“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano.
Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)
CRITICA
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Última parada 174: De autobuses, favelas y otros demoniosPor Alain Arias Barreto
Última parada 174 es de esas películas en las que te sientas y no te puedes parar hasta corridos los créditos finales. Dirigida por el realizador brasileño Bruno Barreto, quien es considerado uno de los “pesos pesados” del cine en su país, la cinta demuestra oficio para hilvanar historias y una actualización en la técnica memorables. Compite en el apartado de largometrajes de ficción en esta 30 Edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
La trama puede resultar familiar para algunos. Y es que hace unos años, los principales informativos del mundo (incluidos los nuestros) publicaban en espacios estelares los impactantes sucesos acaecidos en un ómnibus de la ruta 174 que transitaba por una avenida central en el corazón de Río de Janeiro. Entonces un joven de una favela carioca secuestraba el vehículo con varios pasajeros, desatando una crisis nacional que conduciría a un funesto desenlace.
Tan jugoso contenido no fue ignorado, en lo absoluto, por los medios de comunicación, generándose entrevistas, reportajes especiales, e incluso un documental a partir él. Por tanto, para Bruno Barreto y su equipo de realización, retomar unos años después tan “célebre” acontecimiento bajo estas circunstancias de partida no era nada fácil. Sin embargo, hoy cuando vemos en 110 minutos el resultado final comprobamos lo válido de volver a tan publicitada historia.
Inteligentemente, el director opta por condensar el trágico suceso en no más de 15 minutos y ubicarlo en la última parte de la cinta. Durante todo el tiempo anterior, prefiere centrar la mirada en la evolución psicosocial del máximo implicado en los hechos (el protagonista), proponiendo a la vez un cuestionador examen de la responsabilidad colectiva en la actitud individual en las zonas marginales de la urbe carioca. El hecho es solo un pretexto, porque con esta cinta la intención de Barreto no está en lo obvio, sino en lo sugerido.
La narración fluye coherentemente a partir de un trío de personajes (dos jóvenes sin madre y una madre que busca en uno de ellos a su verdadero hijo) y una serie de situaciones, nada al azar, que les va imponiendo la vida a medida que el tiempo pasa y sus relaciones se complejizan. Con una estructura dramatúrgica clásica, la obra deja ver una pericia especial para componer los diálogos a partir del entorno social en que se desarrolla cada personaje y de la caracterización psicológica que los define.
Técnicamente deslumbra la estética urbana que retrata la película a partir de un montaje ágil en el que predominan los planos cortos, la veloz alternancia de encuadres cerrados con otros más amplios y los constantes cambios de punto de vista ayudados por expresivas cámaras subjetivas. La fotografía de contrastes evidencia notablemente esa contradicción modernidad-pobreza que caracteriza a las grandes urbes de nuestro continente.
Hijo del productor y fotógrafo Luiz Carlos Barreto, Bruno comenzó a ser observado por la crítica tras la adaptación al cine de la novela de Jorge Amado Doña flor y sus dos maridos, todo un éxito en Brasil. Desde entonces ha dirigido obras como Asesinato bajo dos banderas, Cuatro días en septiembre, y Bossa Nova entre otras. En 1997 fue nominado para optar por el Oscar a la mejor película extranjera por Acariciando la muerte. Este año Última parada 174 será la película que propondrá Brasil para competir por ese premio, lo que sin duda evidencia el reconocimiento nacional respecto al filme.
Con esta cinta se evidencia que no ha perdido el pulso Barreto. Continúa demostrando por qué cada obra suya acapara los elogios del público y la crítica. En tiempos de poéticas muy personales, en la que la subjetividad del autor se desborda en propuestas conceptuales en ocasiones demasiado difíciles de decodificar por el espectador, agradecemos películas como esta que, sin renunciar al talento logran hipnotizar a todos a partir de una narrativa más tradicional.
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