Con poco más de 20 años, el mexicano Jonás Cuarón presentó su ópera prima, Año uña, una película hecha exclusivamente con foto fija, que aprovechó para estrenar en el recién concluido XXII Festival Internacional de Cine de Guadalajara, la capital del Estado mexicano de Jalisco.

Aunque este formato no es nuevo en el cine, Jonás Cuarón parece haber sido el primero en evadir la voz en off, al adaptar su secuencia de fotos a los usos del cine de ficción, con diálogos y acciones en tiempo presente.

Para él, hijo de Alfonso Cuarón, director de la célebre Y tu mamá también, y nieto del poeta Salvador Elizondo, su cinta supone ante todo una serie de facilidades muy útiles para hacer una película: los actores, que ya estaban en las fotos y solo debieron añadir sus diálogos para el rodaje; las locaciones, ya elegidas por Jonás al tomar sus fotografías durante el último año, sin saber que haría con ellas una película; la reducción del complicadísimo trabajo de coordinar un abundante equipo técnico; y los costos irrisorios.

En cuanto a la parte estética, una de las tesis del director consiste en demostrar el paso del tiempo y la variabilidad de las cosas. Y nada mejor y más irónico que hacerlo con lo más inmóvil que existe: la foto fija. Uno de los personajes de una novela de Elizondo tenía la facultad de saber, al observar una fotografía, si el sujeto que contenía estaba vivo o muerto. Esta es la raíz de la película y la realización de un proyecto parecido que su abuelo nunca llegó a filmar, que se llamó “Apocalipsis 1900”.

Estrenada el viernes 23 de marzo en el teatro Diana de la capital mexicana, la cinta al principio desconcertó al público, que poco a poco se fue calmando, y 78 minutos después aplaudió la proyección.