Diego y Andrea tienen 18 años, son bellos, ricos y brillantes. Viven en la casa de playa más bella del Perú, con su millonario y triunfador padre, en un mundo donde no existen los problemas, ni hay necesidades materiales; un mundo fuera del mundo real. Esa es la sinopsis de Dioses, segunda película del peruano Josué Méndez Bisbal, que por estos días tiene a punto su primer corte.
Méndez había ganado una beca de residencia del Cinefoundation del Festival de Cine de Cannes. La misma consiste en un taller en el que seis cineastas de distintas partes del mundo son invitados a vivir en París para dedicarse solo a escribir durante cinco meses. Allí escribió el guión de Dioses. Entonces obtuvo el apoyo de la Fundación Rolex, gracias a la cual accedió a la tutoría inestimable de Stephen Frears en el pulido del guión.
“Lo que más le llamó la atención de mí, cuenta Josué, luego me lo dijo, es que yo era el único que sí iba a hacer una película. El resto tenía proyectos. Y siendo práctico, tuvo claro que solo si vas a hacer algo, vas a aprender. Y por eso me apoyó. Él vino al Perú y trabajamos el guión, conoció algunas locaciones, a parte del elenco, a los técnicos. Fue una semana de conversaciones intensas, y gracias a él tuve más claro qué es lo que se quedaba y qué era lo que debía desechar de mi guión.”
Pero nada de lo anterior hubiera sido posible sin el reconocimiento cosechado por Días de Santiago, su opera prima y la película peruana más premiada de todos los tiempos, la cual ha sido vista en más de un centenar de festivales alrededor del mundo, merecedora de 36 premios internacionales. Esa experiencia fue definitoria para el proyecto del joven realizador peruano, el cual usó al mismo equipo de trabajo en este segundo largo.
Respecto a los orígenes de Dioses, refiere el director: “Yo crecí con el ‘privilegio’ de tener una empleada doméstica en casa, y desde entonces me di cuenta de que algo andaba mal. Iba a la casa de mis amigos y veía el trato que le daban a la servidumbre: no se comunicaban con ellos más que para dar órdenes. Y es que en el colegio, en la universidad y hasta en tu misma casa, te inculcan que debes compartir con la gente que es ‘como tú’, y con nadie más. El guión está inspirado en vivencias personales, cuando era alumno del Colegio Markham y tenía compañeros con casa de playa.”
Mas, detrás de este panorama hay una hipótesis que detona el conflicto central: ¿qué sucede cuando uno de los miembros de esa estructura jerárquica renuncia a cumplir su rol, cuando se opone a obedecer?
Dice Méndez: “Nuestra realidad es tan compleja que es difícil representarla en la pantalla. Creo que en la realidad no se puede ser tan tajante y dividir en dos a la sociedad, pero para la ficción había que ser preciso para que la audiencia, sobre todo la internacional, entienda de qué estamos hablando. Dioses no es una película que va a criticar a la clase alta limeña. Lo que sucede en nuestra sociedad es culpa de todos, de los de arriba y los de abajo. Si los de arriba se muestran indiferentes, los de abajo no hacen nada al respecto tampoco. Si hablas con la servidumbre que trabaja en Asia, están felices de trabajar allí, cuando sabemos lo terrible que es su situación. Esa es una manera de convivir a la que estamos acostumbrados los peruanos. Es muy nuestro, incluso muy latinoamericano. Asumimos roles y nadie nos quita de la cabeza que eso es así.”
Méndez, que funge actualmente como secretario de la Sociedad Peruana de la Industria Audiovisual (SPIA) y es egresado de la Universidad de Yale, tuvo una carrera como cortometrajista hasta pasarse al largo. Respecto a la situación del ramo en el Perú, su perspectiva es bien crítica: “El estado peruano no cumple con el cine. Hay una ley de cine que no se cumple. Dan 10% de lo que deberían dar de acuerdo con la ley, que es de hace 12 años. Estamos con un estado bastante indiferente en relación con la cinematografía y es bastante difícil hacer películas. Dependemos mucho de los fondos de afuera, de coproducciones. “
No obstante, Dioses, que es una coproducción entre capitales peruanos, alemanes, argentinos, españoles y franceses, y cuyo costo fue de 250 mil dólares, tiene fecha de estreno tentativa para el verano de 2008.