos que prefiguran e intentan analizar el origen de sus acciones. Aparecen en ella una hermosa mujer estafadora —“todo ángel es terrible”, dijo Rilke—; un sacerdote apasionado por su ama de llaves, y un profesor —antes soldado—, resentido con la vida.

Eliseo (Alcázar), el personaje central, es un hombre que se despoja del pensamiento racional. Se aleja por tanto de la realidad. Por influencia de la religión, estamos acostumbrados a creer que el mal proviene del exterior, pero esta historia nos demuestra que subyace adentro.

Satanás nos lleva de la seducción al arrepentimiento, de la admiración al horror, sin pausas ni respiros. Luego de verla, tenemos la sensación de haber visto algo que nos confirma, como si tuviéramos un bicho en el estómago, que el mal es posible y que está dentro de nosotros.