“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Vuelven, un cuento de hadas sin hadas
    Por Erick Estrada

    Oscura y violenta como oscuro y violento es el presente en México, Vuelven es la historia mínima de alcances profundos de Issa López, que ya nos había encantado el ojo y había hecho volar algunas reflexiones pertinentes con su ópera prima Efectos secundarios (México 2006), en donde ya había algo de amargo en medio de una historia que para muchos iba en dirección contraria, una combinación que a pesar de su fuerza y abierta propuesta pasó inmerecidamente desapercibida para muchos.

    Luego, López guardó un poco las ganas de contar historias de este mundo y enfocó las baterías al cine juvenil de desmadre transparente -que tiene lo suyo pero en el que poco de Issa se ve-. Ahora, con ganas de contar historias de este mundo ubicadas en un universo paralelo, López saca la garra que incubó en esos años de ires y venires para abrir una ventana al demacrado universo de Vuelven, un cuento de hadas sin hadas, una historia urbana casi sin ciudad, la aventura de un grupo de niños que han sido forzados a dejar de serlo y de violencia envuelta en tigres de peluche.

    Estrella ha perdido a su madre a causa de la violencia cotidiana de un país, México, tan acostumbrado a ella que con descaro cuenta a sus víctimas sin jamás ponerles rostros. En sus ganas de volver a ver a su madre, armada con sólo tres deseos para sobrevivir esa búsqueda Estrella conoce al Shine, un proto mafioso de la vieja guardia con más códigos de honor que los que practica la policía o la infra animal y cobarde mafia mexicana; el tema es que el Shine, igual que Estrella, apenas rebasa los 10 años de edad.

    Ambos, tirando y aflojando, midiendo fuerzas como dos animales salvajes que de repente se encuentran en la ciudad derruida y descarapelada que Issa López les pone enfrente, unen fuerza más obligados a sobrevivir que a derrotar a quienes tienen a esa jungla en ese estado: policías corruptos y faltos de inteligencia e iniciativa y una mafia que en estados alterados (y sólo en estados alterados) cree que es más poderosa que los cuentos de hadas desencantados.

    Pero no nos engañemos. En estas ciudades en derrumbe no tenemos ni el cuento entre una joven Julieta y un envalentonado Romeo al estilo Carlos Cuarón en Besos de azúcar (México, 2013) ni el flashazo de folklore violentado y violento de colores fugaces y balas justicieras de Ciudad de Dios (Brasil-Francia, 2002). Tampoco habrá una búsqueda tan punzante como la obra maestra Los olvidados (México 1950), en la que la juventud es el crimen en una ciudad que se dicen en construcción pero que en verdad se encuentra en ruinas.

    López sabe todo eso (lo que no quiere ser) y mezcla elementos propios con una nitidez que sorprende y aligera la forma de una película que en realidad narra a través de unos cuantos rostros la enorme cantidad de historias de amigos, familiares, parejas, conocidos, separados por la violencia de todos los días a todas horas en cada esquina de este país. Para Issa no hay escape y por ello, en sus escenarios derruidos y desmembrados, la alucinante fotografía de Juan José Saravia enreda los pasillos y prohíbe las ventanas, persigue a sus personajes a la nada y de la nada construye secuencias deslumbrantes. Los espacios en Vuelven son a la vez un hoyo negro y un plácido momento de lucidez en medio de tanta locura.

    Y de la locura, de entre las balas perdidas y la desesperanza, la historia escrita por la propia Issa López saca jugos de luz y puertas al horizonte dejándonos inválidos de réplica pero llenos de pensamientos sobre este y sobre miles de casos: es tomar conciencia al mismo tiempo que se recorre un bizarro agujero, como el de Alicia, sólo que aquí hay que cavar para salir, cavar para dirigirnos al último punto en donde uno quiere encontrar a la pareja, al amigo, a la familia o al conocido perdido: una fosa.

    Encantadoramente embrujada, alucinatoria y vital al mismo tiempo, este cuento de hadas sin hadas, una historia urbana sin ciudades (¿qué tan grandes son las ciudades que los ojos de los niños, de estos niños, no la dimensionan?), de niños obligados a dejar de serlo, de una violencia desmedida que de tanto flotar entre nosotros se ha convertido en el oxígeno del aire, Vuelven nos dice que esas almas perdidas efectivamente vuelven y están de regreso, tanto las vivas como las muertas, los que están en la memoria y las que están en el olvido. Vuelven, pero no del Mictlán festivo y regado en lágrimas. Vuelven como fantasmas vengadores, como momias de vendas transparentes, como la memoria que los mantiene con nosotros, vuelven del silencio que los culpables de este universo descompuesto quieren que guardemos.

    Para Issa no hay escape, pero ello no significa que no lo encontraremos en el futuro.


    (Fuente: Cinegarage.com)


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