“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • La televisión, una máquina que sepulta sueños
    Por Juan José Olivares

    ¿Qué es lo primero que Fernando Birri —cineasta, pintor, poeta, profesor y teórico— dice a quienes quieren ser cineastas? “Es un linda pregunta, porque es la que hay que seguir haciéndose. No ha sido superada. "Rigor", esa es la palabra. Leonardo Da Vinci decía tener un obstinado rigor. Hay que ser testarudo, defender las propias ideas, pero no hay que hacerlo solo de forma impulsiva: el cine se hace con arte, con ciencia y conciencia”, asegura en esta entrevista Birri, uno de los artistas cinematográficos más originales del continente, quien fundó y dirigió el Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe, Argentina, de donde es oriundo) y la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba.

    Birri, quien fue homenajeado en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara —donde además ofreció una charla a jóvenes latinoamericanos en el llamado Visionary Talent Campus—, es un conocedor de los lenguajes en imágenes.

    ¿Qué tan importante es la enseñanza de los lenguajes mediante las imágenes?

    Es un tema fundamental. Ha sido motivo de debate. Relato una experiencia, la del nacimiento del nuevo cine argentino, que se sigue llamando así, pero que nació a mediados de los años 50. Se enfrentan dos posiciones: por un lado, los que trabajan por lo que se llamaba "cine comprometido", opción falsa, porque no pueden existir nuevos contenidos si no se expresan por medio de un nuevo lenguaje. O sea, el exceso de compromiso lleva a una forma de eslogan ideológico estereotipado. Por otra parte, estaban también los que proponían el exceso de formas vacías de contenido.

    No obstante —dice el autor del documental Los inundados, rodado en 1961 y considerado clásico del nuevo cine latinoamericano—, el nuevo cine de nuestra región, en sus expresiones más felices y logradas, ha superado una simbiosis, y pongo un ejemplo mexicano con Frida, de Paul Leduc, cinta maestra, hermosa, en la que está todo subentendido; es una alusión a un personaje de solidez artística, dicho mediante formas. Aunque cuando una obra de arte es tal, todas las discusiones de formas, contenido o poesía se desvanecen, porque la obra de arte las pulveriza.

    Eso es lo que hay que hacer, pulverizar; he tratado con otros compañeros de hacerlo, porque no he trabajado nunca solo; me sentiría aislado, ya que el cine es un trabajo colectivo, que pasa a ser comunitario. Esa es otra facultad, agregar una instancia política a lo colectivo. Y no lo digo en el sentido estúpido de la politiquería que tanto sufrimos los latinoamericanos, sino en el de la construcción de un proyecto común de bondad, belleza y justicia para todos.

    ¿Es cierto que el cine dejó de ser popular por la televisión?

    Hay algo de verdad. Esta pregunta, que es una meta artística (porque incluye proyecto político), obliga a un mínimo de respuesta de lo artístico a lo político. ¿Cómo hacer para invertir ese juego de tendencias? Si nos quedamos solo en el corral del arte, no lo resolveremos, lo haremos en la medida en que ese mensaje forme parte, se complemente con un discurso y una acción de tipo político; si no, no hay salida.

    Antes los festivales eran como mercados.

    La televisión cumple una función de desensibilización —asegura el director de Diario de Macondo o El siglo del viento, Che ¿muerte de la utopía? El 70 por ciento cumple una función de idiotización, de mediocrización, cuando es un instrumento de potencia impresionante. Es la musa que se te sienta al lado mientras comes o cuando te acuestas. Llega y te busca, lo que no pasa con el cine, que uno lo busca. La tarea es cómo sensibilizar y desmediocrizar. La televisión es la responsable de esta banalización, porque es una especie de máquina que sepulta sueños, el potencial de imaginación de la gente. Es un elemento de distracción. La televisión es solo un estímulo óptico nervioso; tiene que ver con lo fisiológico.

    Qué me puede decir de su participación en el Visionary Talent Campus de Guadalajara.

    Estas experiencias son hermosas, porque forman parte de una especie de nuevo impulso que se extiende. Antes, los viejos festivales de cine eran pretextos para encuentros mundanos. Eran mercados, lo cual está bien, pero lo importante es la inclusión de esa parte formativa. Para los que seguimos trabajando en un cine diverso se busca que no se trate de divertir o no, sino de hacer pensar a la gente. No se debe divertir superficializando.


    (Fuente: jornada.unam.mx )


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