“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • La historia interminable
    Por Gerardo Carrasco

    Luego de concitar una encendida polémica con su film documental Aparte en 2002, el cineasta uruguayo Mario Handler vuelve a la acción con un nuevo trabajo, que se exhibirá en los cines de Montevideo desde el el viernes 17. A partir de una frase vinculada a su historia personal, el realizador apunta a una reconstrucción narrativa y emotiva de la última dictadura militar uruguaya. Para conseguir su objetivo, Handler entrevistó a decenas de personas de diferente signo político, quienes aportaron -más desde la vivencia que de la ideología- los hechos que consideraron más relevantes de ese período histórico. Durante la filmación, el veterano director consiguió el testimonio del escurridizo Gilberto Vázquez, quien se encontraba recluido en Cárcel Central.

    En entrevista con Montevideo Portal, el director y realizador de Decile a Mario que no vuelva, habló sobre el proceso de creación del film, así como de as sorprendentes declaraciones de algunos de sus participantes.

    ¿Cómo surge la idea, o la motivación para rodar Decile a Mario que no vuelva?
    No sé si alguna vez surgió (ríe), tuvo algo de parto, de gran dificultad. No recordaré con placer la hechura de esta película porque el placer fue más bien el darla por terminada y estrenarla. La cuestión es que comencé con algunas ideas, luego seguí con otras y además no conseguía la plata. De hecho, no conseguí ningún dinero uruguayo.

    ¿De qué manera pudo financiarla?
    Empezó con sacrificio mío y de mi mujer, y luego llegó el detonante: ella me convenció de que me presentara a la beca Guggenheim, que es muy difícil de obtener. Mi amigo Levrero estuvo como catorce años, y varios cineastas se han presentado repetidamente sin lograrlo, así que yo me dije “no voy a perder tiempo, van a ser como diez años de espera”. Sin embargo, me presenté y la gané de primera. Lo bueno de la Guggenheim es que dan algo de dinero sin obligación ninguna, si no entregás un carajo no pasa nada, y tampoco tenés que viajar a Estados Unidos. Así que la cosa empezó bien.

    También, aunque esto quizá no debiera decirlo, la obtención de esa beca produjo cierta envidia. En lugar de felicitarme, hubo gente que “se dio por enterada”. Luego obtuvimos trabajosamente, con mucho papeleo, dinero de un fondo holandés, e incluso “mendigamos” a un segundo fondo holandés, que no se dedica a cine pero igual le caímos. Con esos fondos, algunos dineros de mi mujer y otras ayudas, se pudo realizar la película.

    ¿Cuándo comenzó a filmarse?
    En realidad mi proyecto inicial era bien diferente. Después de terminar Aparte, allá por el 2004, yo estaba bastante enfermo y muy debilitado. Es más, hace dos meses tuve mi tercera intervención cardíaca en Berlín. Así que yo estaba cansado y con pocas energías, entonces pensé en hacer algo sencillo, de unas pocas semanitas, como para cumplir conmigo mismo, con mis propias ganas de estar en activo.

    Y esas semanitas se alargaron...
    Mucho. Las ideas originales no funcionaban y las peripecias fueron muy largas. Además existieron complicaciones de otra clase, porque yo me quedé con la misma cámara con que hice Aparte, y cuando ya tenía buena parte de la película filmada, aparecieron las cámaras nuevas. La gran decisión era entonces cambiar o no cambiar en medio de la obra, y además hubo que hacer reparaciones. Ocurrieron muchas complicaciones técnicas, y yo estaba cada vez más débil por mi enfermedad. Tuve que pedirle a mi amigo Mario Jacob que me ayudara en muchas cosas, ya no sólo en la producción ejecutiva.

    Decía que comenzó con algunas ideas que luego fueron modificadas ¿cuáles eran esas ideas?
    Se fue filmando con la idea de poner unas pocas cosas en contraposición, utilizando una dialéctica sencilla. Por ejemplo: Rosencof y Tróccoli juntos. Eso no resultó, y de hecho, de todos los que yo tomé, sólo Engler y Vigil actuaron juntos y son amigos. Hubo muy pocas oportunidades de enfrentar gente.

    Al no producirse esas confrontaciones, empezamos a recurrir a un sistema acumulativo, donde se utilizaría mucho material de archivo. Debo confesar que probablemente no tenía las ideas muy claras, dada toda la problemática que decía recién, pero creo que parte del interés de la película tiene que ver con esa aparente confusión, que la dota de emotividad.

    ¿La película es interesante por una confusión?
    No. Se trata más bien de una cierta estructura, que algunos opinan que es desordenada y otros dicen que está muy bien porque es provocativa. Para mí resulta muy difícil ser autocrítico. Dentro de unos años podré dar mi idea como espectador, pero ahora lo estoy contando un poco en el aire.

    Desde el nombre, la película sugiere un contenido autobiográfico ¿qué tanto hay de su historia personal allí?
    Eso fue una enorme dificultad, porque yo no soy de pasarme al frente de la cámara, y sin embargo esta vez me filmaron muchísimas veces.

    ¿La frase Decile a Mario que no vuelva, a quién pertenece?
    La dice Rosencof en una de las primeras grabaciones que le hice. Yo partí hacia Venezuela el 10 de noviembre del 72, cuando parecía estar todo en calma... fijate qué bobo puede ser uno.

    Habían caído muchos amigos, como Rosencof, o Mario Terra. Yo me había ido con la idea de volver muy pronto, y me quedé en casa de un amigo que había caído en bancarrota, no tenía ni una moneda para usar el teléfono público. Estaba entonces con mis ilusiones de hacer algunos mangos y volver, y llevaba unos tres meses en Venezuela cuando me llegó el críptico mensaje de Rosencof por intermedio de su esposa de entonces, Carmen Echave: “dice el ruso que no vuelvas”. Ahí tomé conciencia de la gravedad de la situación, y se vino al exilio toda mi familia.

    Yo trabajaba como “periférico” del MLN y eramos muy amigos con el ruso, aunque él era importante y yo no. En la película le pregunto cómo logró avisarme, y el explica que en una visita, durante un breve descuido de la guardia, pudo acercarse a su mujer y susurrarle muy bajito “decile a Mario que no vuelva”. A esa altura del rodaje, yo tenía un título medio infantil que nunca convenció a nadie: “Yo quiero saber”, pero al final quedó el “decime”, así, en uruguayo.

    Fue más a o menos en ese momento de la filmación que comenzó el proceso acumulativo, preguntándonos un poco cómo entender lo que fue la dictadura, todos mis años de exilio...

    ¿La película aspira a lograr esa comprensión?
    Aspira a entender emocionalmente, es decir, se producen evocaciones. Llegó un momento en que renuncié a realizar visita alguna a cuarteles o cárceles, ni siquiera fui al shopping de Punta Carretas. Se trata de una evocación verbal. Yo soy un poco extremista en mí estética, y decidí hacer algo que nunca había hecho: pura verba, una verba evocativa. Junté muchísimo material de archivo y al final no puse nada, sólo trozos de películas mías. Generé a través de mí mismo un hilo conductor, con pequeñas anécdotas de lo sucedido. En ese proceso se entrevistaron setenta personas, y finalmente seleccionamos quince que “daban personaje”, gente reconocible y con una cierta coherencia narrativa. El resto del material va a quedar en un dvd de seis horas de duración, sin arte y complementario de la película.

    Luego llegó un punto en que tenía mucho material, gente muy valiosa desde el punto de vista histórico, diciendo cosas muy interesantes, y se inició la etapa de edición...y no daba nunca con el clavo.

    Entonces es una película que se hizo más quitando que poniendo...
    (Ríe) Todo el tiempo. Al final quedó una versión que aprobé, y fue terminada en Madrid por mi yerno y mi hija

    ¿Ellos fueron quienes le dieron la forma definitiva?
    No sé, le deben haber dado martillazos, como se debe hacer cuando se trabaja en edición, como también yo lo hago. Trabajaron duramente. Por ejemplo, las grabaciones donde yo hablo fueron realizados por cuatro personas, y nunca resultaba. Al final dicen que resultó, pero yo no puedo juzgar.

    ¿Y cómo fue la reacción de los espectadores?
    Yo asistí a el estreno mundial en Amsterdam, con dos funciones, y el público quedó enloquecido, al punto de que no me dejaban irme de la sala. Ahí me di cuenta de que la película va a ir bien de público -que es lo principal- pero no va a ir tan bien de premios.

    Hasta el momento tenemos tres “premiecitos”, y no voy a luchar por más, porque salen muy caros. Hay una cantidad de costos logísticos, de envíos y más envíos, que los hace onerosos.

    El estreno holandés fue exitoso, ante un público que no necesariamente conoce nuestra historia reciente ¿tiene entonces la película interés para ese público extranjero?
    Tiene arrastre, la vio un público que no conoce la historia, y he recibido cartas emocionadísimas de gente muy agradecida, y también varias reseñas muy positivas.. Para mi sorpresa, algunos me han dicho que las película les parece mejor que Aparte, cosa que yo no creo.

    Como toda película, habrá gente que dirá que es maravillosa y gente que dirá que no sirve para nada, así como gente que esté a favor o en contra por razones políticas. Va a haber de todo.

    Llama la atención la diversidad de perfiles en los entrevistados, con gente del MLN y también García Pintos y Gilberto Vázquez ¿Cómo fueron sus declaraciones?
    García Pintos habló muy bien desde su punto de vista, ya que él mismo se autodefine como “facho”, así, con ese término.

    ¿Y cómo se logró la entrevista con Gilberto Vázquez, que estaba en Cárcel Central?
    Fue complicado, porque todo el mundo quería entrevistarlo. Entonces utilizamos la influencia de Gastón Bralich, que falleciera poco después. Él trabajó muy duro, llegó al Ministerio del Interior, donde estaban Juan Faroppa y José Díaz. En fin, tocó todas las puertas con mucha habilidad.

    ¿Pero Vázquez no quería hablar, o quería y no lo dejaban?
    No quería hablar, no le dio a nadie una entrevista. Incluso hubo queja pública de dos periodistas importantes. Me acuerdo que una periodista radial me escribió exigiendo “igualdad de oportunidades”, lo que me pareció un poco ingenuo. No se puede pretender que yo -que no tengo influencias- volviera a llamar a todas las personas que se movilizaron, para conseguirle a ella esa entrevista, en nombre de una igualdad de oportunidades que no existe.

    ¿Y por qué cree que Gilberto Vázquez sí le concedió la entrevista?
    No lo sé, quizá estaba asesorado, o entendía que le resultaba conveniente hablar conmigo y no con otros. Finalmente en Cárcel Central tuvimos dos entrevistas. En la a primera no se nos permitió grabar nada, así que decidimos volver un domingo a las hora de la siesta, cuando está todo más tranquilo. Nos metieron en un cuartito separado -donde está prohibido fumar y él fuma-, y ahí se destapó, habló mucho. También sucede que yo no acostumbro a presionar sobre nadie y dejo que hablen en libertad. Sólo al final pregunté más a fondo, por ejemplo, acerca de cómo hacían que la gente hablara. Entonces el confesó, “bueno, les empezábamos a pegar, les dábamos una pateadura, les dábamos en la cabeza con un fierrito”.

    Ahí el tema quedó claro. Como noticia se puede decir que se destapó mucha cosa de su trabajo como jefe de información del ejército.

    Además hay dos “exclusivas”, periodísticamente hablando. Dijo que los EEUU no fueron quienes lo asesoraron, sino que fue enviado a Munich y adiestrado por alemanes. Según dijo, allí lo atendió un capitán que había sido ayudante de Rommel, quien le explicó que los “campeones” del tema eran la KGB y el Mossad, cosa que no sorprende. También contó que fue a la embajada de Israel aquí, y allí aceptaron enseñarle todo lo relacionado con la búsqueda de información.

    ¿Hay posibilidad de que eso sea cierto?
    A raíz de esas declaraciones, empecé a pensar en función de la cronología de la dictadura, y me pareció coherente lo que decía, porque ya se habían “clavado” los estadounidenses con Dan Mitrione, y que Alemania se interesara en aquella época por lo que ocurría aquí, tiene sentido. Ellos se habían descuidado, y luego de la Segunda Guerra Mundial el espionaje alemán había perdido eficacia. Luego del asesinato múltiple de los Juegos Olímpicos de Muncih, quedó en evidencia que Alemania estaba muy mal en equipos de contingencia, tipo Swat.. Entonces crearon el servicio actual GSG9, que es de intervención rápida.

    Se dieron muchos factores que hacen que uno pueda pensar que Alemania se interesara por la situación de insurgencia que había aquí, y que ayudara a los milicos.

    En cuanto al Mossad, es un cuerpo que está pendiente de todo lo que afecte al estado de Israel, y al colectivo judío en general, y aquí había muchos presos judíos, entre anarcos, tupas y comunistas. También es cierto que entre algunos militares había cierto sentimiento filo nazi...

    ¿Y sin embargo, cree que el Mossad ayudó a estos militares?
    Eso dice Gilberto. Es sabido que los servicios secretos mienten mucho, por eso yo lo cotejé con una cronología, y tengo que decir que al menos lo veo coincidente. Si esto es una novela, está bien contada. Gilberto dice que después entró en contacto con los yanquis e incluso llegó a dar clases. Pero según dice, lo que ellos enseñaban era guerra en la selva, técnicas que no tenían nada que ver con nuestro escenario. Ahora bien, yo estoy seguro que ni los alemanes ni el Mossad metieron la mano en ninguna cárcel ni nada por el estilo, pero si pueden haber participado del adiestramiento.

    Cambiando de personaje ¿qué se puede decir del comisario Otero?
    Él estaba en contra de los tupamaros y los comunistas, pero era un legalista, al punto que llegó a calificar a los militantes del MLN como “queridos enemigos”, a sabiendas de que si los tupamaros cambiaban de idea, podían masacrarlo. Lo que quedó claro en la charla es que él fue un policía legalista, pero llegó un momento en que la policía fue superada por las fuerzas armadas. Tanto en la policía como en el ejército, hubo gente que se fue, o que “los fueron”, así como unos cuantos presos.

    ¿Qué respuesta espera por pare del público?
    A lo largo de las película, y con la palabra de gente que participó en los hechos, aparecen muchas puntas. Hay mucha información, pero esa información conforma una narración cargada de emotividad. Si logró que cierto público que se interesa por estos temas, lo vea de esa forma, estaré más que contento.


    (Fuente: www.montevideo.com.uy)


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