Si en su primera película, Japón, fue el opresivo espacio del mundo rural el protagonista, en su segundo largo, Batalla en el cielo, la crudeza de Ciudad de México se nos presenta sin tapujos a través de las vidas de unos personajes desesperados.
Carlos Reygadas ofrece una historia tan bella visualmente como perturbadora por su contenido. Actores no profesionales, escenas de sexo explícito y un lenguaje cinematográfico único y muy personal, son los componentes de una película que levanta ampollas allí donde se presenta.
Justo antes de su estreno en el Reino Unido, BBC Mundo habló con su director Carlos Reygadas.
Una reacción común a Batalla en el cielo por parte del público es la de no entender nada de lo que usted trata de contar.
Algunos creen que Reygadas es un exponente del resurgimiento del "boom" del cine latinoamericano. Es algo muy curioso, la gente saca los códigos de las películas y están acostumbrados a que las cosas ocurran de una manera determinada. Eso pasa en las películas y en las telenovelas, pero no es la manera en la que las cosas ocurren en la vida real, cuando la gente no ve que la acción es como la que acostumbran a ver en las películas, se espantan.
Su lenguaje es muy personal. Se concentra en detalles aparentemente irrelevantes con planos larguísimos en lugar de presentarnos únicamente la acción.
Sí, claro, pero yo creo que si pones a un tipo del siglo pasado a ver mi película y le muestras Armagedón por ejemplo, estoy seguro de que entendería la mía mucho mejor. Es todo cuestión de hábitos. No es que tenga un lenguaje muy particular, es que tengo un lenguaje que no es habitual porque yo no he visto muchas películas, no tenía televisión en casa de mis padres, no fui a la escuela de cine y entonces no hago las cosas de acuerdo al manual de instrucciones sino como las siento.
Si te fijas, desde un punto de vista humano son más fáciles de entender. Cuando veo los anuncios en la tele en donde todo el mundo bebe Coca Cola y en dos segundos hay un chiste y todos se ríen, yo no entiendo, va muy rápido para mí y estoy seguro de que sería lo mismo para alguien del siglo XIX. Es decir, lo que yo hago es más normal pero es menos habitual. De alguna manera estoy fuera de los códigos preconcebidos pero no trato de hacerlo premeditadamente sino de acuerdo con mi huella digital.
Su película tiene una fuerte carga documental y nos presenta una visión de México DF a menudo terrible.
Sí, es cierto que tiene un aspecto documental fuerte, yo no construyo "sets" ni uso actores y cuando la cámara rueda es México lo que está detrás. Fíjate si se ve crudo, pero también tiene sus oasis y tiene su paz; hay secuestros y violencia, pero en mi opinión, la diferencia es de grado y los sentimientos de angustia, de dolor, de miedo, son universales y comunes a otras ciudades.
Esta película podía haberse hecho perfectamente en Madrid. También es cuestión de opinión, a mí no me parece tan crudo, me encanta Ciudad de México y allí vivo y soy muy feliz, creo que es una ciudad muy dual, aunque quizás se note más, esa fuerza violenta y triste.
La técnica de filmación que utiliza es muy dura y acentúa la sensación de desamparo.
Sí, no quería esta luz cálida como de Vacaciones en Acapulco, de México lindo y querido y sus cactus. Quería una luz blanca y el grano es el propio de la película sin ningún filtro para dulcificarlo. Esta dureza me gusta porque va con la ciudad. Hay un cuadro de Tintoretto que se llama El lavatorio, en El Prado que me encanta porque tiene los colores blanco, azul, verde y negro y tiene una capacidad de abstracción muy fuerte. Se lo enseñé a mi fotógrafo y decidimos utilizar estos colores para que la película resultara abstracta y no folclórica.
Las escenas de sexo explícito crearon mucha polémica en el Festival de Cannes. ¿Usted cree que esto se debe a las escenas en sí o al hecho de que las personas que aparecen practicándolo no responden al canon de belleza que normalmente aparece en el cine?
La gente me sorprende. Nos la pasamos diciendo que el cuerpo es algo aleatorio, que somos lo que llevamos dentro, pero parece que esto solo lo decimos porque nadie se lo cree. Hay gente que se ha sentido ofendida por haber mostrado esos feos, me han acusado de feísmo, de que me gustan los monstruos, entonces, ¿la gente que dice eso, piensa que todos somos monstruos?
La película es totalmente normal, lo que no es normal es Brad Pitt y Angelina Jolie, que dicho de paso, parece una muñeca de computadora. Es curioso que para la gente cada vez es mas normal lo que aparece en la computadora y en la televisión que el tipo de personas que uno se encuentra en el metro o en el mercado.
¿Se identifica con las opiniones de algunos críticos de cine que lo sitúan como el nuevo exponente de lo que fue hace unos años el "boom" del cine mexicano?
Mira, todo eso del "boom" son sólo conceptos para hacernos creer que entendemos mejor las cosas. Lo que hay, es una serie de autores que están produciendo con un lenguaje particular y lo que hemos aprendido es que el cine no es un pastel con 18 piezas por las cuales hay que darse codazos, sino que se abre brecha todos juntos.
Guillermo del Toro, Iñárritu y Ripstein también, nos apoyamos mutuamente en lo que yo llamo "coleguismo" y yo mismo estoy ayudando a producir otros proyectos y eso es lo interesante. Las películas no son los juegos olímpicos donde sólo uno gana, aquí cada quien va ha encontrar su propio camino tarde o temprano.
Dos elementos aparecen siempre en el cine mexicano reciente: uno, la división tan marcada de clases y otra el sentido del humor, en muchos casos, negro.
Sí, es que es así, no tienes elección, es un simple deber de lealtad hacia lo que te rodea, no te vas a inventar un mundo de Disneylandia, cuando la división de clases y racial es tremenda. Lo del sentido del humor es fundamental para mí porque el verdadero drama tiene que tener humor, igual que la comedia surge de las cosas mas trágicas de la vida y también porque el reírse de sí mismo es algo muy de los mexicanos.