“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ARTICULO


  • Tan vigente ayer como hoy
    Por Edmundo Aray

    Para Julio García Espinosa, desde sus comienzos como realizador, el oficio exigía no sólo el trabajo creador, también la reflexión de cuanto hacían él y sus compañeros cineastas en Cuba y en Nuestra América. Reflexión con los cineastas del ICAIC desde la idea, el argumento, el guión hasta el primer corte de la película. Auténticos cine debate orientados a la toma de conciencia del cineasta como tal,  del ámbito exigente del cine y de ciudadano inserto en un proceso revolucionario. Debates con los cineastas latinoamericanos que acudían a terminar sus películas en el ICAIC, sus salas de edición y de sonido y sus propios laboratorios, luego de filmar en sus países y salir, latas en mano o de manera subrepticia para eludir la persecución o  la represión de las dictaduras imperantes en gran parte del Continente. El ICAIC fue escuela, taller, aula de discusión, postgrado, productora, y coproductora solidaria. Con cada película cristalizaba una obra cinematográfica, también un compañero realizador con su acervo ideológico y artístico enriquecido. En tal proceso Julio ejerció magisterio especial y aprendizaje. Por complemento urgente y necesario la revista CINE CUBANO, la Dirección y los textos de Guevara, de Julio, de cineastas de América y del resto del mundo.     

    Cumplidos diez años de aquella experiencia, ROCINANTE-CINE, en Venezuela, publicó el primer libro de García Espinosa: POR UN CINE IMPERFECTO. Acaso no visionamos en toda su extensión el impacto que aquel  libro causaría en el ámbito de nuestra cinematografía y de los jóvenes que se iniciaban en el oficio de cineastas –entendido el oficio en su más amplia dimensión. Innumerables discusiones, apuestas por un cine cualquiera como si el calificativo de imperfecto fuese vía permisiva para hacer cine de cualquier manera. El propio García Espinosa se alarmó cuando le llegaron noticias de la confusión o de la permisibilidad a que daban lugar sus reflexiones y el provocador título del libro. Entendía, si, que muchos compañeros urgidos de expresar su repudio a las dictaduras o de hurgar y revelar las humillaciones a nuestros pueblos, como de convertir el cine en arma de rebelión, encontraban en su propuesta  estimulo a sus urgencias como patriotas y  autores posibles.

    “Una nueva poética para el cine –palabra de García Espinosa- será, ante todo y sobre todo, una poética ‘interesada’, un arte ‘interesado’, un cine consciente y resueltamente ‘interesado’, es decir, un cine imperfecto. Un arte ‘desinteresado’, como plena actividad estética, ya solo podrá hacerse cuando sea el pueblo quien haga el arte. El arte hoy deberá asimilar una cuota de trabajo en interés de que el trabajo vaya asimilando una cuota de arte. “La divisa de este cine imperfecto (que no hay que inventar porque ya ha surgido) es: ‘No nos interesan los problemas de los neuróticos, nos interesan los problemas de los lúcidos’, como diría Glauber Rocha.”

    Y agrega –comprometido con su tiempo y el futuro por hacer–: “El cine imperfecto halla un nuevo destinatario en los que luchan. Y, en los problemas de estos, encuentra su temática. Los lúcidos, para el cine imperfecto, son aquellos que piensan y sienten que viven en un mundo que pueden cambiar, que pese a los problemas y a las dificultades, están convencidos que lo pueden cambiar y revolucionariamente. El cine imperfecto no tiene, entonces, que luchar para hacer un ‘público’. Al contrario. Puede decirse que, en estos momentos, existe más ‘público’ para un cine de esta naturaleza que cineastas para dicho ‘público’.

    El cine imperfecto es una respuesta –afirma García Espinosa. “Pero también es una pregunta que irá encontrando sus respuestas en el propio desarrollo. El cine imperfecto puede utilizar el documental o la ficción o ambos. Puede utilizar un género u otro o todos. Puede utilizar el cine como arte pluralista o como expresión específica. Le es igual. No son éstas sus alternativas, ni sus problemas, ni mucho menos sus objetivos. No son éstas las batallas ni las polémicas que le interesan librar.”

    Los que luchan no luchan al margen de la vida sino adentro. La lucha es  vida y viceversa. No se lucha para ‘después vivir. La lucha exige una organización que es la organización de la vida.”

    Afirmemos, como ayer Julio, como hoy, ya sin los riesgos y desviaciones de ayer, pues los cineastas ejercen su oficio con rigor, los aprendices, con pasión, y los por hacerse, con la asunción del riesgo, que: “El cineasta de esta nueva poética no debe ver en ella el objetivo de una realización personal. Debe jerarquizar su condición o su aspiración de revolucionario por encima de todo. Debe tratar de realizarse, en una palabra, como hombre y no sólo como artista.”

    Seria, muy seria reflexión, querido Julio,  seria, muy seria en tiempos de doloroso empeño, como ahora en tiempos de encendidos cambios, de creciente conciencia popular y de auténtica visión soberana a lo largo de América Latina y el Caribe. Cuba no está sola, Nuestra América tampoco. Hemos puesto patas arriba a  la GLOBALIZACIÓN, que el capital creyó eterno erial, y hoy convertimos en herramienta de integración de los pueblos de Nuestra América, de África y de  gran parte de Asia.  

    Seremos, Julio,  un solo coraje, una nueva poética, una pasión por la existencia soberana y la construcción, brazo a brazo, de la dignidad del ser humano. Con cada amanecer, hermano, filmamos, escribimos versos de un  Canto General que nos permitirá  alcanzar una vida imperfecta, superior, dígase distinta a las insaciables y voraces imperfecciones de la sociedad del capital.


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Julio García Espinosa


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