Lo poco que hasta el momento sabíamos del chileno Matías Bize lo catalogaba únicamente como un joven defensor a capa y espada del formato digital y de las producciones ‘ligeras’ que éste permite. Por ello, resulta fácil comprender la expectación y el poco crédito, hay que reconocerlo, con el que muchos acudimos a ver su segundo largometraje. Si bien es cierto que no estamos ante una ‘obra maestra’ del gusto de la crítica recién llegada a los círculos ya establecidos, tampoco deja de ser verdad que la ganadora de la Espiga de oro a la Mejor película en Valladolid 2005 y proyectada en la segunda edición del Festival de Cine Digital de Barcelona (DiBa) resulta más interesante de lo que aparenta.
Más allá de que una primera impresión sobre En la cama no nos permita pensar en una película ‘convencional’ y, por el contrario, nos remita a un posible cortometraje extendido o a un ejercicio final de carrera, tenemos que resaltar que el filme se construye sobre una simple pero hábil estructura de guión que, en más de una ocasión, sortea sus propias limitaciones: sólo dos personajes en una habitación de motel durante casi hora y media. Así, sin nada más que estos elementos, Matías Bize se planta con una batería de cámaras digitales para retratar el encuentro sexual y fortuito de dos jóvenes, Bruno (Gonzalo Valenzuela) y Daniela (Blanca Lewin). El choque de dos cuerpos o mejor dicho los estragos de ese encuentro, el ‘post’ en otras palabras donde, al menos para mí, aparece lo más interesante del filme.
Es posible que el director no intente llegar a proposiciones teóricas y pretenda tan sólo hacer una película sobre dos personajes que hablan, se desnudan, comparten sus intimidades y follan. Es cierto. No obstante, me parece más que significativo que este filme confesional me traiga a la cabeza dos cuestiones que en mis primeros acercamientos al cine moderno, el de mediados y finales de los 50 y sobre todo el de los 60, se plantaron ante mí como axiomas irrefutables de la puesta en escena. Dos cuestionamientos que giraban en torno a dos preguntas muy difíciles de responder con/en imágenes: ¿cómo filmar el acto sexual? y ¿cómo afrontar el post(coito)? Como resultará evidente para más de uno, la primera interrogante nos remite al pensamiento de Godard y a su reflexión sobre la manera cómo el cineasta puede conseguir, de forma veraz, retratar en imágenes el acto sexual sin caer en la ingenua superficialidad del fuera de campo ni en la grotesca apología del plano detalle pornográfico.
Un pensamiento en apariencia trivial pero que esconde un enorme reto al que el cine moderno dedicó, directa o indirectamente, más de una tentativa fílmica como respuesta. Así quedaron por ejemplo plasmados los cuerpos de los amantes de Hiroshima mon amour (Alain Resnais, 1959), Le feu follet (Louis Malle, 1963) o incluso el choque eventual de los cuerpos de los protagonistas de Deserto rosso (Michelangelo Antonioni, 1964). Es evidente al ver el desarrollo de En la cama que las pretensiones de su director no son las de enmarcar su propuesta en un cine que indague en este planteamiento godardiano. Sin embargo, no deja de sorprendernos que una película de esta sencillez remueva esta interrogante e incluso nos haga pensar en esa otra que abarca el tiempo que corre después del orgasmo, el post(coito) por decirlo de otra manera.
Así como en el cine clásico el filme estaba condenado a terminar cuando el héroe se reunía finalmente con su chica, una de las cuestiones vedadas en pantalla ha sido el tiempo posterior al encuentro sexual entre los protagonistas. Por ello, resulta elogiable que En la cama se plantee como un filme que se arriesga a caminar sobre ese campo minado aunque sea de la mano de sus diálogos. Quizás sea por ello que a muchos les parezca una película menor, un filme que adolece de vez en cuando de unas discusiones poco veraces o no tan bien interpretadas. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que Matías Bize consigue eludir estas circunstancias haciendo de su segundo trabajo una interesante aproximación hacia esa pesadez del silencio que sobreviene al acto sexual. Por ello, no es de extrañar que En la cama nos haya sorprendido y probablemente lo haga con muchos de vosotros.