En la historia de la película se ve un trío con sus sentimientos de amistad, de envidia o el respeto mutuo ¿es eso lo que quería reflejar?
Sí, esa era una parte importante de la película, porque es sobre un tipo de juventud con la que tengo mucho contacto en la universidad. Tengo un hijo en la edad de ese personaje, de entre 23 y 25 años que se han salido de la universidad y que están con sus amigos, sus historias y sus cuentos.
Son jóvenes que tienen una vida muy normal con sus tristezas y alegrías, enamoramientos y porros de vez en cuando, a veces cotidianamente, pero nada fuera de lo normal.
Me parece que a veces el cine refleja una juventud que no la veo en la realidad, que solo la veo en las películas: jóvenes que salen a pegar, a matar, a robarle la chica al otro, como si fuera la cosa más fácil del mundo y yo veo que los jóvenes tienen una vida mucho más pacata que es la que tuvimos en la generación del 68.
Todos esos aspectos de la película me interesaban porque reflejaban un poco el comportamiento entre ellos y su relación ética en términos íntimos y de personajes.
Hay otro tema que sobresale en Prohibido prohibir y que es la atracción por la diferencia, porque el cine en general suele evitar la realidad de dos personas con diferencias físicas, de color sobre todo, evidentes, y sin embargo ocurre en la realidad.
Ese es otro de los temas por el que tratamos el personaje afrobrasileño como un estudiante y punto. Sí que es normal ver parejas mestizas, y es que somos todos mestizos a final de cuentas. De hecho por ejemplo, una hija de Chico Buarque, el músico que es tan conocido está casada con Chico Brown, que es un bahiano, negro y muy consciente de sus raíces.
Entonces quisimos abordar eso sin mayores aspavientos, sin llamar la atención por ese aspecto, aunque es evidente que se nota.
El actor Caio Blat, el protagonista de piel más clara, hace un papel muy parecido a como es él en la realidad, porque quienes hemos convivido con Caio nos damos cuenta de que él es así.
Él es así, María Flor es así y Chico también es un poco así, aunque algo menos porque viene de un origen económico y social un poquito diferente. Es un chico que se ha formado en la favela, ahí vive todavía, pero hace cine y televisión. La chica es muy como ella.
Yo diría que mi trabajo en la película, ya que soy una persona más mayor que ellos, fue abrirles un camino en territorio en el cual pudieran expresarse apropiándose del personaje.
Por lo tanto trabajamos en un clima de cordialidad y yo creo que he cuidado de que no nos salieramos de la idea, aprovechaba mucho de lo que ellos inventaban en los ensayos, siguiendo el texto pero inventando a veces la gestualidad, a veces una palabra más, una menos, un cierto gesto, lo que dio mucha tranquilidad al desarrollo de la película.
¿Que ellos interpreten sus propios puntos de vista, le da credibilidad a la película?
Yo quería la mayor diversidad de puntos de vista por ser una película que no deja de ser un pequeño y modesto homenaje mío a la universidad en su significado y a los jóvenes universitarios en su importancia.
Yo creo que no interesaría hacer una película que no mirara hacia el futuro. La memoria nos sirve para pensar el futuro, no sirve para pensar el presente. Por otro lado me parece que son los jóvenes los que están en proceso de construcción de su mundo y del mundo.
Tienes un proyecto que nació en Barcelona para rodar el próximo año.
Sí, voy a hacer una película para la que estuve buscando financiamiento en Barcelona porque yo había sido consultor del Sundance, de varios seminarios en Chile, en México, en Brasil varias veces y un día me puse al otro lado del balcón con un proyecto mío que se llama Gabriel a la sombra del edificio, y la seleccionaron y me convidaron a Barcelona para conversarlo con cinco consultores españoles, guionistas, una actriz, un productor, alguien de la televisión, gente muy interesante en sus opiniones.
De eso ya hace seis o siete años y sin embargo el año pasado ya conseguí una parte considerable, mucho más de la mitad de los fondos, y creo que puedo empezar a filmarla el próximo año.
¿Qué se puede adelantar?
Es la historia de siete personajes, pero hay uno que me interesa particularmente, un chico de siete años, y a la sombra del edificio porque quiero hacerla en Sao Paulo, que es una inmensa megalópolis y muy significativa en Brasil porque responde al 50 % de la renta en el país.
Es una ciudad que a mí me gusta mucho en su mostruosidad y yo creo que traté de encontrar a desconocidos que de alguna manera cambian la vida por un momento y te hacen ver la vida de otra forma mejor, y en una ciudad enorme es muy difícil encontrar esto. También quería contrastar la dimensión humana con la dimensión de una megalópolis.