El documental mexicano, Pancho Villa, la Revolución no ha terminado, cuenta la vida de Ernesto Villa, hijo del prócer revolucionario Pancho Villa, quien regresa a su país ocho décadas después de residir en los Estados Unidos para descubrir que la obra de su padre sigue viva. El realizador de esta película es Francesco Taboada Tabone, de quien supiéramos por su documental Los últimos zapatistas (2004), que obtuviera más de una decena de premios internacionales.
Taboada (1973) es originario de Cuernavaca, Morelos. Estudió licenciatura en Ciencias de la Comunicación y se ha dedicado a la investigación y el rescate de la tradición oral. También ha sido profesor de historia de México y realización documental en distintas universidades, aunque su formación como cineasta es autodidacta. De su experiencia me habló en este diálogo.
¿Qué llegó primero en usted: la vocación de activista social o la de artista?
Mi primer interés fue el cine. Desde muy niño realizaba guiones en los que incluía las tomas y los diálogos. Al graduarme como licenciado en Ciencias de la Comunicación, realicé dos cortometrajes de ficción que ya tenían un evidente objetivo de crítica social. Sin embargo, no es hasta que comienzo a filmar Los Últimos Zapatistas cuando el cine se convierte en una herramienta para rescatar y preservar los testimonios de los antiguos combatientes. Mi entrada al cine documental fue después de conocer a los veteranos zapatistas. El estar frente a ellos, el convivir durante más de un año, el escuchar la firmeza de sus ideales y, sobre todo, el estar en contacto con la pobreza y la injusticia que los rodeaba, transformó mi manera de concebir el cine.
Ya que sus películas abordan temas sociales, de denuncia, ¿cómo separa la militancia de la demanda de significación estética?
Para que un mensaje social de fondo trascienda es necesario que sea respaldado por la forma. La técnica y la estética deben fundirse con la ideología. En nuestra concepción del arte es fundamental lograr la compatibilidad de la denuncia social con la obra artística, que a su vez no se encuentre cargada de intelectualismo, sino que logre llegar a la conciencia del público claramente. En nuestros países, no podemos ser imitadores de lo que se hace o deja de hacer en las capitales europeo-estadounidenses. La injusticia nos obliga a la denuncia. En nuestro continente, el artista es representante natural del pueblo y tiene una responsabilidad social. Es por esto que el cine documental se convierte en el género ideal para los cineastas latinoamericanos.
Dentro del documental latinoamericano contemporáneo se da una tendencia de cineastas jóvenes a interrogar el pasado para encontrar respuestas a interrogantes del presente. ¿Cree usted esa cómo una vía válida para abordar nuestros problemas como culturas neocoloniales?
En nuestras dos obras documentales, Los últimos zapatistas y Pancho Villa, la Revolución no ha terminado queda de manifiesto la espiral histórica; es decir, Zapata y Villa son parte de una estirpe de luchadores sociales que nace en 1492 y que sigue hasta la fecha. Herederos de su lucha y de la lucha de Cuauhtemoc, Lautaro, Guaicaipuro, son el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, los macheteros de Atenco y las más de diez guerrillas que operan en México, pero también las Madres de la Plaza de Mayo y Quebracho, en Argentina, la Revolución Bolivariana en Venezuela y Ecuador, el Movimiento al Socialismo en Bolivia, los Sin Tierra en Brasil y tantas organizaciones más en todo el continente. Nuestro presente no se explica sin el testimonio de los que han luchado antes que nosotros.
El rescate de la memoria es otro de los cometidos de su trabajo. ¿Cómo investiga para sus documentales y hasta qué punto el investigador tributa al realizador audiovisual?
Creo fundamental tener una base de investigación profunda para lograr un proceso de creación trascendental. El método que utilizamos es en su mayor parte investigación de campo. De nuestro equipo de trabajo somos tres que estudiamos la Maestría en Estudios Mesoamericanos en la UNAM, con el objetivo de conformar un método con mayor disciplina. Creo que el largometraje documental latinoamericano no sufre de investigaciones precarias, por el contrario, es uno de sus puntos fuertes; sí creo que "la forma" es limitada, la fotografía a veces se olvida y se privilegia el contenido sobre la estética o el lenguaje cinematográfico. Nosotros hemos tratado de conciliar ambas partes.
Ha anunciado como sus proyectos futuros la realización de sendos documentales acerca de la planta del maguey y del comediante mexicano Germán Valdés "Tin Tan”. ¿Por qué escogió esos temas? ¿Qué enfoque dará al tratamiento de cada uno de ellos?
El maguey es un símbolo de resistencia en México. Miles de comunidades en nuestro país desarrollan su proyecto civilizatorio en torno a esta planta, con características rituales y prácticas. Su integración a la lista de vegetales en proceso de extinción en América obliga a voltear los ojos hacia él. Además, representa una oportunidad hermosa para retratarlo. No ha habido artista plástico mexicano que no haya sucumbido a la tentación de plasmar un maguey en su obra. La película estará hablada en otomí y náhuatl, dos de las lenguas indígenas mexicanas. Por el contrario Tin Tan, está desprovisto de ritualidad y su figura es hoy una apropiación de las nuevas generaciones como icono de resistencia popular. Como precursor del movimiento "Pachuco" en la frontera de México con EE. UU., Tin Tan ha adquirido una personalidad generadora de identidad. También estamos escribiendo un guión en torno a Hugo Chávez.
¿Hasta qué punto se vuelve complejo en su cine prestar voz a aquellas comunidades y discursos excluidos de los circuitos de circulación masiva y al mismo tiempo mantener su posición de mediador?
Nuestro objetivo es precisamente dar voz a los sin voz. El cine nos da la oportunidad de transmitir el mensaje de los desposeídos a gran escala. La obra cinematográfica viste al mensaje de un atuendo artístico que encuentra ventanas en festivales de cine, circuitos de cine de autor y alternativo y distribución en formato dvd. Tanto Villa como Zapata son innegablemente fundadores de nuestra sociedad moderna, y como tales generan interés nacional y continental. Nuestro objetivo es dejar muy claro que la Revolución de ambos aún no ha terminado.