Más allá de cualquier alegoría y de la realidad misma, Fernando Pérez vuelve a la carga. Esta vez Madrigal sirve de “pretexto” para transmitir sus sensaciones e inevitable necesidad de comunicar de forma novedosa, siempre penetrada por su hálito indagador y quimérico. El realizador propone una película bien distinta a todo lo expuesto en sus anteriores entregas, de la que afirma, podrá desconcertar al espectador que aspire a encontrar alguna continuidad con Suite Habana.
El guión, escrito a cuatro manos con Eduardo del Llano está estructurado en dos historias independientes, y escapa a los más conservadores cánones de la dramaturgia cinematográfica. Madrigal, salda cuentas en su primera parte con la historia de Luisita y Javier, que por razones de espacio no fue incluida en La vida es silbar, a la que correspondía en un inicio. A ella se añade La flecha rota en el carcaj de Eros. Ambas conforman el proyecto más arriesgado del cineasta. Producida por el ICAIC conjuntamente con la empresa española Wanda Visión y ambientada completamente en La Habana, sin que esta se convierta en un personaje protagónico, la cinta invita a meditar sobre la relatividad y la ambivalencia de toda conducta humana.
Esta vez sin paracaídas, como afirmó lanzarse, con una propuesta subjetiva y metafórica que transita por la artificialidad y por el mundo del teatro que retoma, de cierto modo, el discurso estético de Madagascar, Fernando pretende confundir al espectador para que no pueda distinguir lo real de lo fantástico en Madrigal que sin estar abigarrada de acertijos y símbolos posee una fuerte carga conceptual y una mayor de emociones. El realizador vuelve a contar con su equipo fetiche: Raúl Pérez Ureta en la dirección de fotografía, la editora Julia Yip y la banda sonora de Edesio Alejandro, para entregar la primera película cubana filmada en formato digital de alta definición. Muy ansioso, intrigado y expectante por lo que sucederá con su filme comentó sobre este nuevo reto o “salto al vacío” como define a cada desafío en el queda atrapado por el misterio de la creación.
“El filme se titula Madrigal inspirado en la conocida canción, la cual no pudimos incluir porque los derechos pertenecen a una disquera norteamericana y poseen precios exorbitantes, tuvimos que crearnos otro Madrigal. Si obtuvimos los derechos de una canción norteamericana que podrá escucharse casi al final, Angel Standing By, cantada por Jewel, su autora”.
“Estoy bastante satisfecho por como han quedado las imágenes, la atmósfera y sobre todo las actuaciones.” La película parte de una realidad irreal, deliberadamente artificiosa que parece desarrollarse en otra dimensión, aunque constituida con personajes de carne y hueso y moviéndose en el terreno de los sentimientos y las sensaciones”.
“Javier, el protagonista de la primera historia es un joven actor que vive obsesionado con escribir algo que no sabemos de qué va a tratar y comienza a relacionarse con Luisita, una muchacha obesa, cuando esta parte concluye dramáticamente, comienza La Flecha rota en el carcaj de Eros, toda una suerte de delirio futurista, el erótico universo de Eros donde la única ley es el sexo obligatorio. Llega un momento en que en que se imbrican los puntos de vista y queda desdibujada la frontera entre la ficción y la vida real”.
“Uno de los mayores retos que afrontamos fue crear un mundo imaginario, con muy pocos antecedentes en el cine cubano sin querer hacer una clásica película de ciencia ficción. Aún no sé si lo logramos. La última palabra la tienen el público y la crítica especializada.”
“Me gusta experimentar con actores jóvenes y con otros a los que estoy acostumbrado. En este caso fueron Liety Chaviano y Carlos Enrique Almirante los seleccionados, luego de un riguroso proceso de casting. Había muchas parejas con grandes condiciones pero desgraciadamente la película es solo una. Creo que los que protagonizan por primera vez lo hacen con tantos deseos y se entregan tanto que sirven de materia inspiradora y de motivación al que los dirige.”
Este cinéfilo empedernido, como se autodefine, y al que le gustaría ser recordado por su público como un cineasta que nunca mintió, afirma que todo proceso creativo implica una gran dosis de duda, de muchas preguntas y pocas respuestas y no piensa si la flecha dará o no en el blanco mientras escribe o filma. “Me encuentro ahora volando con la flecha y me dejo guiar por la intuición, veamos dónde cae esta vez”.