“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA
  • Hombre mirando al sudeste: Una delirante metáfora

    A veinte años de su estreno, Hombre mirando al sudeste, notable película del realizador argentino Eliseo Subiela, ha envejecido bien, resistiendo el paso del tiempo gracias a su profunda mirada del mundo contemporáneo, a sus buenas actuaciones y a una lúcida puesta en escena.

    En un hospital psiquiátrico bonaerense, se presenta un desconocido joven llamado Rantés (Hugo Soto). Dice no ser un paciente desquiciado más, sino que un extraterrestre. El hombre hace salir de su eterna letanía al escéptico doctor Denis (Lorenzo Quinteros).

    Y es que el doctor Denis es un hombre que descree de todo, se encuentra hastiado de su trabajo, cansado de no poder curar a nadie, cargando un divorcio y con una lejana relación con sus dos pequeños hijos. Solamente el saxo y el whisky logran motivar su gris devenir.

    Sin embargo, esa aparición desde la nada que hace Rantés en su vida consigue despertarlo. El supuesto enfermo mental exhibe un sentido crítico del mundo y de la psiquiatría, y asegura con desparpajo ser un hombre venido de otro planeta.

    Lo curioso es que la duda se apodera del médico y pasa a ser el tema central aparente de la cinta de Eliseo Subiela (Tango feroz, El naufragio, El lado oscuro del corazón). No obstante, la inquietud reseñada no es más que una máscara, un juego de espejos que propone el inquieto director para sus espectadores más incautos.

    El verdadero propósito del cineasta trasandino es denunciar la estupidez, la banalidad, la frialdad, la indolencia, la falta de conciencia social y el consumismo del delirante mundo que se estaba construyendo a fines de los 80, el que –en verdad- en veinte años no ha hecho más que acrecentar esas lóbregas características.

    De allí es que Hombre mirando al sudeste cautivó a los jóvenes argentinos que por esos años no iban al cine a ver películas propias y convirtió esta cinta en un fenómeno muy bien recibido por el público chileno más informado.

    El éxito de este filme, entonces, radica en su canto en contra de la desigualdad social, de la arrogancia del ser humano y de la ineficiencia de la psiquiatría en enfermedades mentales graves, como la que padece Rantés.

    Asimismo, es digno de destacar la notable actuación de Lorenzo Quinteros como el amargado doctor Denis, que empalidece a sus compañeros de escena, con su interpretación cuidadosamente estudiada, y un talento que se echa de menos por el cine de estos pagos.

    Hombre mirando al sudeste es una película descreída, profundamente escéptica, triste y crítica hasta la médula con el ser humano y con el mundo que habita. Destacan, también, su sobria fotografía y la muy potente música compuesta por Pedro Aznar.

    A veinte años de su estreno, este filme merece ser revisitado pues su apuesta fue arriesgada, sin concesiones y con la oscura idea de que Dios dejó al ser humano abandonado a su suerte en un mundo frío y hostil, donde se mueve como un animal herido, lastimando impunemente y sin capacidad alguna de compasión, ternura o simple empatía por la suerte del otro.

    Si Rantés es un extraterrestre o un loco más importa un carajo. Lo único cierto que propone Subiela con sus “metáforas visuales” y su texto pretencioso pero inteligente, es que el hombre mirando en cualquier sentido, se está derrumbando. Poco a poco.

    (Fuente: culturaytendencias.cl)


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