Hasta que no empieza a hablar es difícil aplicar a Luis Mandoki la
nacionalidad mexicana. La culpa la tiene sobre todo su rebelde cabellera pelirroja y rizada. Sin embargo, es "chilango" de pura cepa, nacido en el DF hace 53 años. No se sabe hasta qué punto el físico le ayudó a la buena acogida que le dispensaron al otro lado de Río Grande, cuando aterrizó allí para convertirse en la década de los 90 en uno de los más reputados directores de comedias románticas, con títulos tan conocidos como Cuando un hombre ama a una mujer o Mensaje en una botella.
Ante su lente han pasado figuras de la talla de Kevin Costner, Jennifer López, Andy García, Charlize Theron, Susan Sarandon o Melanie Griffith... pero un día, se aburrió de recibir únicamente guiones románticos y decidió volver a su país "para hacer sólo el cine que me interesa". La primera muestra de ello se llamó Voces inocentes, que ahora llega -con bastante retraso- a las pantallas españolas. A esta emotiva historia real sobre un niño entre las miles de víctimas de la cruel guerra civil salvadoreña le ha seguido el documental ¿Quién es el Señor Lopez?, en el que retrató la campaña presidencial mexicana perdida de manera -según sostiene- fraudulenta por López Obrador. De todo esto y de los proyectos que quedaron en la cuneta, como La reina del sur, hablamos con Luis Mandoki.
"El guión de Voces inocentes llegó en el momento oportuno para volver a México o fue casualidad que dejara Hollywood. LLegó en un momento en que yo tenía mucha necesidad de volver a hacer cine en mi país, regresar a mi cultura. La verdad es que mi sueño nunca fue como el de otros "conquistar Hollywood". Simplemente cuando empecé no existían medios en México para hacer un cine de calidad, y tuve que emigrar. Fui el primero en probar suerte allá, donde ahora tantos compañeros son tan bien acogidos. Lo malo que tiene Hollywood es que de alguna forma son simplistas y te colocan una etiqueta, y a mi me tocó la del cine romántico. Llegó un momento en que sólo me llegaban guiones de ese tipo. Y me aburrí.
Así pues, un día conoce al actor publicitario Oscar Torres que le pide
que lea su guión Casas de cartón...
Sí, efectivamente. La primera versión que él me dió era demasiado poética, dulzona. Al vivir cosas tan terribles en primera persona, a los 11 años, Oscar las había sublimado... Por ejemplo, el hecho de que el ejército salvadoreño reclutaba forzosamente a niños de 12 años para combatir a la guerrilla no estaba en ese guión. Por eso lo retrabajamos hasta convertirlo en Voces inocentes, porque había que explicar todo eso, el por qué de esa poética imagen que ha quedado en la película, de los niños subidos en los tejados para evitar ser capturados por los militares. Creo que la reescritura fue para él una especie de "terapia" gratuita. Yo le pedí que estuviera conmigo en el set para que los detalles fueran lo más realista posibles. Y todo lo que se ve, pasó.
En la película usted hace un par de subrayados sobre el hecho de
que Estados Unidos financió y formó al ejército salvadoreño que
cometía todas esas atrocidades. ¿No se ha cerrado puertas en Hollywood con eso?
Quizas. Cuando la presentamos al Oscar por México hubo quien me
sugirió que suprimieramos ese texto en los títulos finales, sobre el dinero invertido por Washington para financiar la represión, pero me opuse. Puede que por ello al final no quedara finalista... Pero si no hubiera dejado claro eso estaría mintiendo, faltando a la verdad de los hechos. Y había que contarlos. La guerra en El Salvador fue así. Es como lo de los niños soldados. Pensamos que sólo pasa en Africa, pero ocurre ahora mismo en Colombia, en Irak, y antes en Bosnia. Está a la vuelta de la esquina. Es algo doloroso que debemos rechazar y denunciar.
¿Cómo se le ocurrió darle a Leonor Varela, una actriz chilena de fama internacional pero relacionada habitualmente con personajes glamourosos, su papel de madre sufrida y abandonada?
El casting resultó muy largo y complicado. En realidad fue ella la que me llamó insistentemente porque quería hacer ese personaje, y yo siempre me escabullía precisamente por eso, porque la asociaba con algo bastante más glamouroso. Al final me rogó que al menos la dejar audicionar, y me hizo cambiar de opinión. Creo que está magnífica... y sin nada de glamour.
En los últimos años se le ha relacionado con varios proyectos que se han frustrado, como Amapola, El niño con alas y sobre todo la
adaptación de la novela de Pérez Reverte La reina del sur. ¿Qué
pasó?
Este mundo del cine es muy inseguro, sobre todo en América Latina. De La reina del sur me había gustado mucho la novela, aunque no tanto el guión que hizo Agustín Díaz Yanes y que creo que finalmente no se va a usar. Inicialmente la película se iba a rodar en español, con una importante parte de coproducción mexicana, pero luego entró un estudio de Hollywood e impuso el inglés, cosa que me parece espantosa. Imáginese que El laberinto del fauno se hubiera hecho en inglés... respecto de Amapola, el presupuesto era demasiado alto y no se consiguió la lana. El niño con alas es posible que se haga más adelante. Ahora estoy con otro proyecto muy interesante, La hija del colibrí, que se desarrolla en el México del XIX. Estoy en platicas con Antonio Banderas para que participe. Pero antes, en noviembre, estreno ¿Quién es el Señor Lopez?, a pesar de todas las presiones para que no la vean los mexicanos.
¿No piensa regresar a Hollywood? ¿Qué balance sacó de trabajar
con estrellas del calibre de Kevin Costner o Jennifer López?
Es cierto que llegó un momento en que odiaba aquello. Sólo me ofrecían más de lo mismo. Decidí que quería hacer sólo películas que signifiquen algo para mí, no que sean sólo chamba (trabajo). En cuanto a las estrellas... Yo amo a los actores. Me formé como actor y estudié dirección de actores. Creo que les comprendo y se me hace muy fácil tratar con ellos. Por eso, pienso que he logrado traspasar el umbral de la estrella y alcanzado su confianza. Siempre me llevé muy bien con todos ellos, incluso con J.Lo... Bueno, con todos menos con Courtney Love, que está loca...