Gasolina es también una historia intimista en la que los extremos y la polarización exponen que los pequeños momentos de sinceridad y de agobio son los que definen a una juventud, retratan a un país y nos visualizan su futuro. Hernández quiso hacer una película que fuera sincera con el contexto de su país y con las preocupaciones que a él le generan en un lugar en el que "la violencia es tan cotidiana que está presente desde en la forma en que hablamos y nos relacionamos con el otro y también la forma en que mutuamente se ignoran las personas. Cuesta en Guatemala dialogar sin que el otro se enoje".
Se dice que para poder llevar a cabo este proyecto tuviste que dejar tu trabajo habitual.
Así es. Estaba produciendo un noticiero en Guatemala, pero sólo llevaba un mes trabajando en ello y me consumía el tiempo, porque era de 9 de la mañana a 11 de la noche. Esa fue una de las razones por las que regresé a vivir en Guatemala, porque yo estaba viviendo en México donde había estudiado cine, pero yo quería hacer mi película en el país de mis orígenes.
En mi país se daban otras condiciones pero yo pensaba que era más fácil levantar un proyecto independiente porque no había sindicatos ni cuestiones parecidas y yo quería hacer mi película en video, con mis amigos. Por eso renuncié a mi trabajo y me dediqué, desde 2006, a la película y a otros trabajos momentáneos.
Tú ya tenías muy en mente qué es lo que querías contar.
Sí, porque en el 2005 recibí un taller en Costa Rica con Lucrecia Martel, la directora de La Ciénaga, La Niña Santa y La Mujer sin Cabeza, en el que se profundizó mucho acerca de los diálogos y de realización, y hablando con ella me dijo que debería de abordar el cine de otra manera, con historias mucho más íntimas y más cercanas a mí y ese encuentro con Lucrecia me hizo un click, del cual estoy muy agradecido porque en ese momento me di cuenta de que lo que estaba intentando contar, en cierta manera, no tenía tanto que ver conmigo.
Entonces me aboqué a contar una historia mucho más cercana porque yo tenía ganas de contar algo que tuviera que ver con la adolescencia en Guatemala y de ahí surgió el tema que abordamos en Gasolina, en el que me ayudó el hecho de que los tres cortos anteriores que había terminado eran trabajos realizados con chicos, osea, con niños o con adolescentes.
Lo que se deduce al ver la película es que en estas nuevas generaciones el valor intrínseco de la palabra ha desaparecido. Ahora parece que el conversar está muy devaluado y que hay otras maneras muy distintas de comportamiento, más cercanas a factores primarios y primitivos de los humanos, y un componente de desconfianza mutua muy elevado.
Para mí fue una norma en Gasolina el documentar cómo se comportan los jóvenes actualmente en Guatemala. La película se improvisó, las palabras son las propias de los chicos y son modismos que se usan, actuales, y así se comunican.
En mi caso fue complicado porque yo en total radiqué en México 18 años, entonces soy guatemalteco pero no hablo como los guatemaltecos suelen hablar; entonces eso yo creo que posiblemente fue una ventaja porque les di mucha libertad a los chicos y quería que hablaran de la manera más realista o natural posible. Ellos ya tenían una idea porque antes habíamos ensayado y lo que les dije en el momento del rodaje es que todo lo dijeran con sus propias expresiones sin importarme que pronunciaran mal o se comieran algunas de las palabras, sino más bien captar esa atmósfera muy de ellos.
En el filme muestras un poco también la situación que hay en cuanto a violencia e inseguridad en la Guatemala actual.
Esa era una de mis prioridades, contar una historia acerca de la violencia e impunidad en Guatemala, pero visto desde los ojos de los chicos y cómo ellos llegan a mirar muchas de esas cosas de una manera muy cotidiana.
Hay una queja constante en Guatemala acerca de la violencia, pero creo que no nos hemos percatado de que esa violencia también nosotros la generamos con la forma en que hablamos o ignoramos al otro y en la forma en que nos comunicamos y en eso quise centrarme sin hacer un panfleto acerca de la violencia. Entonces dejé que subiera de otra manera y creo que el acto cumbre de la película es lo que sucede cuando pasa el accidente y ahí es donde expuse en cierta manera que somos un país donde reina la impunidad, porque sabemos que las leyes no son fuertes o los organismos e instituciones no ejercen la justicia como debieran.
Allá en Guatemala puedes actuar con impunidad porque sabes que no vas a ser castigado ni sancionado y también quise hablar sobre esa relación tan complicada e injusta que hemos tenido entre mestizos e indígenas, y cómo también en Guatemala la vida casi no vale nada y menos si se es indígena, y me pareció importante hablar de eso, pero siempre desde el punto de vista del mestizo.
¡Defiéndete como puedas! sería esa doctrina sumergida y circundante.
Sí, justamente en las comunidades rurales de Guatemala se está ajusticiando a la gente y hay linchamientos a presuntos ladrones, violadores u otro tipo de delincuentes, pero no se les lleva a un juicio, no se les detiene, sino que ya la comunidad los ataca y los juzga y una vez ahí o los queman o los linchan. Incluso en algunas partes de la ciudad también ha habido casos de ese tipo porque la policía también dice ¡pero para qué vamos a entregar un ladrón si al día siguiente va a salir!
Pareciera que son cosas más prácticas, pero son temas que vienen de hace muchos años. Guatemala sufrió un conflicto armado que duró 36 años y fue un conflicto que ocasionó que en el país no se hablaran muchas cosas por temor. Durante ese tiempo se tenía mucho miedo a hablar porque podías ser acusado de muchas cosas o mal entendido y desde entonces es una sociedad que no dialoga, o que si dialoga lo hace de una manera fuerte y enojada. Allá no se puede discutir como en España, gritar y todo eso, porque no vas a llegar a buen puerto y somos un poquito intolerantes en esa manera, aunque tampoco hay que generalizar y eso en algunos personajes de Gasolina se ve, porque también es un país hermoso y lindo.
¿Los personajes de la película se conocían ya de antes del rodaje?
Sí, ellos son vecinos de mi suegra y amigos. Yo vivo como a kilómetro y medio y comparto con ellos el barrio porque estamos en los suburbios de la ciudad, en residenciales, hay como islitas alrededor de la ciudad. De ahí los conozco y constantemente me los encuentro en el centro comercial, o caminando o en el auto. Pero lo más importante es que ellos eran amigos y eso me facilitó el trabajo de mil maneras.
¿Te imaginabas antes del Festival de San Sebastián cómo sería el momento de poder llegar a lograr premios con este primer largometraje de ficción?
Obviamente cuando uno lleva su proyecto o su película a un Festival sueña con que las cosas puedan ir bien, pero la verdad es que yo iba mentalizado de que, para mí, ya estar compitiendo con Trapero o con el director de Tony Manero, que es una película que me gusta, o con varios directores que estaban allí, era suficiente, pero sí que fue sorpresivo en mi caso y creo que para la prensa también.
Creo que algunos medios se molestaron un poco porque ganó mi película y para ellos el candidato era Trapero pero, por otro lado, tras el premio hablé con el jurado y me dijeron que para ellos la decisión había sido unánime, que Gasolina fue una de las primeras películas que vieron y que les había gustado y, en cierto modo, yo creo que el premio es una celebración a la libertad porque es una película libre, de bajo presupuesto, que no tuvo los niveles de contribuciones de otras que estaban compitiendo pero que no es tan académica y no estaba ligada a ningún sindicato de actores o de realizadores ni a algún Instituto del Cine, porque en Guatemala no lo tenemos.
Son películas, las nuestras, que consiguen su financiamiento de formas que ni siquiera podríamos imaginar y me parece que les gustó mi propuesta y ahorita analizando la película, creo que arriesgué muchas cosas sin darme cuenta porque no sé cómo se me ocurrió hacer una película de planos abiertos en exterior y de noche, en video. Por eso es una película oscura pero, a la vez, documenta cómo es la noche en Guatemala.
¿Es importante este premio para los profesionales del cine en tu país?
Yo pienso que no sólo para Guatemala, sino que para toda centroamérica. No veo el cine guatemalteco como guatemalteco sino, más bien, yo veo mi película como centroamericana porque tenemos los mismos problemas en centroamérica en cuanto al acceso para poder realizar una filme. Ciertos temas son parecidos, los contextos pueden ser muy similares y creo que después de esto la gente va a voltear hacia centroamérica en muchos casos, y en nuestros mismos países habrá también mucho más interés acerca de cómo vemos la vida y cómo la filmamos.