Ocho años separan a Postales de Leningrado (2007) de A la media noche y media (1999), la ópera prima de la cineasta venezolana Mariana Rondón. Si en esta un juego de niños inspiraba la estructura de un filme de amores desencontrados; en Postales... una historia de adultos se transforma en un juego de niños.
Con las actuaciones de Leonardo Olivares, Greisy Mena y María Fernanda Ferro, Rondón se inspira en su propia historia, en la de su familia, y la enmarca en un tiempo y espacio de la historia venezolana.
Los años de la guerrilla se abordan en esta cinta, con guión de la realizadora, desde una perspectiva infantil. Una niña narra las peripecias de su familia, las suyas propias, pero en particular las de su primo Teo. Un chico al cuidado de sus abuelos, mientras sus padres desandan un lugar extraordinario: Leningrado. Desde allí llegan postales, con notas de añoranzas, de querencias, de amor contenido, que Teo lee y relee con avidez mientras se dedica a la tarea de crecer.
De a poco, Rondón va mostrando los entretelones de aquello que está detrás de esas misivas. Una familia fragmentada por la lucha ideológica. Una madre que espera constantemente por ver a sus hijos, vivos o muertos, pero verlos al fin; y unos hijos que temen por aquellos que dejaron en casa. En voz de la narradora, sin embargo, aquellos guerrilleros se convierten en superhéroes u hombres rana; y aquella lucha en una gran aventura.
Mariana Rondón da así relevancia al espíritu de lo lúdico, mientras de a poco se va difuminando el contexto. La historia va siendo relegada al segundo plano y entre nuevos giros de guión se hace un tanto difícil de seguir. El punto de vista cambia, y con el relato cinematográfico también se difuminan algunos de los personajes principales.
Pese a estos altibajos, hay en Postales... secuencias estupendas como aquella en que la abuela busca una y otra vez a su hijo entre los cuerpos que es obligada a reconocer; pero también hay microhistorias que dan en sí mismas bastante tela para construir una película. Esa que convierte a María Fernanda Ferro en una "mujer maravilla" al mando de un comando de estudiantes.
Ferro, quien protagonizara la ópera prima de Rondón, tiene acá una participación especial, que sin embargo le alcanza para mostrar que es una de las actrices más cinematográficas del país.
Haydée Faverola se revela maravillosa en su rol de abuela cómplice. Mientras, Laureano Olivares va más allá de sus personajes previos en el cine, con un rol más luminoso que consigue llevar adelante.
Como recurso narrativo apeló a la animación gráfica, sin pirotecnia ni estridencia; en todo caso, con un poco de engolosinamiento. Ello contribuyó a darle forma a ese apego por lo lúdico que valora la realizadora.
Aunque la fortaleza histórica de su película no ha conseguido salir con buen pie; en el viaje de Postales... Rondón ha logrado mostrar un poco más de su mundo y de su mirada cinematográfica. También ha dado un paso adelante en la depuración de sus códigos, dando pistas sobre el cine que la inspira, pero también sobre el cine que seguirá construyendo.