“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • Filo de amor: experimento en Ecuador
    Por Dean Luis Reyes

    Como un experimento erótico y cinematográfico califica la crítica ecuatoriana el más reciente estreno de la cinematografía de ese país, Filo de amor. Opera prima de José Rafael Zambrano, esta película es una adaptación de una novela inédita de Chely Lima, escritora cubana, cuyos libros suelen versar sobre historias fantásticas cargadas de erotismo.

    Justamente el erotismo y las conductas más incómodas del ser humano marcan la trama de Filo de amor. Su argumento se centra en la experiencia de dos amigas, Gema y Laura, quienes secuestran inofensivamente a Greco, un profesor universitario, pero del paseo resulta una extraña relación de tortura, odio y amoríos.

    Esta extraña relación está vinculada justamente al experimento arriba aludido: las dos mujeres protagonistas le proponen a Greco, antropólogo, participar con ellas en una experiencia de cambio de roles, en la cual él desempeñaría el papel de la mujer y viceversa.

    En lo adelante, la película se recluye en un interior, una casa de campo de donde Greco no podrá salir durante dos meses. Es en ese lapso que se produce un experimento erótico y fisiológico, en el cual el hombre será sometido a castigos de los cuales la mujer fue víctima en la era patriarcal.

    Esta es una película que "habla del amor, más allá de los convencionalismos", ha dicho su director, José Rafael Zambrano, quien ha hecho carrera en el teatro y tiene estudios de cine en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba), y es autor además de varios cortometrajes de ficción y también de algunos cortos documentales.

    Pero para su debut en la ficción, con un tema tan políticamente incorrecto, Zambrano tuvo que jugárselo todo a una carta sola. De ahí que Filo de amor sea una película financiada con recursos propios y realizada con "mucho estrógeno y poca testosterona". Aclara que no es una temática de género, pero tiene una visión bastante femenina, pues la producción esta conformada en su mayoría por mujeres.

    De los tres personajes, los roles femeninos van a cargo de Sara Rosero y Narda Ortiz, quienes no son actrices profesionales, mientras que el papel del “secuestrado” tocó a Alex Altamirano, actor ecuatoriano con experiencia en teatro.

    Pero la opción de improvisar no quedó ahí o en la elección de la cámara en mano como recurso de puesta en escena. Dice Zambrano: “Para la mayoría de la gente que trabajó en el proyecto era la primera vez que hacía cine, y en alguna medida resultó complicado, porque no me podía concentrar 100% en mi trabajo como director, sino que más bien el rodaje era una especie de taller, porque toda la gente tenía que aprender sobre la marcha.”

    Y justamente a esa consistencia imperfecta de Filo de amor la crítica le ha achacado el saldo defectuoso del trabajo. No obstante, su director asume que el riesgo vale la pena: “El proyecto en sí es arriesgado porque no cuenta con todos los recursos y porque la historia es diferente, puede suceder en cualquier lugar, pero apela a la parte íntima del ser humano, a sus relaciones afectivas.”

    Acaso su propia definición sea suficiente, por lapidaria, para definir el resultado de su trabajo: "Esta no es una obra de arte".



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