Tomemos el caso de El Noticiero ICAIC Latinoamericano y sus voces, documental de Mayra Álvarez que se estrenará este mes en los cines de la capital, e intentemos el ejercicio de un nuevo montaje. Aislemos los planos que provocan nostalgia a quienes lo vivieron e ilusión a quienes se lo contaron, aquellos 10 minutos en pantalla que por más de tres décadas se proyectaron cada semana. Hagamos zoom in a los entrevistados y juguemos ?como Santiago Álvarez? con la armonía de los contrastes.

Sus nombres: Daniel Díaz Torres, Fernando Pérez, Raúl Pérez Ureta, Jerónimo Labrada, Denis Pastor, Miriam Talavera, Daniel Diez, Carlos Fernández, no son casuales. Perspicaz y lúcida escuela de cine, insisten en llamarle al Noticiero ICAIC Latinoamericano. Cuentan que Santiago recorría molesto los pasillos en las mañanas cuando llegaba preguntando a cada uno lo que tenía para el siguiente número: “No me respondan con gerundios ?replicaba?, quiero ver los resultados.” Pero parecen perdonarle cualquier mal genio, porque le deben el cine. Cuentan, además, que era muy justo y exageradamente talentoso.

Si miramos en retrospectiva los noticieros, encontraremos entonces ?lo encontró también Mayra Álvarez? un ejemplo de astuto periodismo que supo combinar la ironía y el sarcasmo, propios de una crítica inteligente, con el compromiso y la pasión por las ideas políticas.

Decía Santiago que su propósito era historiar el proceso revolucionario, acompañar los grandes acontecimientos políticos y sociales, y componer, al mismo tiempo, una crónica de la vida. Pero lo artístico le venía más por las formas. Sabía captar la realidad desde muy diversos ángulos y hábilmente alcanzar la síntesis. La fotografía y la edición le permitieron excelentes montajes paralelos porque sabía valerse de cualquier fuente (fotos, grabados, películas, reportajes televisivos) para que la película lograra toda esa emotividad que lo caracterizaba.

En julio de 1990 salió al aire la última edición del Noticiero, debido a la crisis económica que impidió su habitual realización. Memorable despedida, dicen la mayoría de los críticos del cine cubano: Santiago parece haber mezclado su acostumbrada instrucción cinematográfica con la necesidad de darle un buen final al proyecto de tantos años, quizás por eso haya invitado a varios de los que trabajaron en el primer número de 1960.

Todavía hay quienes no aceptan que, con su agudeza, se despidiera también la posibilidad de realizar ese tipo de trabajo. Y no han sido pocos los intentos que ha hecho el ICAIC para recuperarlo, pero definitivamente la realidad es más compleja que los deseos de hacer algo.

A estas alturas ya del Noticiero se ha hablado muchísimo y Santiago ha pasado a ser un paradigma para los que hacen o pretenden hacer cine documental. Entonces regresemos al punto de partida, al documental de Mayra Álvarez, y encontraremos el aliento de quienes estuvieron a su lado. El resumen de una obra que semana tras semana redactaba visualmente escenas de la historia de Cuba.

El noticiero y sus voces constituye una suerte de homenaje al Santiago que sentó cátedra, al que marcó una corriente estética y un modo de hacer entre sus contemporáneos. A quien, con su manía de periodista inconforme, atento a sus circunstancias, educó a tantos en el arte de contar la vida cámara en mano.