“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Humberto Solás: La reinvención del cine cubano en el tiempo
    Por Julio Moreno

    En una tarde de otoño primaveral, en la ciudad de Barcelona, me apresuro para llegar puntual a mi cita con Humberto Solás, una de las figuras más emblemáticas del cine latinoamericano de las últimas décadas. Nos encontramos en el centro de cultura contemporánea de Barcelona, el CCCB. Humberto, al que reconozco de inmediato -ya que días antes había tenido la oportunidad de verle en la presentación de su film Miel para Ochún, como parte de la retrospectiva que el festival de cine independiente de Barcelona le ha dedicado estos días- me espera sentado en la entrada, en el patio interior por donde se accede a este magnifico conjunto arquitectónico ahora ya reformado hace algunos años por las autoridades locales. Humberto, de pelo blanco y alta estatura me recibe con mucho interés, y tras un breve intercambio de saludos procedemos a bajar la larga rampa que conduce al hall.

    Una vez allí, sin demasiadas dilaciones, la organización del festival nos acomoda en un tranquilo rincón desde donde espero aprobar con cierta soltura mi primer examen como periodista cinematográfico. Después de sopesar durante unos instantes si debo confesar a mi interlocutor mi condición de novato, decido finalmente ocultarlo únicamente con el ánimo de no generarle desconfianza.

    Humberto es un hombre de la revolución cubana que empieza y todavía continua utilizando el cine como arma de combate, como método para combatir la ignorancia, la incomprensión, una forma de hacer pedagogía, el resultado es un cine comprometido con la realidad cotidiana y con la historia del hombre. Su formación desde muy joven comienza en el ICAIC, pero a su faceta de cineasta se une la de historiador, por lo que el resultado es una variada, extensa y laureada filmografía entre la que cabe destacar títulos como Lucia, considerada como una de las películas más importantes de la historia del cine iberoamericano, Cecilia, Un hombre de éxito o las mas reciente Barrio Cuba, premiada entre otros en el pasado festival Iberoamericano de Huelva. Su trabajo ha sido objeto de estudio y crítica en prestigiosas publicaciones como The New York Times, Film Quaterly, El País, Le Monde y Cahiers du cinema entre otros.

    Este es el resultado de una conversación con uno de los cineastas más prolíficos de su generación y pionero en su país de lo que actualmente se conoce como Cine pobre.

    Humberto, ¿de qué trata Barrio Cuba, su última película?
    Barrio Cuba pretende ser un testimonio de una época difícil de nuestra historia, los años noventa. Trata sobre la búsqueda de la felicidad en circunstancias sociales desfavorables. Es una película que tenia que hacer como documento fehaciente de la realidad cubana y que se inscribe dentro de la Trilogía del Pueblo, la cual empieza con Miel para Ochún que a su vez trata de la reconciliación pacifica entre los cubanos. Es una mirada al mundo urbano que busca escapar de los clichés, especialmente a partir de Win Wenders con su film Buena Vista Social Club, que aun siendo una hermosa obra, creó un estereotipo de la ciudad de la Habana, con el malecón como uno de sus tópicos protagonistas. Desde luego fue una forma de apreciar la ciudad pero desde la perspectiva de la "neopostal". Ahora ya no es la postal luminosa sino la imagen de la degradación, la pobreza, la corrupción y el triunfo de la imaginación popular que hace que sobrevivan autos construidos hace ochenta años.

    En su película, ¿las individualidades crecen y tienen su sentido de ser dentro del colectivo?
    Sí, es una película gregaria, a despecho de que son historias y grupos con características y fisonomías muy especificas. Encontramos la "famosa clase media", pre-revolucionaria, que se une al carro de la revolución, que se puede sentir defraudada pero que tampoco se arrepiente de haber dado ese paso, hasta el punto de renunciar a algunos privilegios pero permaneciendo como ideología, como mentalidad con el objeto de ser admitida dentro de la sociedad. Por otra parte, aparece el grupo de los campesinos que surge con la disolución del campo socialista, un grupo desarraigado, incomprendido, no admitido culturalmente y que emigra a las ciudades. Por tanto existe en la película una gama social amplia que tiene cierta uniformidad, en virtud de que ninguno es propietario de medios de producción, aunque si haya diferencias culturales notables. También aparecen elementos de neo-marginalismo asociado a la presencia del turismo sexual que invade el país. Y naturalmente, hay un sufrimiento derivado de una situación difícil e inesperada a nivel político-social, en virtud de la desaparición del apoyo europeo para seguir haciendo posible la realidad cubana. Pero claro, la película aborda la búsqueda de la felicidad de las personas.

    A propósito de esa "realidad cubana", usted es un cineasta que desde sus comienzos, especialmente a partir del estreno de Manuela, ha demostrado su interés en dar a conocer y reflexionar a cerca de la misma, de practicar un cine comprometido, ¿qué queda de ese hombre que acude a la revolución para expresar sus inquietudes?
    Creo que mi compromiso ha sido inalterable, pero sucede que la revolución tiene difíciles etapas y por tanto mi cine también. Tras mi época juvenil con Lucia o Manuela, sobreviene la época gris del quinquenio, un momento de intolerancia, durante la cual realizo Un día de noviembre, una película no positiva, melancólica, sobre la derrota del hombre y que fruto del escarnio me obliga a estar seis años fuera de la cinematografía. Con mi retorno durante la "catástrofe latinoamericana", practico un cine más histórico producto de mi formación como historiador durante la época seca como cineasta. Esto se debe a la falta de suficientes garantías para abordar la contemporaneidad. Así pues, realizo Simparelé, un cortometraje acerca de Haití y Cantata de Chile. A partir de este momento, sobreviene un periodo positivo con la creación del Ministerio de Cultura, en donde se vuelve a las raíces revolucionarias con un especial énfasis en el teatro. Entonces realizo Cecilia, Amada, Un Hombre de éxito y El siglo de las luces, este último es un tríptico basado en obras clásicas de la literatura cubana. Entonces acontece la crisis de la Perestroika con la desaparición del campo socialista, afectando esto a la estructura de los créditos económicos y convenios con estos países y especialmente con la Unión Soviética, de esta manera la cinematografía cubana pasó de estrenar quince títulos anuales a prácticamente experimentar su propia desaparición.

    Usted ha dicho que cada película es un medio de conocimiento de la realidad y un arma de combate. ¿Se ha considerado a sí mismo un "guerrillero del cine"? Y de ser así, ¿todavía lo sigue siendo en la actualidad? De hecho usted participa a los catorce años en la guerrilla urbana del movimiento del 26 de Julio.
    La guerrilla sirvió para consolidar en mí una voluntad inconformista, soy un hombre de la revolución, pero sin hacer guiños, sin complacencia, crítico con la sociedad y con la historia de mi país, consecuente con mis principios. Por lo tanto, he sido un cineasta incómodo, aunque no siempre claro. En el caso de Barrio Cuba, este ha sido uno de los énfasis que justifican la existencia de la película; a ello se une mi reflexión sobre el cine digital y la reducción de los costes de producción ganando en el espacio de libertad creativa. Hasta ahora, la manera de mantenerse en la profesión era sobre la base del sistema de coproducción con otros países -especialmente con España y Francia- pero finalmente sacrificando el aspecto prístino de la profesión, que no es sino hacer un cine nacional, perdiendo en el peor de los casos los aspectos de mayor legitimidad. Curiosamente, descubrí que esta pérdida de libertad se daba en la fase de pos-producción?

    En el artículo de un conocido periódico de este país se afirmaba, en referencia a tu película Miel para Ochún, que tu cine aborda la idea de la "reunificación" del pueblo cubano. ¿Todavía siente como una obligación tratar este tema en actuales y futuros proyectos?
    En esta película planteé el tema de la reunificación en términos de sensatez, humanismo, mutua comprensión, tolerancia y compasión, donde al margen de diferentes credos o filosofías intento contribuir a evitar una catástrofe nacional, es una acción entre muchas otras para conseguirlo.

    ¿Diría entonces que lo ha logrado?
    Yo creo que sí, aunque no solo yo. He de decir que he sentido repercusiones muy hermosas al respecto, como un cierto desprejuicio alrededor del tema de los que se van o se quedan, ya que había sido visto como tabú, con cierto maniqueísmo. Sin embargo, en mi película no hay prejuicios, no se cuestiona la ideología de los personajes; existe la llamada Isla Cuba, como una entelequia que no debe ser susceptible a un holocausto, un estado de anarquía o de locura, y por tanto la película se hace en función de que hay que salvaguardar la nación.

    Su filme Lucia, proyectada en el pasado festival de cine independiente de Barcelona, se ha convertido con el paso del tiempo en su película más famosa. ¿A qué cree que se debe esto?
    Creo que se debe a que es la de mayor calidad y también porque fue una sorpresa. Quizás sea la más lograda, sin embargo personalmente me gusta más Cecilia y El siglo de las luces en su versión para la televisión, ¡pero claro! yo amo a Lucia. Es una película que pertenece a una época, es experimental a nivel dramatúrgico y también visualmente.

    En relación con Lucia usted ha dicho que "es un fresco sobre la mujer, el amor y la revolución cubana". ¿Tiene esto que ver con la idea del Romanticismo a diferentes niveles?
    Seguramente, ya que la película representa la etapa de la juventud, de la euforia, del amor absoluto; es como un espíritu dionisiaco que envuelve la vida, después ésta se vuelve más apolítica en la medida que la realidad te hace cambiar tu punto de vista debido a sus contradicciones y sus golpes. Lucia es un tríptico estilístico y todo el cine que he hecho sale de ahí, es un referente de mis posteriores películas.

    ¿Lucia por tanto establece el punto de partida de un cine de autor?
    Mi cine se sincroniza con el momento ya que soy un cineasta realista, y esa euforia de los 60 se refleja en esta película. Después vienen otras épocas, y yo lógicamente no puedo falsificar mi euforia, no puedo devenir en un manierista, un tautólogo de mí mismo. ¿A quién voy a engañar?. Dos años después del estreno de "Lucia" sobreviene un proceso de oscuridad en el plano de la cultura y entonces hago un viraje cinematográfico en la percepción que yo tengo. Por tanto no he podido establecerla como un paradigma o como una marca de autor, ya que yo he hecho un cine según las circunstancias. Ahora practico un "cine pobre" porque estamos en un país que intenta recuperarse de uno de los peores momentos económicos de su historia.

    El papel de la mujer ha estado latente durante una buena parte de su filmografía; Manuela, Lucia, Cecilia… ¿A qué razones obedece el mismo?
    Por una parte, el tema de la mujer es muy tradicional en la cultura cubana, tal que en el terreno de las artes plásticas los artistas tienen siempre una galería de retratos de la mujer y naturalmente los cineastas buscan también esa presencia en el cine. Por otro lado, el elemento feminista que aparece a partir de Lucia y en mis posteriores películas desaparece conforme la sociedad se transforma. Durante ese tiempo la mujer todavía ocupaba un lugar secundario dentro de la escala económica, social y cultural, y es a partir de Un hombre de éxito cuando empiezo a no sentir la necesidad de sacar el personaje femenino, primero porque en ese momento ya había directoras que quizás con mayor profundidad y rigor podían abordar el tema, y segundo porque la formación y presencia de la mujer en los diferentes ámbitos había alcanzado cotas de igualdad, algo que se consolida en los ochenta. Por tanto en mis inicios era una necesidad histórica darle a la mujer un mayor protagonismo, algo que como he dicho desaparece con el tiempo.

    La modalidad documental ha estado ligada a su carrera cinematográfica desde sus comienzos; ahora que este género goza de buena salud y reconocimiento internacional, ¿piensa usted aprovechar este impulso y por tanto recurrir al mismo con el objeto de seguir expresando sus ideas?
    Si, yo nunca he abandonado el documental, aunque seguramente he sido más tesonero en la ficción y por tanto en la búsqueda de los elementos para su confección. De esta manera y durante muchos años yo hacia el documental antes del largometraje, ya que me servía de laboratorio, entrando así en una dinámica de contradicción que me hacía bien. Era una especie de esbozo, de prefiguraciones plásticas, temáticas y estilísticas, ya que de una manera no tangible yo operaba en el documental. Ahora mismo tengo necesidad de hacer un documental sobre un cantautor llamado Carlos Garela y otro al pintor Nelson Domínguez, ambos ciudadanos cubanos. Con el primero deseo mostrar esa capacidad de plasmación de sus conceptos, su música como compositor y así su influencia en los jóvenes. En el caso de Domínguez, exponer la figura de una saga de pintores que conforman la gran eclosión de la pintura cubana en los años ochenta.

    Según usted, ¿de que forma afectó la caída del Muro de Berlín, el año 1989, al rumbo político y especialmente al contexto cinematográfico cubano y su relación con el exterior?
    La gran afectación fue de presencia, debido a la desaparición de los medios económicos. Hay que decir que el cine cubano tiene una gran relación con el público, especialmente por su capacidad iconoclasta, un cine que salvo excepciones no se caracteriza por ser oficialista o de propaganda política sino por su visión de crítica y autocrítica de la realidad, unas veces en clave, otras de forma mas abierta, en definitiva un cine que cuenta con el apoyo y respeto de la población. Ahora bien, su desaparición eventual del panorama cinematográfico fue salvada por el sistema de coproducciones como hemos hablado anteriormente, pero naturalmente sacrificando en parte su lado más conceptual en virtud de las reglas del juego impuestas por dicho sistema, de ahí la relación que yo hago entre costes de producción y libertad creativa.. Ahora tenemos indicadores de siete películas al año. Así pues, existe un renacer del cine cubano, con jóvenes independientes haciendo sus primeros largometrajes, un cine autóctono netamente cubano, aunque obviamente también existen otras vertientes y esto naturalmente depende del guión.

    Si existe cierto inconformismo en este nuevo cine cubano, ¿se debe a la situación política a día de hoy?
    Sí lo hay, pero debido a una tradición del cine cubano. Tomemos como ejemplo la famosa "comedia cubana" con sus máximos exponentes en Tomás Gutiérrez Alea, Juan Carlos Tabío, etc., inclusive en mi obra llena de acritud e irreverencia. Por tanto, los nuevos cineastas heredan esa tradición partiendo de concepciones estilísticas y conceptuales distintas, son muy irrespetuosos en el buen sentido, no hay conformismo y esto me agrada mucho.

    ¿Cuales han sido las consecuencias del bloqueo norteamericano en el cine cubano?
    Sin duda, el bloqueo claramente perjudica no sólo al cine Cubano sino a todo el cine latinoamericano en general. Ese bloqueo existe inclusive en países del primer mundo como España. Es el bloqueo de las Majors, de las distribuidoras. De ahí la existencia de un “cine invisible” al que no tiene acceso el público.

    ¿Qué tipo de géneros y temáticas debería abordar el cine cubano en la actualidad?
    Se impone un cine de la contemporaneidad, debido a que es el único susceptible de ser ejecutado por razones económicas y por que Cuba es un laboratorio ideológico y político. Han de ser las fuerzas vivas, la inteligencia de la nación, las que han de ocuparse de esa realidad, justamente evitando su deterioro, su deslegitimación. El cine cubano tiene que hacer un cine de la resistencia cultural, aunque no complaciente o cómplice de iniquidades con las propias instituciones de gobierno, un cine activo, crítico y revolucionario. Se debe por otra parte equilibrarse la balanza de títulos, y dar cabida no solo a la comedia cubana sino también al drama social y a toda una serie de géneros, aunque evitando en la medida de lo posible un cine de abstracción o de individuales.

    ¿Cuál es la relación de Cuba en el contexto cinematográfico internacional?
    El cine de Cuba no es autofágico, es un cine que recibe muchas influencias. Ahora yo soy el resultado de la “nueva ola francesa”, como antes lo fui del neorrealismo y del cine de autor italiano. Los más jóvenes pueden sentirse herederos de Tarantino, Almodóvar u otros, es decir, pueden tener sus referencias e influencias como puedan ser las provenientes del cine independiente americano, a veces muy transgresor. Así pues, en mi opinión hay interacción, que es todo lo contrario de la subordinación estilística; no existe la condición de discípulo sino una reinversión de los aspectos más convenientes.

    ¿Sigue existiendo la censura en su país hacia ciertos tipos de temáticas?
    La censura se manifiesta de diversas formas y no solo en mi país, de hecho hay gente que me ha preguntado sobre mi atrevimiento con "Barrio Cuba", aunque yo no me siento bajo la misma. Es cierto que hubo un momento de oscuridad y que coincide con mi película "Día 1 de Noviembre", un período de intolerancia e incomprensión debido a los ecos sectarios de una visión obsoleta en la antigua URSS sobre el mundo del arte, que llegó a Cuba entrampándonos en discusiones poco provechosas. Afortunadamente eso quedó atrás.

    ¿Cómo ve el futuro cinematográfico en una Cuba sin Fidel?
    Creo, sin duda, que seguiremos haciendo películas. Por mi parte seguiré intentando que se aumente la producción, de hecho, mi sueño es que se hagan por lo menos dos películas al mes. Es un sector que va a seguir existiendo perfectamente, pero claro, no tengo la bolita mágica?

    ¿Qué atención le merece que personas de distintas nacionalidades acudan a Cuba para formarse como cineastas?
    Creo que es extraordinario, ya que la escuela demuestra así su capacidad pedagógica. Por otra parte, tomando como ejemplo la película Habana Blues de Benito Zambrano, recibimos la capacidad para describir con mucha sagacidad el mundillo de la periferia cultural habanera y que quizás directores cubanos no hubieran podido conseguir, a pesar de ser una mirada extranjera, con sus tópicos y clichés. Ese es el gran mérito de Zambrano como cineasta.

    ¿Cuál cree que es y ha sido el alcance y repercusión de su filmografía?
    Espero que Barrio Cuba se estrene al público y tenga alguna repercusión. Miel para Ochún estuvo a punto de estrenarse pero al final, por una falta de recursos, esto no se pudo dar.. A veces mi cine ha sido mas conocido en Estados Unidos que aquí en España, al ser distribuido por grandes cadenas de televisión. Creo que de mi cine se harán retrospectivas precisamente a través de este medio y que, al igual que otros autores como Tomás Gutiérrez Alea, mis obras serán mayormente conocidas post mortem.

    ¿Cuáles son sus ilusiones de ahora en adelante?
    Pues si Dios quiere, que me dé unos cuantos años más para poder, sino seguir siendo director de cine, al menos continuar orientando el festival de cine pobre de Gibara, el cual creo tiene una utilidad fehaciente además de que me estimula hacerlo, ya que es una labor estrictamente social.

    (Fuente: Sitio del Festival La alternativa, de Barcelona)


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