“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • No mires para abajo: Una lección de amor para adolescentes
    Por J. C. F.

    A Subiela siempre lo ha inquietado el tema del amor y cómo el ser humano se "defiende" quizás de una realidad acuciante, tal vez por eso su cine, siempre está expuesto a una búsqueda espiritual o amorosa.

    En este caso coinciden las dos cosas, en todo caso la espiritualidad mencionada, según la entiende Subiela, se da a través del sexo. Más precisamente de la práctica de una técnica milenaria hindú, como el "tantrismo".

    Quién le enseña los secretos del "tantra" a un joven ávido de aprender, es una mujer de unos veintipico que tiene espíritu de aventura y vive en la casa de su abuela, una anciana que sabe leer el aura humana.

    "El tema del sexo sigue siendo tabú. No sé si sólo en la Argentina, pero de pronto aquí algunos aceptan el erotismo berreta y obsceno de chicas efregándose en un caño de TV y por ahí es gente que se sorprende y se impacta por el erotismo con amor, como es este caso", defiende el mentor de Hombre mirando al Sudeste, quien advierte que es "una antiporno total".

    EL PADRE

    En No mires para abajo coinciden aquello que los psicoanalistas definen como Eros y Tanatos. El amor, la vida y la muerte. Porque al protagonista se le ha muerto el padre y el muchacho no logra acomodarse a esa pérdida -¿quién puede hacerlo?- y a partir de esa desaparición Eloy, que así se llama se convierte en sonámbulo.

    Claro que para él el sonambulismo tiene sus ventajas. Porque una de esas noches que camina por los techos de su casa, ubicada enfrente del cementerio de La Chacarita, cae por una claraboya en la cama en la que se encuentra durmiendo Elvira.

    Elvira será precisamente, el hada, que le enseñe a Eloy el arte de amar y disfrutar de la vida. Mientras el espíritu del padre se convertirá en una guía insustituible para el muchacho.

    Bien contada, con una excelente fotografía, este nuevo filme de Subiela tiene un erotismo trabajado con una asombrosa maestría y dos actores -Leandro Stivelman y Antonella Costa- estupendos que entendieron la propuesta del director y se destacan por su entrega y su magnetismo frente a la cámara.

     


    (Fuente: laprensa.com.ar/clarin.com)


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