“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • El homenaje a los cines del director brasileño Kleber Mendonça Filho en el documental "Retratos fantasma"

    El capitalismo ha convertido en no lugares la mayoría de las ciudades. Cada vez cuesta menos distinguir unas de otras. Todas con su centro comercial, sus aparcamientos, su centro histórico cada vez más vacío. Sus Zaras, sus McDonalds, sus cadenas y sus parques cada vez con menos espacio para que la gente los disfrute. Los cines se han ido a las afueras, a los grandes complejos y multisalas y las familias se han comprado los adosados lejos del ruido de la urbe, buscando jardín y piscina. Ahora ese retrato, de esa política del urbanismo y la geografía, se cuela en uno de los documentales más íntimos y políticos del año, "Retratos fantasma" del brasileño Kleber Mendonça Filho.

    Es una película sobre el espacio y cómo lidiamos con él. Qué hacemos en el espacio, qué amor ponemos. No había nada planeado, fue una manera de ir explorando. Mi forma de trabajar es bastante desorganizada y hago varios proyectos a la vez, cuenta el director en una entrevista en la Cadena SER. Y es que en su cine todo está conectado. Conocido por películas como Doña Clara, donde ya alertaba de los peligros de la gentrificación y las burbujas urbanísticas en Recife, su ciudad, y por aquella distopía contra Bolsonaro y los negacionistas del cambio climático que fue Bacurau, y que ganó premio en Cannes. Ahora el director brasileño traza un documental que arranca contando la vida en la que fue la casa de su infancia, que su madre arregló cuando se divorció de su padre y que él heredó y donde sigue viviendo.

    "No fue una decisión consciente. De hecho el proyecto ya existía cuando estaba rodando Doña Clara. Ya pensaba en esta película. Quizá fue cuando me mudé de casa y empecé a sentir nostalgia por el lugar donde vivía cuando dije que era el momento de volver a este proyecto y empezar a usar las imágenes domésticas en vídeo, y grabar algunas nuevas", explica sobre la relación con ese apartamento donde empieza el documental. De esa parte personal, donde hasta descubre una especie de fantasma o presencia, pasamos al retrato de una ciudad, de un país, que es Brasil, pero podría ser el nuestro.

    "Montando la película es cuando me di cuenta de que había mucho más", reconoce. "La película empieza en una casa familiar, es casi como una película doméstica, con un sonido en mono. Ese sonido se expande cuando salimos al centro de la ciudad, al edificio de la UFA. Es interesante porque partimos de algo muy pequeño pero acabamos hablando de la Segunda Guerra mundial y de políticas de Goebbels y Hitler. Es entonces cuando te das cuenta de que las ciudades son órganos de un gran cuerpo que es el mundo, y siempre están abiertas". Se refiere a un proceso de gentrificación, que expulsa a los habitantes de los barrios céntricos de las ciudades. Pero también a un cierre progresivo de aquellas cosas que atraen a la gente a los centros de las ciudades. Para el director hay una cuestión de clase en todo ello: "Es interesante porque la burguesía dice que está muerto, pero no es así. Hay otras clases que sí transitan esa parte, Sin embargo, he de decir que mi ciudad, Recife ha sido una ciudad progresista, como un lugar protegido en el Brasil de Bolsonaro".

    Precisamente Bolsonaro dio la puntilla a un proceso social que venía gestándose desde hace décadas, cuando irrumpió el modelo de centro comercial. Esos no lugares que describía el sociólogo Marc Augé, y que se importaron de las ciudades de Estados Unidos llenas de adosados y viviendas donde el centro comercial era el espacio para consumir ocio. "La película se hizo durante los años en los que Bolsonaro estuvo en el gobierno, pero no se planeó que fuera una reacción contra él", explica el director.

    "Todo el problema del desmantelamiento de las ciudades ya venía ocurriendo antes, de hecho empezó en los años 70. No sé si es posible asociarlo con este gobierno militar, quizá lo asocio más con la llegada de los centros comerciales que pertenecen a gente muy poderosa, que nos introducen la necesidad de comprar y tener nuevos productos. Es más la culpa de la industria, del capitalismo que intentando vender nuevos productos destruye los anteriores. Eso pasa con las tiendas, pero pasa con los cines y al final si todo eso se va del centro de las ciudades, también las personas se van de allí eso ha sido lo que ha pasado", reflexiona y nos da las claves de lo que ha pasado también en ciudades españoles que han ido perdiendo masa y músculo y oferta cultural y donde los bares han sido la joya de la corona.

    De hecho, el documental acaba siendo un homenaje a los cines. A las salas del centro donde los cinéfilos de su generación vieron el cine comercial y de autor que les marcaría para siempre. En un momento en el que muchos directores veteranos miran a su infancia y al momento en que el cine les tocó y emocionó, Mendonça Filho es el menos ombliguista de todos, en un relato que va mucho más allá de sus recuerdos y pensamientos. "Creo que todavía tendremos acceso al cine en salas de cine, pero necesitamos inversión. Inversión del gobierno en la creación de una red de cines especiales que cuesten menos dinero, que estén muy bien equipados y que acojan la diversidad en la programación. Ese es un problema que debemos resolver en Brasil", explica sobre el modelo actual dañado durante los años de Bolsonaro que hizo de la cultura un enemigo del país. "Tiendo a evitar los cines donde sé que la bondad no es algo común. Me refiero a los cines comerciales, aunque también me he sentido a gusto en las multisalas".

    "Fui a un multicine con mis hijos", reconoce el director que fue a ver Spiderman. "Me encantó la proyección porque estuvo llena de gente joven y todos estaban en silencio mirando la película que, además, tenía buen sonido y fue buena proyección. Y yo estaba como alucinado. Así que creo que Dios también existe en los multicines". Las salas de cine, como cuenta el documental, fueron algo más que un sitio donde ver películas, sirvieron como espacios de convivencia durante el siglo XX. Ese modelo es el que apuesta el director para hoy y que insiste en que a pesar de los cambios los centros de las ciudades no han muerto. "No me gusta decir que el centro está muerto, está muy vivo, es verdad que muy abandonado también". Y los cines siguen vivos y el carnaval, otro elemento idiosincrásico de su país y su ciudad que se cuela en esta película y que apunta a esa convivencia en la ciudad, en el espacio y en el pueblo.

    (Fuente: Cadenaser.com)


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