“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • "Tres hermanos", hipnótico en su entramado visual y sonoro
    Por Diego Batlle

    La primera de las cuatro películas argentinas que participan en la sección principal y se presentan en estreno mundial es un desgarrador y desolador thriller psicológico ambientado en el sur profundo e inhóspito.

    Un jabalí cazado y luego desollado en primer plano, peleas brutales, golpizas, sexo básico sin amor ni cariño, tensión entre argentinos y chilenos, una naturaleza salvaje que “se toma revancha” de la tala indiscriminada de árboles y otros abusos con incendios e inundaciones, masculinidad tóxica, trash metal al palo (por ahí suenan Malón, Horcas y otras composiciones especialmente concebidas para la ocasión)...

    Y, en medio de ese contexto sórdido y ominoso, los tres hermanos del título, seres primitivos y disfuncionales por donde se les mire, afectos a todo tipo de excesos con las drogas y los puños, que nunca se han recuperado de los traumas familiares y sobreviven en un universo que -desde lo climático y la falta de oportunidades- resulta siempre hostil.

    Hipnótico en su entramado visual y sonoro, un poco subrayado en su exposición de un estado de violencia siempre latente que inevitablemente desemboca en explosiones de sangre y vísceras, el segundo largometraje del director de Zanjas (y segunda entrega de lo que Francisco Joaquín Paparella ha definido como “Trilogía del Río”) tiene una intensidad, una tensión y varios momentos de indudable potencia dramática y formal. Hay allí talento y hay también un universo con sus códigos propios, con el que a la distancia y desde cierta “corrección política” cuesta indentificarse y más aún empatizar.

    Cine visceral, crudo y desgarrador, con una relación con la naturaleza que remite por momentos al clásico Deliverance: La violencia está en nosotros, de John Boorman; y -más acá- a El aura, de Fabián Bielinsky; o El invierno, de Emiliano Torres, Tres hermanos resulta, más allá de cierta falta de sutilezas, pero sobre todo a partir de sus evidentes hallazgos, un muy buen segundo paso para un realizador que se expone, que arriesga, que va al frente sin medir consecuencias como Paparella.


    (Fuente: Otroscines.com)


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