Matías Bize, tras los viajes de presentación que comenzó en el Festival de Locarno con su tercera película, está de vuelta en Chile para el estreno comercial precisamente de Lo bueno de llorar, a partir del 29 de mayo de 2008. Lo hará sin la parafernalia de muchos, solo 7 copias, pues, según dice con esa sinceridad que caracteriza a sus películas "es para que la vean los que tienen que verla".
Con apenas 23 años, y antes de graduarse en la Escuela de Cine de Chile, Matías Bize dirigió su primer largometraje, Sábado, con el que obtuvo cuatro premios en el Festival de Mannheim-Heidelberg (incluyendo el Premio Rainer Werner Fassbinder) y una excelente crítica desde la prensa especializada extranjera, siendo bautizado como "el cineasta más prometedor del cine chileno" por la revista Cahiers du Cinema.
"Para mí es un honor; eso significa un reconocimiento por mi trabajo y un orgullo muy grande. Pero eso sería todo. Lo que yo intento es hacer películas. Primero que me gusten. No tengo una mayor responsabilidad que la película me guste a mí y que aprenda en el proceso de ella, son dos cosas que me atraen, y luego, si los espectadores se conectan con ella, mejor, pero si la película salió de mí y es algo verdadero, de todas formas finalmente va a conectarse con mucha gente también. Mi principal preocupación es estar tranquilo con la película, y me pasa con las tres. Cada una me gusta más que la anterior. Todo lo que aprendí con Sábado está en En la cama, y todo lo de En la cama está en Lo bueno de llorar.
Pero no solo la noticia del estreno está en la palestra. Desde Colombia se encendió una alarma de plagio, por la película Entre sábanas, de Gustavo Nieto. Adrián Solar, productor de En la cama, señaló que si Entre sábanas resulta ser un remake hecho sin autorización "sería una forma de pasar a llevar a la casa productora, a Matías (Bize) como director y a Julio Rojas como guionista". Solar admitió haberse comunicado con Gustavo Nieto para tratar de llegar a un acuerdo sobre el pago de derechos, pero el cineasta colombiano le respondió que no era posible un arreglo porque su película no es una copia. Agregó que de confirmarse que la película colombiana es una copia de En la cama, pedirá al Ministerio de Cultura que haga las gestiones de rigor ante el gobierno de Colombia para que Entre sábanas no se exhiba más, ya que como dijera Bize estarían compartiendo ambos títulos cartelera en Bogotá.
De este tema Bize no desea hablar, o al menos no se ha hecho una opinión resuelta. "No he visto la película y la verdad es que de eso se está ocupando mi productor. Así que más que eso no puedo aportar, pero por lo que uno escucha sé que se parece a mí película y que es muy mala. Es lo que he oído, pero en verdad no lo sé". Sobre su coincidencia en las salas "no sé si es posible sacarla de cartelera. Para eso tenemos que saber si es realmente un plagio y ver cómo podemos, a través de los gobiernos, zanjar el tema. Para nosotros es importante, porque estamos en cartelera".
Si en En la cama Bize investigaba qué sucedía cuando dos desconocidos se entregaban en la habitación de un motel, en Lo bueno de llorar retoma la relación con otros actores y otro espacio escénico, pero la misma unidad temporal: una noche. Esta vez filmó en Barcelona.
Lo bueno de llorar, la última realización de Matías Bize, fue rodada en solo 11 días. Es protagonizada por los actores españoles Vicenta Ndongo y Alex Brendemühl, quienes dan vida a la ruptura de una pareja luego de varios años de relación. "Yo no lloro mucho", confiesa Bize. "La idea de la película era hacer una reflexión; o sea Lo bueno de llorar no es una frase en clave de respuesta, sino más bien nos invita a hacer una reflexión".
Para su director "es una película silenciosa". "Invita al espectador a ser partícipe, pues poco a poco va entregando información". Durante las 264 horas extenuantes de trabajo se trabajó de forma cronológica la historia; 95 % filmada con una steady cam, bajo el atento ojo del director de fotografía Gabriel Díaz.
El guión de Lo bueno de llorar es de autoría del propio Bize en conjunto con Matías Cornejo y está inspirado en el disco “Monstruos bajo la cama” del músico Rodrigo Jarque. "El disco de mi amigo fue hecho en realidad para En la cama, pero por razones de tiempo no calzaron. Como sea terminó por producir una película. Escuché mucho el disco y sirvió de inspiración".
Lo bueno de llorar, explica, surge de una invitación de dos productoras españolas para que rodara en Barcelona con total libertad, lo que es un "sueño para cualquier director". La única condición que pusieron fue que tenía que mostrar un adelanto en la noche de clausura del Digital Barcelona (DiBa) Film Festival, para el que faltaban dos meses cuando recibió la propuesta. En ese tiempo tuvo que escribir el guión, rodar la película y preparar un fragmento para mostrar, una experiencia que el realizador no sabe si repetirá, porque "fue una locura", aunque trabajó "en las condiciones ideales". "Es un sueño porque en el fondo es una invitación a hacer la película que yo quiera y eso es muy extraño, y pude trabajar con la gente chilena que quería trabajar y siento un profundo agradecimiento de la gente de España que me ha hecho la invitación".
En una industria en la que no es difícil conceder óperas primas algo propio del volumen de producción, Bize siempre se las ha arreglado para imprimir un sello que más allá de la atmósfera, es una búsqueda constante. "Me gusta innovar nuevas cosas por aprender, porque no quiero repetir, si bien es muy hermana de En la cama, es completamente distinta".
La cinta fue filmada simultáneamente con dos cámaras Canon XLH1 de Alta Definición, aprovechando las ventajas que ofrece el formato digital para registrar ininterrumpidamente horas de material. El rodaje a partir de grandes planos secuencia en tiempo real permitió a los actores entregarse a la interpretación sin el corte continuo de planos. "Hay mucha más improvisación en esta película que las anteriores", sostiene Bize, quien cuenta que el guión original constaba de 40 páginas, algo muy inferior a lo normal en un largometraje "tomando en cuenta que una carilla es equivalente a un minuto de película", añade.
El rodaje fue un proceso desafiante. "La escena del supermercado era muy importante, 25 minutos de película y teníamos una noche para hacerla. Decidimos hacer una toma y no enrollarnos con hacer insert y muchas tomas que al final en la película no van a quedar. En vez de haber hecho eso durante 3 horas para tener a todo el equipo cansado, es mejor hacer lo que la película necesita y en este caso eso necesitábamos. Fue un ejercicio de confianza, este par de chilenos locos que quieren hacer un plano secuencia de 25 minutos", dice.
Sobre la química generada en el rodaje, Bize cree que "es muy importante, extremo y termina por meterse dentro de la película, varios en el minuto del rodaje veníamos saliendo de problemas similares al que tratamos en la película", confiesa. "Todos vivíamos un minuto de quiebre en nuestras relaciones y eso ayudó en la claridad de la historia".