“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • La sagrada familia
    Por Oliver Rahayel
    Formato: Boletín electrónico

    La Sagrada Familia, ganadora tanto del Gran Premio ("Coup de Coeur", algo así como "flechazo") del Jurado oficial, como del premio FIPRESCI en los Encuentros de Cine de América Latina de Toulouse, es la primera película de Sebastián Campos, egresado de la Escuela de Cine de Chile. El ambicioso título apunta a tres capas distintas en que la película examina el significado de la familia como valor religioso, tradicional y de la vida moderna. Conformemente, la historia tiene lugar en los tres días de Semana Santa en que un padre, una madre, su hijo ya adulto y dos de los amigos de éste, pretenden pasar en la casa de playa familiar. La supuesta tranquilidad de las festividades se ve perturbada cuando la madre tiene que partir debido al accidente de un amigo, a la vez que llega la novia del hijo: una mujer extrovertida y sin ataduras morales, provista de una fuerte cantidad de drogas. Para completar la complejidad del significado del título, en un punto la discusión entre padre e hijo, ambos arquitectos, se desvía hacia la obra maestra homónima de Antoni Gaudí, en Barcelona.

    La madre apenas logra contener esta tensión permanente entre ambos, que se hace aún más evidente tras su partida, debido a la presencia de la chica, cuya edad se ubica entre la del padre y el hijo. La chica también tiene una influencia fatal en los dos amigos homosexuales del hijo, mientras que una niña más joven, muda y que está sola en una cabaña cercana, pareciera alzarse como el espíritu bueno tras la escena.

    Aunque grabó en video y con cámara en mano, el joven director Sebastián Campos crea imágenes no sólo visualmente impresionantes, sino intensas a nivel de la atmósfera, que reflejan la tragedia en desarrollo. En lugar de un guión acabado, llegó al set con apenas algunas estructuras dramáticas e ideas y pidió a los actores improvisar la mayoría de los diálogos durante los tres días de rodaje, lo que hicieron de manera brillante. Como en otras películas chilenas recientes, no sólo se puede observar un alto nivel de actuación, sino también un fuerte debate sobre un conflicto generacional, especialmente entre padre e hijo. Los veinteañeros del Chile de hoy parecen incapaces de entender e incluso de tolerar a sus padres, y viceversa, en un conflicto que a veces lleva a un rechazo total de comunicación. Obviamente, la nueva ola de cine chileno, de la que se vieron muchas cosas en Toulouse, considera la historia de la dictadura como una parte aún inmanente de la sociedad. Pero en lugar de acusaciones directas, las películas usan narraciones ostensiblemente tradicionales y escenarios cotidianos, que empujan la culpa moral hacia la luz del día de una manera emocionante y en este caso perturbadora, en lugar de mostrar directamente los pecados del pasado reciente.


    (Fuente: Mabuse)


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