El empleo ha sido el cortometraje de animación latinoamericano más premiado en 2008. Ya suman 24 los premios que ha alcanzado; participó en 30 festivales de cine y animación. Entre los lauros más importantes están el Gran Primer Premio en el Festival Internacional de Animación Anim´est (Bucarest, Rumanía), Primer Premio al Mejor Cortometraje de Animación Internacional en el Festival La Boca del Lobo (Madrid, España), Primer Premio en el Festival Expotoons (Buenos Aires, Argentina) y Primer Premio Coral de Animación en el 30 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
A propósito de la participación de El empleo en el Festival de La Habana, sus realizadores Santiago Bou Grasso (dirección, fotografía, producción, edición, animación), y Patricio Gabriel Plaza (guión, fotografía, sonido) respondieron a dos voces un puñado de interrogantes.
Ambos trabajan como ilustradores free lance y animadores independientes. ¿Por qué deciden hacer cine de animación?
Patricio y yo compartimos un desarrollo artístico muy parecido y a la vez unido. Yo estaba estudiando diseño en comunicación visual en la universidad y en el segundo año de la carrera realicé un curso de dibujos animados y descubrí qué era lo que quería hacer el resto de mi vida. Patricio desde chico siempre tuvo en claro que iba a hacer animación, y los dos desembocamos en el mismo estudio donde nos formamos juntos como animadores. Luego de estar trabajando mucho tiempo en distintos estudios haciendo varios largometrajes y publicidad, cada vez se nos hizo más impostergable la necesidad de empezar a producir cosas nuestras, alejándonos de la mirada estereotipada de la animación comercial para usar el arte de la animación como una herramienta para volcar inquietudes artísticas personales. La animación para nosotros es un arte maravilloso y super potencial, tanto desde lo artístico-expresivo como por su fuerza para comunicar ideas. El corto lo hicimos paralelamente al trabajo que teníamos en un estudio como animadores y, con gran esfuerzo, en los tiempos libres que nos quedaban, nos poníamos a trabajar en él. Luego nos otorgaron una Beca del Fondo Nacional de las Artes y pudimos terminarlo. Ahora los dos seguimos trabajando cada uno por su lado como ilustradores free lance, ya que todavía no hay en Argentina un apoyo concreto para los realizadores de animación, ya sea estatal o industrial, que sostenga a un creador como para que pueda dedicarse exclusivamente a realizar sus propias producciones. Pero la idea es seguir produciendo animación independiente, comprometidos con nuestra realidad y con lo queremos decir.
¿De dónde partió la idea original de El empleo?
El empleo es una pequeña metáfora del uso del hombre por el hombre, inspirada en parte por la observación de la realidad y en parte por experiencias personales. En el mundo capitalista, la deshumanización del hombre es algo naturalizado, el valor de las personas se mide por lo que producen o lo que consumen. De ahí surge la idea de mostrar a los seres humanos como objetos que cumplen un rol definido, carentes de toda humanidad. Al principio cuando concebí la idea original del corto, tenía un tono más surrealista y más ligado al lenguaje clásico de la animación. Luego, con Santiago, le dimos un tono más naturalista, más cotidiano. Esto dotó al corto de cierta crudeza en el ambiente y más potencia, que era la manera a través de la cual queríamos acercarnos al espectador. Nuestra intención era que el corto no se redujera a un chiste o a un episodio cómico, sino que fuera un comentario más ácido y crítico sobre la sociedad.
¿A qué creen se deben todos los premios obtenidos hasta la fecha por El empleo?
La fuerza de la idea es un pilar fundamental del corto. No creo que haya nadie que participe de la realidad social actual que no se sienta reflejado en mayor o menor medida en la temática. Y por otro lado, la elección estética y el desarrollo narrativo la han acompañado. No abundan los cortos independientes realizados en 2D tradicional. Nos gusta ir (cuando podemos) a las proyecciones de cortos en los distintos festivales donde participó. Allí vemos que la reacción de la gente es recurrente; a lo largo del corto, se escuchan risas causadas por lo surreal y satírico de las situaciones, y al llegar el final se genera un notable silencio en la sala. También hay lugares concretos donde el corto ha tenido una recepción muy positiva, en especial en Europa del Este, donde ganamos el primer premio en el festival Anim’est, de Rumanía. Es un poco impredecible y a la vez apasionante ver cómo una obra que uno realiza desde Latinoamérica puede hacer eco en las sensibilidades de culturas tan lejanas y en apariencia distintas, lo cual comprueba que hay temas y problemáticas que son universales.
¿Por cuáles creadores de la animación contemporánea se sienten influenciados?
Nos sentimos influenciados por muchos realizadores de animación de autor. Sobre todo, por aquellos que entienden la animación como una forma de expresión artística y un medio para comunicar. Entre ellos están Johanna Quinn, Michaela Pavlátová, Igor Kovalyov, Michael Dudok de Wit, Paul Driessen, y la escuela de animación checa y rusa en general. En Europa hay mucha historia de realización de animación independiente con una orientación artística o de autor, no netamente comercial, porque hay más apoyo a la producción por parte de los estados. También es de destacar el trabajo a nivel técnico de las grandes producciones de animación norteamericanas y japonesas, pero siempre siendo conscientes que, más evidente en las películas norteamericanas, tienen un claro fin político de colonización cultural. Esto es peligroso, sobre todo para los chicos, si uno consume inocentemente ese tipo de películas.
¿Qué opinión tienen sobre el estado actual de la animación latinoamericana?
Por la información que tenemos, los países donde se realiza más animación en Latinoamérica son Argentina, Brasil, México y Cuba. Lamentablemente, no hay una industria consolidada de animación en Latinoamérica, por lo cual los esfuerzos de producción siempre son aislados. En Argentina, por ejemplo, el año pasado se realizaron tres largometrajes de animación, pero actualmente los estudios que los realizaron están cerrados. Al no haber continuidad en la producción ni una industria que la sustente, luego de cada película muchos animadores se quedan sin trabajo. Otro método muy frecuente en Latinoamérica es la tercerización de trabajo para Europa y Estados Unidos. Como aquí hay muy buenos artistas y somos baratos, se suele trabajar para empresas extranjeras, sacrificando así nuestra propia identidad creativa y artística, quedando siempre relegados a reproducir personajes e historias que nos son ajenos. En cuanto a la animación independiente, lugar al que sentimos que pertenecemos, se dificulta mucho más la producción de animación de autor en Latinoamérica en relación a otros continentes, principalmente por la ausencia de un estado que apoye la producción de animación de autor, y por la falta de distribución de los canales de televisión locales, que están más abocados a comprar animación norteamericana que a difundir la producción latina. Sin un estado presente que apoye las realizaciones nacionales y un sistema de medios televisivos que difunda las producciones locales y regionales, se vuelve muy dificultoso poder subsistir haciendo animación independiente. Por eso, generalmente los que nos dedicamos a ello trabajamos paralelamente en ilustración o historieta, y producimos animación en el tiempo que nos queda, autofinanciándonos. Por suerte, últimamente en Latinoamérica, con la aparición de los nuevos gobiernos progresistas, está habiendo un mayor apoyo a la cultura, que se traduce en la aparición de nuevos festivales de cine, entre ellos varios de animación. Los festivales terminan siendo la médula espinal de todo animador independiente, ya que solo a través de ellos uno puede dar a conocer su obra al público de todo el mundo. De ahí surge la importancia sustancial que tienen los festivales para cualquier animador independiente.
Próximos proyectos…
Patricio está desarrollando diferentes ideas para sus próximos cortometrajes. Yo, por mi parte, ya estoy arrancando con un cortometraje en stop motion, de animación con muñecos, titulado Padre (donde también va a participar Patricio). Ya con la preproducción lista, estoy terminando de juntar el presupuesto para comenzar la producción. Es un corto muy ambicioso a nivel de realización, que va a abordar la relación opresiva entre una hija y su padre militar, contextualizado en el final de la dictadura militar y el retorno a la democracia de la Argentina de 1983. Nos parece valioso que la animación también se aboque a contar nuestras historias y reflejar nuestra identidad. En ese sentido, es destacable el trabajo de Cuba, con la obra de animadores como Juan Padrón, conscientes desde siempre de la importancia de crear personajes que sean fieles a la historia, las realidades y las luchas de sus propios pueblos. Es terrible que en nuestros países aun se sigan emulando los modos de contar y el imaginario de la animación norteamericana y japonesa. Ya es hora de empezar a construir una animación latinoamericana, porque tenemos un pueblo maravilloso y muchas cosas que decir.