Documentando la masacre sufrida, a lo largo de  siglos, por los indios Guarani-Caiowáa, el veterano cineasta Vincent Carelli coloca en el orden del dia el tema de la visibilidad social de los indígenas.

Premiado en el Festival de Brasilia 2016, Martírio es el segundo documental de una trilogía firmada por el veterano Vincent Carelli, cuya primera parte fue Corumbiara (2014) – sobre la masacre indígena en el sur de Rondônia en 1985- que se completará con un filme pendiente de estreno, Adeus capitão. Este filme girará en torno a las indemnizaciones a los pueblos indígenas  para la construcción en sus territorios de grandes proyectos, en Marabá, al sur de Paráios.

Los temas de los tres filmes son distintos, pero tienen en común la intención de rescatar la historia indígena, que ha sido sistemáticamente oculta, tergiversada y vilipendiada durante siglos de supuesta civilización. Nada más elocuente de ese proceso que Martírio, que en sus 2h40 minutos de duración enumera diversos episodios de la saga de resistencia de los Guarani-Caiwoáa.

Recurriendo a materiales filmados por el mismo 25 años atrás y a valiosos materiales de archivo, Carelli – con la colaboración de Ernesto de Carvalho e Tita – sitúa muy bien en contexto la expropiación de las tierras de ese pueblo, haciendo referencia a la Guerra de Paraguay, al ciclo de plantación del mate, las intervenciones de Marechal Rondon y de Getúlio Vargas, y llega hasta el momento actual. Un momento de impasse, en que los indígenas, cansados de la eterna indefinición de la demarcación de sus tierras, se empeñan de manera heroica en retomadas puntuales de su territorio, independientemente de la violencia y las muertes ocasionadas.

Uno de los aspectos más contundentes de Martírio son sus imágenes de los políticos, como la de la comisión del Senado que trató la discusión sobre el PEC 215, la cual trasladaría al Congreso la última palabra sobre la  demarcación de los territorios indígenas, lo que demuestra a la perfección la gravedad de ese conflicto. O sea, el contraste entre las reivindicaciones de los indios y los latifundistas, opuestos a cualquier concesión a los indígenas y cómplices, como mínimo, de la violencia que lleva a su exterminio.

Documentando la masacre sufrida, a lo largo de  siglos, por los indios Guarani-Caiowáa, el veterano cineasta Vincent Carelli coloca en el orden del dia el tema de la visibilidad social de los indígenas.

Premiado en el Festival de Brasilia 2016, Martírio es el segundo documental de una trilogía firmada por el veterano Vincent Carelli, cuya primera parte fue Corumbiara” (2014) – sobre la masacre indígena en el sur de Rondônia en 1985- que se completará con un filme pendiente de estreno, Adeus capitão”. Este filme girará en torno a las indemnizaciones a los pueblos indígenas  para la construcción en sus territorios de grandes proyectos, en Marabá, al sur de Paráios.

Los temas de los tres filmes son distintos, pero tienen en común la intención de  rescatar la historia indígena, que ha sido sistemáticamente oculta, tergiversada y vilipendiada durante siglos de supuesta civilización. Nada más elocuente de ese proceso que “Martírio”, que en sus 2h40 minutos de duración enumera diversos episodios de la saga de resistencia de los Guarani-Caiwoáa.

Recurriendo a materiales filmados por el mismo 25 años atrás y a valiosos materiales de archivo, Carelli – con la colaboración de Ernesto de Carvalho e Tita – sitúa muy bien en contexto la expropiación de las tierras de ese pueblo, haciendo referencia a la Guerra de Paraguay, al ciclo do plantación del mate, las intervenciones de Marechal Rondon y de Getúlio Vargas, y llega hasta el momento actual. Un momento de impasse, en que los indígenas, cansados de la eterna indefinición de la demarcación de sus tierras, se empeñan de manera heroica en retomadas puntuales de su territorio, independientemente de la violencia y las muertes sufridas.

Uno de los aspectos más contundentes de Martírio” son sus imágenes de los políticos, como la de la comisión del Senado que trató la discusión sobre el PEC 215, la cual trasladaría al Congreso la última palabra sobre la  demarcación de los territorios indígenas, lo que demuestra a la perfección la gravedad de ese conflicto. O sea, el contraste entre las reivindicaciones de los indios y los latifundistas, opuestos a cualquier concesión a los indígenas y cómplices, como mínimo, de la violencia que los lleva a su exterminio.