De la barbarie al tremendismo
Por Francisco Peña
Carandiru, del cineasta Héctor Babenco, es un gran fresco o tapiz que intenta captar la vida de los presidiarios en dicha cárcel, tan famosa como la vieja prisión de Lecumberri en el Distrito Federal. Carandiru fue una cárcel modelo, resultado de las ideas arquitectónicas funcionalistas de finales de los 50, donde a veces se confundía lo grandioso con lo grandote. El hecho es que la prisión fue diseñada para albergar a 4 mil presos y llegó a tener más de 7,500.
Babenco, con algunas películas en Hollywood, entre las que sobresalen El beso de la mujer araña e Ironweed, vuelve a los ambientes de lumpenproletariado que manejó en la cinta Pixote, que lo lanzó a la fama internacional al tratar el tema de los niños de la calle, antes de que se convirtiera en bandera de fundaciones filantrópicas, hipócritas preocupaciones sociales y reportajes amarillistas de televisión.
El director organiza su cinta de manera clásica, es decir, toma una serie de personajes tipo y los interrelaciona para dar una idea del hacinamiento y corrupción de la cárcel de Carandiru. Pero en su presentación no desdeña los elementos comerciales del tremendismo, la violencia, el sexo, la droga y ciertos toques cómicos y amarillistas.
El resultado es una cinta comercial con altibajos: secuencias muy logradas y otras malas. En síntesis, una cinta a la que le sobra como media hora de material, lo que causa redundancia y da la impresión de que se le cae el ritmo y la intensidad dramática a la película.
Su narración clásica hace que todo gire alrededor de un personaje testigo: el doctor de la cárcel. Desde su posición de médico, que no juzga moralmente a los presos, se convierte en depositario de las historias de los personajes secundarios: presos de todo tipo, desde asesinos hasta ladrones, pasando por drogadictos y homosexuales. Además, Babenco se toma su tiempo para que cada personaje cuente su historia, sea a cámara o con flashbacks que ponen a la cinta en relación con el medio social exterior.
Algunos de estos personajes tipo son Peixeira, el frío asesino que termina convertido en evangelista; Moacir, el ladrón de joyas, convertido en líder y juez de los presos; Zico, el vendedor de droga al menudeo, que termina muerto por su conducta errática; Deustede, el asesino que venga la honra de su hermana.
Además están los asaltantes de carros blindados que transportan dinero; la historia de amor de los homosexuales Ladi Di y Sin Remedio, que se casan en prisión; la historia pícara y cómica de Su Majestad, vendedor de droga al mayoreo, casado con dos mujeres; Chico, el viejo de la cárcel y el único que sale de la prisión.
Cada uno de ellos cuenta su historia al médico, lo que le permite a Babenco revisar rápidamente el ambiente del crimen en las distintas clases sociales de Brasil, claro, con énfasis en los pobres.
Uno de los logros evidentes de la cinta es la ambientación realista de la cárcel, con su amontonamiento, con su atmósfera personalizada donde cada preso convierte a la celda comunal en un espacio propio lleno de fotos, graffittis, etc. Esta ambientación, tan latinoamericana, está muy lejos de las prisiones impersonales y deodorizadas del cine estadounidense.
Algunas de las historias de los presos abordan las relaciones interpersonales fuera de la cárcel. Destacan los problemas de pareja y sexuales de los asaltantes de carros blindados, y la comedia con la que se narra la historia de Su Majestad, quizás la más redondeada de la película.
Majestad y su primera mujer
También destaca la relación amorosa gay de Ladi Di y Sin Remedio. Estos dos personajes están más alejados del estereotipo porque son de los que más muestran sentimientos y de donde surgen los mismos. Su amor está teñido por el temor al Sida y, al superarlo porque están sanos, confieren a su relación el toque de la fidelidad. En ese sentido, Babenco evita el regodeo sexoso amarillista y se concentra más en la emoción, por lo que la escena del matrimonio no resulta grotesca sino humana.
Luego de plantear las historias personales de crimen, interrelaciona a los personajes dentro de la cárcel. Así, aborda el tráfico y consumo de drogas, las ejecuciones decididas por la Suprema Corte del crimen, las conversiones religiosas y otras situaciones al interior de Carandiru.
Obvio, Babenco quiere contar todo y no deja caer nada, por lo que la película se extiende demasiado. Sin embargo, hay secuencias interesantes como el día de visita a los presos, que incluye la visita conyugal; también está el clásico partido de futbol y el evento artístico del año, con la visita de una cantante sexy que les recuerda como usar los condones en medio del entusiasmo popular.
Los altibajos se presentan cuando Babenco extiende demasiado sus hallazgos. Se regodea en el ambiente carcelario, alarga las historias personales y las explicaciones. Así, la atmósfera se vuelve redundante y los rasgos de carácter que definen a los presos dejan de aportar novedad: todo se vuelve predecible.
Para cuando se llega al motín en la cárcel de Carandiru, hecho que causó conmoción y es el origen creativo de la cinta, ha pasado demasiado tiempo en pantalla. Para colmo, el motín está narrado de la misma forma: se extiende demasiado. Los detalles se acumulan sin aportar nada al desarrollo de la historia ni a los personajes.
El problema entonces es el regodeo en las imágenes y en las situaciones de violencia, como oferta comercial para el morbo de los espectadores. Babenco insiste -literalmente- en ríos de sangre por las escaleras, ejecuciones reiteradas a plomazos, cadaveres por todos lados... Se tarda en ver como mueren o se salvan los personajes.
La vena amarillista y morbosa de regodeo le resta al film intensidad, precisión y honestidad. Su innecesaria extensión perjudica el retrato social y rompe con la trama de la cinta: las buenas secuencias se van aislando al ser interrumpidas por escenas redundantes que vuelven a decir lo mismo.
Sin embargo, en general es una cinta que se puede ver mientras el espectador sea conciente de los altibajos que contiene. Las secuencias logradas dejan ver lo mejor de este realizador, aunque también se notan en el film sus concesiones comerciales y falta de disciplina en el manejo del guión y la edición final.
Carandiru es un microcosmos que refleja las contradicciones del cine comercial brasileño, que oscila entre la descripción social acertada y las concesiones al morbo y el tremendismo. Esas mismas contradicciones del filme también son espejo de la carrera de Babenco: un talento innato para manejar imágenes, que se ha desdibujado al paso del tiempo en su lucha por sobrevivir en el cine comercial.
From barbaric to dreadful
By Francisco Peña
Carandiru, from filmmaker Héctor Babenco, is a great fresco or tapestry that tries to capture the lives of convicts in the prison of Carandiru, as famous as the old prison of Lecumberri in the Federal District. Carandiru used to be a model prison, resulting from the functionalist architectonic ideas of the late 1950´s, where sometimes the notions of grandiose and oversized were mixed up. The fact is that the prison was designed to house 4 thousand inmates and it ended up exceeding the number of 7,500.
Babenco, who has made some films in Hollywood, among which El beso de la mujer araña and Ironweed standout, recaptures the environments of lumpen-proletariat that he tackled in the film Pixote, which made him famous internationally since it deals with street children, before the theme became a banner for philanthropic funds, hypocrite social worries and sensationalist television coverage.
The director organizes the film in a classical way, that is to say, he takes a series of model characters and interrelates them to give the idea of the overcrowded and corrupted situation in the prison of Carandiru. But in this presentation he does not disdain the use of commercial elements such as sensationalism, violence, sex, drug and certain touches of humor and muckraking.
The result is a commercial film with ups and downs: very successful frames coexisting with awful ones. Summarizing, it is a film that could abstain from half an hour of material, which causes redundancy and the feeling that the dramatic pace and intensity of the film grow down.
In its classical scheme, the whole story spins around a witness character: the prison doctor. From his position as medical doctor, who does not judge the inmates morally, he becomes the depositary of the stories of secondary characters: all types of convicts, from murderers to thieves, passing through drug-addicts and homosexuals. Besides, Babenco takes time for each character to tell his story, either in camera or using flashbacks which connect the film setting with the external social life.
Some of the model characters are: Peixeira, the cold blooded murderer who ends up becoming an evangelist; Moacir, the jewels´ thief who becomes a leader and judge for the inmates; Zico, the retail drug dealer, who finally dies as a result of his erratic behavior, and Deusted, the murderer who avenges his sister’s honor. ´
There is also the assailants of bullet proof cars transporting money, the homosexual love story between Lady D and Sin Remedio, who get married in prison, the coquettish and funny story of Your Majesty, wholesaler drug dealer, married with two women; Chico, the old man and only inmates who manages to leave prison.
Each of them tells his story to the doctor; this allows Babenco to make a fast examination of the crime atmosphere in the different social strata of Brazil, with particular focus on the poor. One evident achievement of the film is the realistic setting of the prison, crammed and crowded place with a personalized atmosphere where each inmate has in his prison cell a personal space full of photos, graffiti, etc. it is a very Latin American like setting, very different from the odorless and impersonal prisons of the American movies.
Some of the inmate stories deal with interpersonal relationships outside the prison. The marital and sexual problems of the assailants of bullet proof cars is very relevant, and the comedy tone in the story of Your Majesty and his first wife is probably the most rotund of the film.
The gay love story between Lady Di and Sin Remedio is also noteworthy. These are the least stereotyped characters because they show their emotions and the origin of their feelings. Their love is shadowed by the fear of Aids and once they get over the fear and realize they are healthy, they live their love affair with a touch of fidelity. In this sense, Babenco avoids gloating in sensationalist sex scenes and focuses on emotion, thanks to that the wedding frame is not felt as grotesque but as a human one.
Once the personal crime stories of the characters are presented, they interact inside the prison. That is how the situations of drug dealing and addiction, the executions decided by the Supreme Court, religious conversion, and other situations inside Carandiru are dealt with.
Obviously, Babenco wants to narrate everything and leaves nothing out, which is the reason why the film is too long. Nevertheless, there are interesting frames such as visiting day to the prison, including the marital visit, also the classical soccer game and the artistic event of the year, with the participation of a sexy singer who reminds them how to use condoms amidst the popular enthusiasm.
The ups and downs appear when Babenco extends his findings too long. He indulges in the prison atmosphere, and stretches the personal stories and explanations. Thus, the atmosphere becomes redundant and the inmate’s personality traits loose novelty: everything becomes predictable.
When the frame of the Carandiru mutiny is presented, event which caused commotion and is the creative origin of the film, the film has already become too long. On top of that, the mutiny is narrated in the same way: it takes too long. Details pile up without contributing to the development of the story or the characters.
The problem resides in the indulgence in the images and violent situations, as a commercial offer for the morbid fascination of the spectators. Babenco insists -literally- in showing rivers of blood flowing down the stairs, repeated gun executions, corpses everywhere. It takes a long time to see how the characters die or survive.
The sensationalist and morbid vein of the film affects intensity, precision and honesty. The unnecessary extension harms the social portrait and breaks the narrative of the film: the relevant frames become isolated since they are interrupted by redundant frames which repeat the same over and over.
Nonetheless, it is a film worth seeing, as long as the spectator is aware of its ups and downs. The good frames show the best qualities of this filmmaker, although his compromise with commercial interest and lack of discipline in managing the script and final edition can also be noticed.
Carandiru is a microcosm reflecting the contradictions of the Brazilian commercial film industry, ranging from correct social description to compromise with morbidity and sensationalism. These are the same contradictions that characterize Babenco in his career as filmmaker: an innate talent to work with images, which has been blurred with the passing of time due to his struggle for survival in commercial films.
(Fuente: Cine Visiones)