“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Lula, el hijo de Brasil, un melodrama de ribetes épicos
    Por Albert Gilbert

    La película podría haberse llamado Amor, borracheras y lucha de clases, si la hubiera dirigido la italiana Lina Wertmüller con su letal mordacidad. Pero la biografía de Luiz Inácio Lula da Silva, que incluye más de un beso apasionado y alguna que otra copa de noche, es, ante todo, un melodrama de ribetes épicos sobre la iniciación del presidente brasileño. Y es, además, la mayor producción cinematográfica de Brasil. La oposición considera que el filme de Fabio Barreto, estrenado en las principales salas del país, es un ejercicio de culto a la personalidad y un ardid propagandístico tan poderoso como el Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, con el que se busca beneficiar a la exguerrillera y hoy superministra Dilma Rousseff, la heredera de Lula, en los comicios de octubre.

    Lula, el hijo de Brasil se basa en el libro homónimo de Denise Paraná y comienza en el paupérrimo estado de Pernambuco. Doña Lindu huye de la miseria con sus hijos, a los que protege de todas las calamidades. Lula es el menor de todos. Llegan a Sao Paulo, donde ya estaba Aristide, un padre beodo y violento, al que abandonan de inmediato. A partir de ese momento se forja la leyenda de un niño que defiende a su madre antre los arrebatos del marido, lustra botas y vende naranjas con carisma. «Su hijo es muy inteligente», le dice una maestra a una Lindu orgullosa.

    La película muestra los inicios de Lula como tornero mecánico, y su desconfianza inicial hacia la política. Barreto se detiene en la intensa relación con su primera mujer, que muere en el parto con su hijo. Y en cómo Luiz Inácio, un viudo precoz que necesita «olvidar», se integra en el sindicato de los trabajadores metalúrgicos, donde conoce a su actual esposa y primera dama, Marisa Leticia.

    El director recrea con eficacia la legendaria huelga metalúrgica de fines de 1979 que le torció el brazo a la dictadura militar. La protesta fue encabezada por Lula y en el fragor de esa lucha forjó su mito. La película termina cuando el dirigente de la barba hirsuta, que había dejado la cárcel para enterrar a su madre, es nuevamente llevado entre rejas por agentes del régimen. Lo que vino después se resume en pocas palabras, impresas en la pantalla antes de los títulos. Lula fundó el Partido de los Trabajadores (PT), perdió tres elecciones presidenciales hasta llegar al poder, en el 2003, y hoy es uno de los grandes líderes mundiales y abanderados de la concordia.

    Lula, el hijo de Brasil ha contado con el apoyo de grandes empresas brasileñas y multinacionales. Pocos dias atrás, su director sufrió un accidente automovilístico en Río que lo ha dejado en coma. «Sabía que iba a despertar polémica, pero no estaba preparado para las agresiones contra mi família y mi padre», se quejaba Barreto en su última entrevista. El cineasta nunca ha votado al PT, pero eso no tranquilizó a los detractores. «Aquellos que están contra Lula deberían tener vergüenza y asumir que el peligro, para ellos, no es el filme sino la popularidad del presidente», agregó.

    La película podría también llamarse Doña Lindu, la madre de Brasil, entre otras cosas porque Barreto decidió poner al personaje, interpretado por la popularísima Gloria Pires, apenas un escalón debajo de Lula, a quien encarna Rui Ricardo Dias. «El filme es una inyección de autoestima para los brasileños», dijo la actriz.

    «Nuestra Evita [Perón] con final feliz». Así definió la cinta el Jornal do Brasil. «Poco se diferencia de tantas biografías hollywoodienses con tendencia a glorificar un personaje», sentenció la revista Marie Claire. «Si usted está del lado de una oposición cada vez más dividida por los innegables éxitos del Gobierno y desesperada por un discurso que le permita regresar al poder, el filme le resultará fatalmente insoportable. Las omisiones y deslices del líder sindical le parecerán criminales», senaló Terra.

    Lula, el hijo de Brasil es, también, una historia de la movilidad social en el país, del fenómeno que ha permitido que un sindicalista que no terminó sus estudios sea hoy un nombre indispensable de la política mundial. El cine brasileño está dando cuenta de estos cambios y anticipándose a lo que puede ocurrir. Para mayo está previsto el estreno de Seguridad Nacional, cuyos avances se pudieron ver ayer en todos los cines. Su director, Roberto Carminatti, imagina un Brasil amenazado por fuerzas oscuras. «Yo no negocio con terroristas», dice el presidente en un momento. Lo interpreta el actor negro Milton Gonçalves.


    (Fuente: Elperiodico.com)


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