“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • Filme Dauna, lo que lleva el río.


    El cine indígena ensalza la diversidad en la 26 edición del Festival de la Presencia Autóctona de Montreal
    Por María Gómez Bravo

    Montreal vuelve a situar en el mapa de la actualidad a la identidad indígena en la celebración de la 26 edición del Festival de la Presencia Autóctona, marco internacional de encuentro de la cultura, las artes escénicas y visuales, la tradición oral, la literatura y, sobre todo, el cine de los denominados "primeros pueblos". Sin la alfombra roja de su hermano mayor, el Festival Internacional que se desarrollará un mes más tarde, pero con una trayectoria avalada a nivel mundial, la muestra de cine de este Festival de la Presencia Autóctona se ha convertido en una cita imprescindible para conocer y disfrutar de la producción fílmica más destacada en el ámbito de la cultura indígena.

    Un marco en el que más de 60 producciones conceden el protagonismo, la voz y las imágenes, a las historias firmadas por la cultura autóctona. Una cuidada selección en la que la presencia latinoamericana ha tenido y tiene una importantísima representación. De hecho 14 filmes participan en esta edición, producciones de Perú, Bolivia, Guatemala, Brasil, Colombia, Venezuela, Panamá o Chile, que llevan del documental a la ficción su particular visión de esta identidad.

    Como pasa al revisar la cartografía y comprobar que, en realidad, las distancias y los tamaños son relativos, sorprende también esa otra historia que narran estas producciones, esa "otra historia" contada por los "otros protagonistas". Dos visiones complementarias, a veces antagónicas, pero, en definitiva, igual de reales. Cine de denuncia, cine fantástico, cine documental, comedia, animación pero, en definitiva, cine, como el que firman el peruano Ernesto Cabellos Damián, con el documental Hija de la laguna o el venezolano Mario Crespo con Dauna, lo que lleva el río, por ejemplo. Cine en donde toman forma temas universales: el conflicto entre la cultura tradicional y la modernidad, la situación de la mujer, el activismo social y político, la distribución de la riqueza o la desigualdad social, por ejemplo.

    Cine que, en esta edición, sorprende con varios ciclos destacados: la selección de cortometrajes de la colección "Maori and Pacifica Cinema", directamente desde Polinesia (Nueva Zelanda, Islas Cook y Tahití); el programa Inuit, una selección de producciones firmadas por esta cultura que abordan tres grandes temas: la historia, la tierra y la resistencia; y por último, la serie Perú nativo, los años 1970,  tres producciones rescatadas después de 40 años guardadas en cajas que son un reflejo de una época tumultuosa de la historia peruana. Con los comentarios del cineasta Carlos Ferrand, estas proyecciones se complementan con una muestra fotográfica especial que contribuye a ampliar la visión sobre las historias que nos hablan del Cuzco de los 70, las duras condiciones, de la región amazónica de Perú o la denuncia de las condiciones inhumanas de trabajo de los porteadores indígenas.

    Para el cierre del festival, la organización ha programado la proyección del film El círculo de las naciones, una película coral que incorpora cortometrajes realizados por las comunidades indígenas de diferentes países. Cada una desde su propia perspectiva, representa la renovación de las culturas indígenas. Esta es la primera producción colectiva que emerge desde la fundación del INAAC (International Network for Aboriginal Audio-Visual Creation).

    Como señala André Dudemaine, director de la muestra, "los centros de las grandes metrópolis culturales son lugares de cierto poder moral. Todos los eventos importantes tienen como teatro los espacios de las grandes ciudades y particularmente las plazas del centro urbano. En el caso del Festival de la Presencia Autóctona, la tarea es precisamente abrir estas puertas del centro de la ciudad, de ese teatro que la población indígena siente que no le pertenece para que se conecte con el mundo, para que allí tenga la representación de las culturas de los pueblos".

    Éstas son, por tanto, las conexiones fundamentales que nos trae la cultura y que no es sino el reflejo de una ciudad como Montreal, con un alto porcentaje de población migrante o descendiente de migrante. Una mezcla única que tiene su reflejo en este Festival imprescindible.

    Esta riqueza se traduce en espectáculos tan diversos como los que protagonizan estos días las calles, teatros y salas de la ciudad, donde las artes escénicas se hacen protagonistas.


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