“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Una escritora y fotógrafa que Enrique Piñeiro no quería mostrar
    Por José Luis García

    Bye Bye Life toma su nombre de una de las canciones que cantaba el personaje interpretado por el recientemente fallecido Roy Scheider al final de All That Jazz, mientras, claro, se despedía de su vida. Había allí algo de rara celebración, como hay también en este documental de Enrique Piñeyro sobre la escritora y fotógrafa Gabriela Liffschitz, fallecida por cáncer a comienzos del año 2004, a pocas horas de concluir el rodaje de este filme. Parte de la manera en que vivió su vida y desarrolló su obra puede apreciarse en esos últimos días, a partir del dispositivo que se genera a su alrededor. Luces, cámaras, un equipo técnico y una relación amor/odio con el director, convierten a Liffschitz en una suerte de diva cinematográfica. Siempre en el centro de la acción, su palabra es la que dicta el ritmo, sus opiniones marcan el rumbo, y es su vida la que da carne a las situaciones y diálogos que un grupo de actores tratará de interpretar.

    Fuera de Argentina esta escritora no es muy conocida.

    No y adentro tampoco. Ella había hecho un libro de fotos que se llamaba Efectos colaterales, fotos desnuda sin el pecho, cosa que ya había hecho en el 95 una modelo americana que había sido tapa de Vogue y demás y después, cuando terminó su etapa de modelo devino en fotógrafa y tuvo este cáncer de mama y se hizo estas fotos que fueron las que iniciaron todo el proyecto.

    A mí me impactaron muchísimo esas fotos porque, en una época de cirugías estéticas deformantes como la que estamos viviendo, es un precio maravilloso al tratarse de una mujer que se parara así y dijera “mi cuerpo, a pesar de estar mutilado, sigue siendo erótico” es muy especial.

    Parece que una mujer con esa personalidad cuando ya no está crea como una especie de vacío imposible de llenar que quizá intentaste con la película mitigarlo. ¿Sus más allegados, hermana, hija, han visto Bye, bye, Life?

    Vinieron acá al Bafici a verla pero es bastante duro para ellos, pero sí evidentemente, el espacio y el recuerdo lo llenan con la película.

    Siendo una grabación de hace unos cuatro años, ¿por qué este tiempo para editarla y mostrarla?

    La edición la hice en agosto de 2006, lo que pasa es que fue poco antes de Fuerza Aérea, S.A. y se monta el despelote judicial y mediático por el que no me pude ni sentar con el editor. Hablábamos dos minutos a la mañana y luego no nos volvíamos a ver hasta dos o tres días después, contrariamente a Whisky, Romeo y Zulú, que estuvimos palo a palo sentados todo el tiempo, pero igual fue una muy buena experiencia en el sentido de que hubo una mirada totalmente externa y ajena y me parece que vino bien.

    Después de ahí quedó como decantando y finalmente, si no hubiera habido este pedido del festival, yo la verdad es que no sé si la mostraba, pero eso sirvió para volver a traer el editor y terminarla agregándole lo que faltaba.

    Ella dice en la película que un médico le ha comentado algo de la muerte y que los médicos casi nunca hablan de la muerte. Y yo añadiría que, aparte de que no hablan de la muerte, tampoco hablan ni investigan sobre las causas que originan esta enfermedad.

    Sí, de hecho alguien en el público dijo algo parecido, que no hablan de la muerte pero tampoco hablan del cáncer, o sea nunca te dicen que tienes un cáncer, te dicen linfoma Hopkin, pero la verdad es que en esos términos que tú dices no me lo había planteado pero, siendo médico tengo esa tendencia a entender que si alguien me dice un linfoma Hopkin ya sé de qué me está hablando, no hace falta que me diga cáncer.

    Sin embargo, la gente que no es médica y es paciente sí le hace falta, o no, no sé. La discusión de enseñarle al paciente con pelos y señales la enfermedad que sufre y el pronóstico probable es algo que está muy en discusión todavía.

    Sobre Gabriela tú dices en la película que había sido troskista, pero que después había cambiado, ¿fue así realmente?

    En realidad fue una ironía mía porque ahora era fanática lacaniana y me pareció que era un recorrido casi imposible desde el punto de vista teórico, ideológico y dramático y era casi un código de humor entre nosotros. Era bastante cáustico y corrosivo su lacanianismo casi religioso porque en un punto me dice freudiano casi como si fuera el peor insulto posible y yo acababa de enterarme que era freudiano.

    Ella era un personaje que tenía algo para decir y te hace pensar la claridad que tenía en entender que esos eran sus últimos tres días, y dijo tres y fueron tres, no fueron cinco ni dos ni siete, fueron tres. Ella en un momento dice 'me voy a morir dentro de tres días', y a los tres días entra en coma.

    Cambiando de tema. ¿La situación que mostrabas en el documental Fuerza Aérea, S.A. se ha modificado hoy día en algo?

    Han mejorado mucho las técnicas de malversación de fondos. Ahora ya se cuidan, no dejan tanta evidencia porque el problema es público. El radar se lo prestó el ejército español, pero se lo llevaron y el rato que lo pusieron lo colocaron sin torre con lo cual terminaron irradiando a toda la ciudad de Morón. No, no ha cambiado nada. Armaron (prepararon) todo para que todo quede igual. Es realmente patético el traspaso que están haciendo.

    ¿Cómo se pueden hacer cosas maquillándolas después para que no se note tanto?

    Porque mejoraron el circuito de corrupción y lo hicieron más efectivo. Antes la corrupción estaba entre los proveedores y la propia fuerza aérea. Ahora la fuerza aérea le va a facturar a la ANAAC (Administración Nacional de Aviación Civil), la reparación de las radioayudas, pero la van a hacer los proveedores de Fuerza Aérea porque Fuerza Aérea no tiene gente para hacer eso. Entonces, el circuito de corrupción va a ser doble, entre los proveedores de Fuerza Aérea y entre Fuerza Aérea y la ANAAC, o sea, hay una nueva oportunidad para robar más dinero.

    La Fuerza Aérea tiene unas líneas que se llaman Lade.

    Son aviones de Fuerza Aérea con pilotos militares que no respetan ninguna de las reglamentaciones que debería respetar una línea aérea, ni los tiempos máximos de servicio ni nada. De hecho en el afiche de Fuerza Aérea, S.A. hay un avión que es el que volaron los pilotos militares durante una huelga de pilotos civiles. Y ellos hacen lo que quieren.

    Y el control aéreo sigue siendo totalmente militar.


    Sí. Crearon la administración de Aviación Civil y nada; está todo en manos de la fuerza aérea.

    (Fuente: Cinestel.com)


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