Declaración del encuentro de cineastas latinoamericanos en Caracas
... Los Encuentros de Viña del Mar en 1967 y 1969, y el de Mérida en 1968, hicieron posible que en dos puntos de nuestra gran patria se establecieran, a través del conocimiento personal y de las obras realizadas hasta entonces, los primeros contactos e intercambio de experiencias que permitían aquilatar el camino recorrido y las causas y puntos de vista comunes. Descubrir y profundizar en las similitudes y particularidades, constatar que por encima de estas últimas existen eslabones históricos, culturales y económicos que encadenan una identidad propia, sobradamente más poderosa que aquellos aspectos que individualizan países o regiones de nuestro continente, ha sido uno de los aportes que este cine latinoamericano ha ofrecido al enriquecimiento y cohesión de la cultura latinoamericana, en tanto que fuente de afirmación de los valores de los pueblos que la integran, y arma de resistencia frente a los que han tratado de ignorar o deformar nuestra historia y tradiciones.
(Fuente: Un lugar en la memoria: Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano 1985-2005. p32)