“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • José Martí: el ojo del canario, un filme polémico, pero altamente significativo
    Por Rolando Pérez Betancourt

    Mucho tiempo, demasiado, sin una película de ficción sobre José Martí y ahora llega la primera, que quizá no sea precisamente la que algunos pudieran estar esperando a partir de viejas formulaciones establecidas por cinematografías del mundo, en lo concerniente a la plasmación de los héroes patrios.

    Un José Martí de doce años de edad que le teme a los ladridos de un perro, y se deja vapulear por unos matoncitos de escuela, y se estremece ante la visión casual de un seno, y apenas se atreve a alzar la mirada frente a la imagen implacable del padre, tendré que explicárselo a mi hija de nueve años y con ello remarcarle que detrás de tantas fotos y monumentos de bronce y pedestales de piedra hubo un ser sensible, ¡de carne y hueso! como ella misma, un niño que se fue transformando y enriqueciendo a tono con los reclamos éticos de su tiempo.

    A no pocos extrañó que Fernando Pérez, apostando en sus últimas entregas a un cine experimental y tan poético como polémico, aceptara el encargo de llevar a José Martí a las pantallas como parte de una coproducción entre las cinematografías de Cuba y España. Ya se sabe del riesgo que suelen traer esos empeños históricos, una buena parte de los cuales terminan siendo, a causa de sus imponderables biográficos, una suerte de estampas ilustradas de momentos culminantes del prócer seleccionado.

    José Martí: el ojo del canario, retratada por el ya imprescindible Raúl Pérez Ureta, se destaca por su factura, en la cual se aprecia una ambientación de la Cuba colonial pocas veces tan bien plasmada en el cine cubano. Fernando Pérez, autor él mismo del guión, demuestra que no basta con tener sensibilidad e imaginación para ser un buen director. Llegado el momento de realizar una película profesional como "marcan las reglas" de la composición dramática más al uso, entrega un producto competitivo y reafirma su oriflama de maestro, pero al mismo tiempo se guarda la opción de seguir siendo polémico, aunque por otra vertiente, porque lo que se trae entre manos es confrontar el Martí que cada cubano lleva adentro con el Martí niño y adolescente que él concibe.

    Aunque se realizó un profundo trabajo investigativo para el filme, se sabe que la etapa de formación de lo que luego sería el Martí más próximo a nosotros – el del exilio, la conspiración y la guerra – se ubica en una zona de muchas interrogantes sin respuestas, debido a que no quedaron testimonios.

    ¿Cómo era aquel niño, qué lo motivaba, cuál era su comportamiento en medio de una sociedad de amos y esclavos y en el ámbito de una familia regida por la mano enérgica de Don Mariano, su padre español atrapado en la encrucijada de quien desea mantenerse fiel a la Corona y al mismo tiempo ve formarse en su hijo al mayor enemigo de ella?

    En cualquier obra de ficción, llegado el momento de concebir personajes y conflictos, el artista pasa a ser un demiurgo. Pero en el caso que nos ocupa, ese dios repartidor de vidas y matices se las tiene que ver con el Martí grandioso, el que nos conmueve al leerlo, o viéndolo cargar a su hijo; el Apóstol, como se le decía más antes que ahora, de quien todo el mundo se imagina algo bueno, de ahí que ...el ojo del canario puede ser un filme polémico, pero altamente significativo por cuanto la sustancia histórica y artística en que se basa no responde al invento caprichoso de una vida matizada de pespuntes terrenales, sino a una interpretación muy particular del director después de interiorizar una época con sus personajes reales.

    Conmueve ese Martí niño-adolescente (Damián Antonio Rodríguez Vidal y Daniel Romero Bildaín, reveladores) descubriéndole luces a la vida, y emociona la película al describir el pulso patriótico y las contradicciones de aquellos días, y en sentido general las actuaciones son magníficas, con Rolando Brito en el papel de Don Mariano, el padre, y Broselianda Hernández tejiendo una muy convincente Doña Leonor Pérez, la madre.

    También hay aspectos discutibles, como el de la pronunciación general que se adopta, tratando de alejarse de los tonos castizos, y el personaje demasiado "cinematográfico" en su concepción de simpatía que encarna Manuel Porto, bueno su desempeño, pero con una marcada tendencia los hechos a darnos la visión del "gallego bueno", e igualmente para tener en cuenta el tono idiomático prevaleciente en la discusión que se sostiene en el aula entre los jóvenes estudiantes (muy al estilo de nuestros días ese desenfado verbal, quizá a propósito ) y que da pie a que Martí diga que democracia verdadera es la de Céspedes en la manigua.

    Tarde nos llega este Martí y ojalá los otros no sean un propósito demasiado lejano en el tiempo.

    Pero para superar a este ojo del canario, habrá que pulirla.

    By Rolando Pérez Betancourt



    (Fuente: Diario Granma)


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