A Ernesto Daranas parece que todo le sale bien. Estudió Geografía y sin terminar la carrera empezó a escribir para la radio. Aún lo hace. Y de todo: crónicas, semblanzas, teatros, cuentos, series dramáticas y radionovelas. En la televisión, ha sido guionista para cuentos y teleplays que no siempre dirigió él. Ya realizaba documentales; uno de ellos, Los últimos gaiteros de La Habana, en coautoría con Natacha Vázquez, ganó el premio de Periodismo Rey Juan Carlos, en el 2004. Por esa fecha tenía otra historia en el bolsillo, ¿La vida en rosa?, que inicialmente no pensaba dirigir; pero "tenía tanto que ver con mis obsesiones que decidí dirigirla yo mismo. En fin, los teleplays me dieron la oportunidad de experimentar a nivel de estructura narrativa, de puesta en escena, de montaje, algo que en otro momento hubiera sido impensable en la Televisión". Con esa pieza arrasó en el Festival de Televisión correspondiente.
Precisamente por los teleplays, teatros y cuentos trasmitidos hace unos años por la televisión, todos con una factura de calidad media hacia arriba, en el Ministerio de Cultura decidieron apoyar con algún financiamiento a guiones que con bajo presupuesto pudieran hacerse con el Instituto Cubano de Arte e industria Cinematográfica, ICAIC.
Así llegó a esta institución Los dioses rotos como proyecto de película. Fue aprobado, y Daranas acometió su primer largometraje para la pantalla grande. Aún sin terminar, en el VI Festival de Cine Pobre obtuvo el premio a la Mejor Maqueta de Largometraje de Ficción: un empujoncito para llevar su cinta a 35 mm; y en la edición XXX del Festival de La Habana, ya finalizada, mereció los galardones de la Prensa Especializada, del Círculo de periodistas culturales y el Premio del Público. A su vez, fue seleccionada por los especialistas entre las diez cintas más significativas que se vieron en la Isla en el 2008: la única cubana que obtuvo tal distinción.
Transcurrieron tres años desde que la película recibiera el visto bueno para filmarse hasta su estreno. Y mucho tesón exigió de sus realizadores para que se pasara del formato digital hacia 35 mm. Lo lograron tocando una y otra puerta hasta conseguir el financiamiento, porque si bien resulta más barato filmar con la nueva tecnología, al ejecutar el transfer se encarece el producto; aunque no tanto, por supuesto, porque Los dioses rotos es de todas formas una cinta de bajo presupuesto, hecha totalmente con inversión cubana y muchísimos deseos de alcanzar un buen cine sin tantos recursos.
Pudo ser de otra manera. Daranas lo ha contado. Le ofrecieron coproducciones para las que tenía que acceder a que trabajaran actores y actrices de otros países, además de diversos especialistas. Pero ni el director ni su equipo aceptaron: esta es una cinta que necesita la mirada cubana en cada uno de sus ingredientes.
La trama que cuenta Los dioses… nació tiempos atrás, cuando el versátil realizador efectuaba una investigación para una serie documental sobre la transformación de algunas zonas de la capital cubana. Descubrió que en pleno siglo XXI, en el barrio de San Isidro, cien años después de su muerte, se sigue venerando como un Dios a Yarini, el chulo más popular que ha parido Cuba. Daranas vio flores en la ceiba donde fue ultimado el amante amado; y descubrió entre los nuevos “Yarinis” un culto a aquel proxeneta que murió en un duelo contra franceses de su oficio. “Todo me llamaba poderosamente la atención, especialmente a partir de conocer una historia real muy parecida a la del famoso Alberto Yarini. “Entonces creé esta que se mueve en la ficción, pero que en su tratamiento coquetea con el documental, sin pretender una mirada novedosa, pero sí auténtica y veraz, que comunique emociones; que sea un entretenimiento, de ser posible inteligente”, ha comentado Daranas. Una vez más, el director ha logrado su propósito: su filme atrapa de tal suerte que el espectador involucra totalmente en un relato que, de no estar tan bien contado, parecería absurdo.
Que una profesora universitaria, investigadora, sea atrapada en las redes de la sensualidad y sexualidad de un gigoló parece ilógico; más puede suceder, sin embargo. Pero Los dioses… trasciende el supuesto de ser una cinta sólo de portañuelas. Sus mujeres no sólo aman y sucumben a los embrujos del sexo: ellas se plantan bien y exigen; incluso Sandra, cuando hace que el poderoso y temido Rosendo saque a todas sus hembras de la casa para reinar ella en pleno.
Por supuesto, para hacer creíbles tamaños cuentos no basta solamente con un guión excelente. Precisa de calidad en las actuaciones; y en este caso se consiguieron altos quilates, con Silvia Águila, Carlos Ever Fonseca, Héctor Noas, Isabel Santos, Manuel Oña, Mario Limonta, Patricio Wood y Amarilis Núñez, por nombrar sólo algunos actores y actrices. Pues junto a estos reconocidos hacedores intérpretes, hay otros que son un verdadero descubrimiento. Daranas refiere: "Para buscar a los personajes más jóvenes tuve que hacer el casting completo, lo que me permitió descubrir mucho talento, sobre todo entre las muchachas. Entre los agradables hallazgos está Annia Bu Maure, quien a pesar de ahora aparecer en el reparto de varias películas, tuvo en Los dioses... su primer encuentro con el cine. Ella, una joven muy talentosa, será, pienso, un icono de la nacionalidad, por su proyección humana y su aspecto físico: síntesis casi perfecta de cubanía".
La historia de Laura, la investigadora, es solo parte de una película que se propone el amplio acercamiento a zonas de la realidad cubana actual. La prostitución como un fenómeno visto desde distintos ángulos, la sordidez de los negocios de los bajos fondos y el AMOR son algunos de los asuntos que, mostrados al espectador, pueden, en tanto obra de arte, despertar diferentes lecturas.
Daranas durante el rodaje al preguntarle sobre sus éxitos, durante el Festival de Cine, Daranas me dijo: "Aprendí, eso sí, a rodearme de gente valiosa y honesta que me dice en la cara lo que piensa. Ellos me salvan de muchos extravíos". Entre esos fieles que lo rodean están Rigoberto Senarega, en la dirección de fotografía; Eric Grass, que tuvo a cargo la dirección de arte; Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galbán, en la música; Pedro Suárez en el montaje, y otros especialistas, que han hecho posible una pieza acabada, en la que no se ven costuras y más parece filmada por un consagrado que por un debutante.
Para Daranas, una clave del resultado de sus obras está en "escribir sobre lo que conozco, referirme siempre a temas con los cuales me siento cómodo y seguro, lo que me permite transmitir algo de verdad, tal vez de sinceridad. Eso indudablemente facilita la necesaria comunicación con los espectadores. El lunetario me importa".
La primera vez que vi Los dioses… fue en el Festival de diciembre, pero todavía me sigue seduciendo porque se trata de CINE. Lo que me extraña es que aún no haya sido enviada a algún Festival… ¿Acaso no tienen peso suficiente los premios conferidos por la prensa, además de la reacción del público que en las últimas semanas ha manifestado su complacencia a palmadas batientes; o los numerosos críticos que la han defendido, aparte de algún que otro cuestionamiento menor?
Hay que ir las salas, para comprobar que con esta película la mayoría de los espectadores se ponen de acuerdo y aprueban sin reservas el argumento que se les propone. Sea en el Yara o el Payret, el público se involucra; y terminada cada proyección se levanta y aplaude la llegada con pie derecho a la pantalla grande de otro nuevo —y buen— director.
DARANAS REFLEXIONA LUEGO DEL ESTRENO
“Una obra deja de pertenecer a sus autores en el momento en que se comunica con el público, a partir de ahí comienza una relación totalmente libre en la que de nada vale lo que uno diga, sino lo que la obra exprese en sí misma. Y hasta aquí, lo que hemos recibido a cambio, compensa sobradamente tanto esfuerzo y tanta incertidumbre; porque la verdad —al menos en mi caso— es que uno nunca está completamente seguro de lo que hace. Por eso, más allá de la aprobación popular, nos estimula ir descubriendo que prácticamente todo lo que se ha movido alrededor de la película, incluyendo lo que pueda objetársele, proviene de la pasión, de la inteligencia y de ese compromiso que sentimos todos por lo que somos, por nuestros problemas y por como queremos que sean las cosas. Y esto es esencial, porque todos sabemos que las colas en los cines no son el único indicador del impacto real de una película. Igual, ha sido una feliz coincidencia que hayamos estrenado tras El cuerno de la abundancia, que fue una película con tremenda aceptación, lo que nos demuestra que nuestra gente sí va al cine a ver lo que le interesa y que la mejor manera de recuperar a nuestro público es con las películas nuestras. Kangamba, Omertá, El Cuerno, Los Dioses; y ahora La Anunciación y Ciudad en Rojo, presentándose una tras la otra. Hace mucho tiempo que algo así no ocurría y es importante que sean propuestas completamente diferentes. Igual lo es que las nuevas generaciones de cineastas puedan concretar sus miradas para que enriquezcan y complejicen este espectro. Y es justamente este público que ahora acude masivamente a ver nuestras películas el que nos dice cuánto más se impone trabajar por el cine que hacemos.”
OPINAN LOS PROTAGONISTAS
A la Laura investigadora la ayudó sobre todo la actriz. La actuación exige un nivel de compromiso total con el personaje. Es para mí un acto de fe en el cual me va la vida. Leí todo lo que pude sobre Alberto Yarini y la época en la cual este vivió. Me apoyé mucho en el libro San Isidro, 1910. Alberto Yarini y su época, de la gran estudiosa e investigadora del tema, Dulcila Cañizares. Estuve luego en el barrio de San Isidro, recorrí los lugares donde vivió y murió este personaje tan controvertido de la historia popular. Llegué a sentir un profundo interés sobre el tema y esto me llenó de una pasión, creo yo, muy cercana a la que debe sentir la persona que decide estudiar, investigar un tema. La Laura investigadora es una mujer con la constancia suficiente como para no detenerse hasta demostrar la tesis de su investigación: la vigencia de un mito.” (Silvia Águila)
“Cuando comencé en el mundo de la actuación, lo primero que aprendí es a no juzgar a ningún personaje. Más allá de tu educación, de tus valores, de tu historia de vida, cuando vas a encarnar un personaje tienes que entenderlo y defender sus razones, claro, no es que cambies tu vida, sino que debes tener los ojos y el alma bien abiertos y ponerte en el lugar de los demás, pero de verdad. Y así fue como me enfrenté a Sandra, sin ningún tipo de prejuicio.” (Annia Bu Maure)
“Alberto no será un personaje lleno de virtudes, pero tampoco lleno de defectos. Es un personaje dramático, muy complejo en matices psicológicos. Son muchas las características que lo convierten en un personaje especial y deseado por otros actores. He tenido una suerte muy grande en poder interpretarlo. Todo me resultó difícil a la hora de meterme en la piel de este personaje, creo que ese fue su primer encanto.” (Carlos Ever Fonseca)
“Interpretar a Rosendo, más que un regalo, ha sido un privilegio. Es de esos personajes que están tan excelentemente bien escritos, que prácticamente solo hay que relajarse y disfrutar haciéndolo. Cuando supe que haría ese personaje sabía que tenía que construirlo dentro de los referentes actuales, un personaje que marcara cierta diferencia con lo que vemos diariamente en la calle. Tenía que hacer algo creíble pero diferente, alejarme del esquema. Un hombre como Rosendo, que controla toda una zona de La Habana, que tiene a "chulos duros" trabajando para él, que tiene una clientela como religioso, un buen nivel de vida y que es respetado a muchos niveles, no puede ser un hombre decadente o con un comportamiento marginal. Debe ser alguien con cierta cultura, con una zona de la personalidad que mueva al encanto. Rosendo debía ser alguien inteligente.” (Héctor Noas)
“Con Los dioses rotos acaba una vez más el ciclo incesante de tantos Yarinis que surgen una y otra vez para alimentar los mitos del sexo criollo. Para mí, asumir esta historia desde la Dirección de Arte, implicaba proyectarme a una Habana latente en ricas locaciones de estilos contrapuestos, excluyentes; estilos de vida formadores de una expresión estética ecléctica en sus paradigmas, pletóricos de referentes históricos que coexisten con uno mismo, como lo fue para la época del ilustre antihéroe la aportación del mestizaje entre culturas europeas, norteamericanas y criollas.” (Erick Grass)
“El rodaje estaba previsto para marzo-abril y por razones de producción se fue postergando hasta julio y agosto, cuando La Habana está en su máxima efervescencia popular y la luz en el pleno apogeo de su contraste. Fue un verdadero reto para todos porque siempre fue un propósito respetar los ambientes naturales de cada locación y la falta de equipamiento adecuado en iluminación nos obligó a cerrar un poco la puesta en escena inicial, pensada en otras condiciones, y reajustarla sobre la marcha sin perder la esencia narrativa. La Habana, personaje protagónico de esta historia, nos hacía pagar un precio por hurgar en sus secretos y tratar de convencerla de que se vería bella, digna, maternal. Recuerdo a una señora, moradora de un solar maltrecho y carcomido, mirar al monitor y comentar entre irónica y nostálgica, qué lindo se veía por el 'vidrio’.” (Rigoberto Senarega)
¿QUÉ DICE EL PÚBLICO?
Está en talla, tiene de todo, buena historia, me gustó muchísimo. (Joaquín Hernández, artesano)
“Aborda temas de la realidad cubana desde un punto de vista investigativo, no pretende hacer una crítica directa sino que analiza las causas que llevan a esas situaciones. Las actuaciones están bien logradas. Me parece que se cumplen los objetivos del director y gustará a todo el mundo que la vea. (Grissel Balán, estudiante de Comunicación Social)
“Está basado en un hecho real, en Yarini. Me gustó el montaje, la fotografía, el sonido, todo me gustó”. (Damián Hernández, proyeccionista)
“Los artistas trabajan muy bien. Me parece excelente.” (Rubén González, contador)
“Yo creía que la película era sobre Yarini. Quizás por eso no me gustó tanto.” (Yurisleidy González, secretaria)
“Es lo mejor del cine cubano que he visto en mucho tiempo. Le debían haber dado varios premios en el Festival. (José Alberto Quintana, maestro)
“Hablan demasiado bien de los chulos, que todos son unos sinvergüenzas, empezando por Yarini.” (Julia Pérez, enfermera)
“Es una de las mejores películas en la historia del cine cubano. El espectador se siente identificado con una realidad social que le ha tocado vivir y con una trama en que cada suceso es como si tú lo estuvieras viviendo. Tiene una excelente fotografía, dramaturgia, con una impecable dirección de actores y con un nivel de actuación que sin dejar de tener flojos algunos pequeños detalles, logra su propósito. Es una cinta comparable con muchísimas extranjeras, con una idea y guión para destacar. (Luis García López, estudiante de Historia)
“Las mujeres al final quedan mal paradas, todas bailan al compás de los chulos y eso en Cuba no es así, tan fácil, incluso para la empresaria que se va a México.” (Loraides Acosta, peluquera)
“De Los dioses rotos deberían tomar ejemplo muchos realizadores, pues descubre una Cuba actual. Creo que es tiempo de dejar un poco atrás la era de los esclavos y colonizadores. Se adentra en la vida de muchas jóvenes que por falta de orientación viven y sufren los maltratos del proxenetismo, situación penalizada por nuestro país, pero que aún persiste. Las actuaciones estuvieron muy bien logradas, desde las estrellas Isabel Santos y Mario Limonta, hasta los más jóvenes como Carlos Ever Fonseca y Alina, aunque en el caso de Alina me hubiese gustado la interpretación de ese papel a Edenis Sánchez (Alelí de Al compás del Son), Es evidente que no se pueden quedar atrás Héctor Noas y Silvia Águila, dos que no son tan jóvenes pero que en cada actuación nos dejan un gran sabor. Considero que la película debe ser el punto de partida de abrir un poco a la población cinéfila la cruda realidad que se vive en Cuba y, en función de eso, combatirlo con más arraigo.” (Dazi Amarilis Palacios Ferrer, informática)