“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Boogie, el aceitoso, de Gustavo Cova, duro de matar
    Por Diego Batlle

    Aunque se "vende" como "la primera película argentina en 3D" y se exhibe en la veintena de salas digitales que existen aquí para dicho formato, Boogie, el aceitoso fue pensada y luce como un film estereoscópico sustentado en una animación tradicional 2D sobre fondos tridimensionales y... con el agregado a último momento de algunas balas que parecen surcar la pantalla y dirigirse hacia el espectador. Nada demasiado revolucionario que digamos.

    Es precisamente en la intregración entre elementos 2D y 3D que el film muestra sus mayores problemas técnicos. Carencias que, de todas maneras, se ven compensadas por un entramado rico en detalles, en hallazgos visuales y en un respeto por la estética artesanal del cómic original de Fontanarrosa.

    Si la película no quisiera ser más "moderna" de lo que es (fruto de los profundos cambios de los últimos dos o tres años en las tecnologías de exhibición que obligaron a readecuar el producto final), podría decirse que la experiencia funciona en buenos términos. Las imágenes en muchos casos son vistosas, los trabajos en las voces de Echarri, Dupláa y los personajes secundarios son logrados, mientras que los efectos de sonido, el diseño de arte y la edición suman bastante.

    Es verdad que las persecuciones y las balaceras abruman un poco porque ocupan demasiado metraje (la película bien podría durar algunos minutos menos), pero las andanzas de este antihéroe/mercenario/veterano de mil batallas, misógino, machista, xenófobo y desalmado resultan en varios pasajes entretenidas.

    Los realizadores mantienen la estética noir, con referencias al cine de gángsters, al bélico, al policial, a la comedia negra, al de juicios, al western y, claro, a la obra en general de Fontanarrosa, más allá de las citas más obvias al Charles Bronson de El vengador anónimo, a Harry, el sucio o al cine de Vietnam a-lo-Apocalipsis Now.

    Así, con sus hallazgos y carencias técnicas y narrativas, esta recuperación del duro más duro de la historieta argentina termina con saldo favorable y resulta, por lo tanto, un producto recomendable. Por supuesto, no para feministas, ONGs políticamente correctas ni defensores de minorías étnicas y sexuales.

    (Fuente: Otroscines.com)


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