“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Rodrigo Bellott: “Cada vez hay más cine chatarra en el país”
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    Rodrigo Bellott nació en Santa Cruz en 1978. Estudió cine en el Ithaka College, en Nueva York. Su primer cortometraje Forlorn ganó tres festivales estudiantiles. El segundo, Destierro, fue seleccionado como mejor corto estudiantil para ser exhibido en una muestra paralela de los premios Oscar; el tercero, Sexo, fue proyectado en más de 45 festivales de cine. Su primer largometraje, Dependencia sexual, triunfó en numerosos eventos y ganó el Premio Fipresi en el Festival de Locarno, entre otros. En 2006, presentó ¿Quién mató a la llamita blanca?, ganadora también de varios premios. Tiene en etapa de postproducción varios proyectos. Es el fundador de la escuela de cine y productora La Fábrica. Ha participado como director de casting de la película Che, protagonizada por Benicio del Toro y fue el primer director boliviano invitado al Festival de Cannes.

    ¿Cuál ha sido su participación en la película acerca del “Che”?
    Mi participación ha sido en tres fases: He tenido el privilegio de ser el Director de Casting de ambas películas (parte 1 y 2) junto con Mary Vernue en Hollywood. Lo que significa que escogemos a todos los actores de ambas películas y figuras que son extras con líneas y participación importante. Asimismo coordinamos el casting de extras con compañías locales en España, Puerto Rico, México, Nueva York y Bolivia.

    Como el elenco es gigantesco y teníamos actores de todas las nacionalidades, prácticamente mi trabajo en el set era el de hacer que todos los actores que interpretan personajes bolivianos (aparte de los actores bolivianos) suenen como bolivianos, esto implicaba a veces reescribir las líneas del guión adaptándolas a la manera de hablar de cada personaje de cada región. Tengo españoles haciendo de benianos y orureños (en el caso de Carlos Bardem) así como actores que directamente no hablaban español como Franka Potente, Marc Andre y Matt Damon, en esos casos les ayudaba a aprender sus líneas fonéticamente y a sonar lo más natural posible. Finalmente estuve a cargo de la producción local en Bolivia junto con Gerardo Guerra y Paola Gozalvez.

    ¿Qué tan fielmente se refleja la vida de Ernesto Guevara en la película?
    Es una pregunta difícil, pues estamos hablando quizás de uno de los personajes más controversiales y contradictorios de la historia de quien se ha escrito mucho. La película en sí genera mucha expectativa de lo que uno se imagina del “Che”. Sin embargo el gran acierto de Steven Soderbergh radica en no jugar con los mitos ni las especulaciones sobre este personaje, sino concentrarse en los únicos documentos que mejor pueden hablar de él, sus propios diarios. Las películas están basadas en el Diario de la Revolución Cubana que escribió Guevara mismo durante la Guerrilla en el 50 y su diario en Bolivia.

    Asimismo, Benicio (del Toro) lleva junto a la productora más de siete años de investigación y contamos con el apoyo tanto de la familia Castro como de la familia Guevara, así como la presencia de algunos sobrevivientes de las guerrillas en el set todo el tiempo, como fue el caso de Urbano y Benigno… Aún así, si la gente va al cine esperando ver Corazón Valiente o Troya se va a decepcionar mucho, pues se va a encontrar con un hombre de carne y hueso con conflictos tan mundanos como la lluvia, el frío, la falta de comida o las largas esperas en la jungla boliviana….

    Háblenos un poco de la participación de los actores bolivianos en ella…
    Los actores bolivianos participan sólo en la segunda parte de la película. Me llevé a nueve grandes actores a Madrid que tenían personajes co-protagonistas: Cristian Mercado, Antonio Peredo, Daniel Aguirre, Daniel Larrazábal, Diego Ortiz, Roberto Guilhon, Luis Bredow, Jorge Arturo Lora y Ariel Muñoz. Ya en Madrid encontré otros 20 actores bolivianos, residentes españoles, que también tenían líneas y cerca de 400 extras bolivianos que encontré en España. En Bolivia contamos con otros 200 extras en La Paz.

    ¿Qué impresión buena y cuál mala le dejó Cannes?
    Ninguna mala, fue una experiencia increíblemente positiva. La gente nos trató con mucho cariño y respeto y no todos los días vemos una película que suena 100% boliviana, con los acentos correctos y diálogos en aymara y en quechua, con rostros verdaderos bolivianos en una pantalla de 65 pies de largo (casi 30 metros). Es un lujo y un acontecimiento histórico por donde se lo vea. Me saco el sombrero por Steven y Benicio al atreverse a tomar este riesgo sin precedentes para Hollywood y que estoy seguro que va a cambiar la forma de hacer cine de ahora en adelante. Recibimos muchos halagos del jurado de Cannes por la verdad que se respira en los rostros de los filmes, y en ese lugar y contexto cualquier halago tiene un valor mucho más grande. Estuvimos sólo 4 días pero se sintió como una larga semana llena de gratificaciones y experiencias maravillosas.

    ¿Considera que la película sobre el Che será un éxito de taquilla?
    Sin duda alguna. Creo que muy poca gente sabe realmente lo que pasó o quién era este hombre de verdad y aunque sea por el mito o por sed de conocimiento, dudo que nadie deje de ver esta película que muchos críticos están calificando ya como imprescindible.

    Hablando de esto, ¿cuánto valor tiene en el producto final que una película venda más que otra? ¿Quiere decir que una es mejor que otra por ello?
    Para nada y aquí radica uno de los grandes problemas de nuestro cine. El público cree que las películas taquilleras son las mejores y las campañas y los medios se centran en cuánta gente ha ido al cine y jamás se habla críticamente del film. Si así fuera, el cine pornográfico sería mayor que el cine de la “nouvelle vague”. La taquilla tiene exclusivamente que ver con el marketing o ciertos intereses y contextos sociales y culturales de determinadas audiencias.
    El cine, como las artes, tiene un valor bastante subjetivo y mucho tiene que ver el gusto y las formaciones culturales de los espacios donde son exhibidos. Me atrevo a decir incluso que ni siquiera los premios y las trayectorias festivaleras pueden ser así de determinativas.

    ¿Cómo escoge los proyectos en los que va a participar?
    Cada proyecto cinematográfico requiere una dedicación de entre tres y siete años, por lo tanto uno sólo puede escoger algo que le apasiona como para dejar absolutamente todo por ese tiempo y dedicarse a pleno. Llevo casi tres años trabajando en el “Che”, y un proyecto personal toma mucho más. La gente cree que es como un trabajo cualquiera, pero en el cine no hay feriados, fines de semana ni descanso. Por eso también escojo proyectos que creo pueden aportar algo al mundo, de manera que mi esfuerzo y entrega tengan un significado más allá del personal. Estoy convencido de que el cine puede cambiar el mundo y tengo el privilegio y responsabilidad de asumir proyectos que por lo menos puedan generar opiniones y abrir un diálogo hacia un mundo debatiblemente mejor.

    ¿Qué tipo de cine es el que le apasiona dirigir?
    No escojo las películas por temas, ni estilos, ni géneros. Estoy convencido que los temas escogen a los artistas y la forma es parte inherente de ellas y nada tiene que ver con nosotros. Me apasiona el cine que dice algo distinto y de manera distinta, que aporta con una visión diferente. El que transgrede, cuestiona y genera debate. Desde mis comienzos, mis proyectos generan respuestas apasionadas, y eso me parece sano. No creo en el cine que no sea crítico ni experimental...el arte es por definición experimental. Creo que vivimos en un mundo perfectible y mejorable, y el cine es una manera de hacerlo.

    ¿Cómo escoge a sus actores? ¿Qué cualidad imprescindible deben tener?
    Una de las características que he aprendido en estas películas es la gran capacidad de “estar” sin hacer ni decir nada. Creo que eso es lo más difícil, el resto es saber o intuir las personalidades de los actores y aportar narrativamente con rostros que dicen más que las palabras. Había días que teníamos 57 grandes actores y mas de 10 ‘goyas’ en el set y nadie decía o hacia nada… Aún así el resultado en pantalla era mágico. Steven está enamorado de los actores bolivianos por justamente la capacidad que tienen, no sé si es por falta de experiencia y mañas de la industria, de comunicar mundos con las miradas y con la presencia.

    ¿Qué tipo de película no dirigiría?
    Películas predecibles, que no digan nada, netamente comerciales…de moda.

    ¿Qué proyectos tiene ahora?
    Ha sido difícil sostener mi trabajo personal durante los tres años que vengo dedicándome a “Che”, pero he tenido suerte de rodar mi tercer largo el año pasado y ahora recién tengo tiempo para terminar algunos detalles. Asimismo estoy desarrollando tres guiones personales, en colaboración con otros escritores, que quiero empezar a rodar el próximo año. También estoy comprometido a dirigir el casting de dos otras películas internacionales. El 2007 dirigí el casting de 4 filmes internacionales: La Traque (Francia), Che, y New Brooklyn en Nueva York, además de terminar mi tercer largo. Ahora que finalmente he terminado el “Che”, viene la responsabilidad de concretar los proyectos gestionados en este periodo.

    ¿Cómo observa la profusión de salas de cine que se abren en distintas ciudades de nuestro país? ¿Quiere decir que la gente gusta más del cine? ¿Qué el cine se acerca más a la gente?
    La verdad es que desde el 2006 he estado poco en Bolivia como para responderte con conocimiento. Creo sin embargo que poco tiene que ver con el cine, creo que con excepción de la Cinemateca en La Paz, las salas que se abren en el país responden a contextos sociales y económicos más que a un interés verdadero por este arte y cada vez hay más cine chatarra en el país.

    ¿Qué pasa con la piratería?
    Creo que es desastroso y que el apoyo gubernamental, así como el del Conacine, a la lucha contra la piratería es vergonzoso. Somos el único país en el mundo que se juega en contra y se autoboicotea en nombre de la libertad de expresión y de la generación de empleos.

    ¿Está evolucionando el cine en el país?
    No sé si evolucionando, pero se está haciendo cada vez más cine, de más lugares y de distintas experiencias, contextos, generaciones y bagajes, lo que es absolutamente bueno y saludable. La gente también está hablando más de cine gracias a esta continuidad o comienzo de proliferación de propuestas… todo esto son buenas noticias. Sin embargo creo que deberíamos, como público y como medios de comunicación, dejar de hablar de modas, de “booms” de “generaciones” o de tipos de cine y mucho menos hablar de autores sino de una obra. No creo que la gente pueda hablar de mi cine hasta que yo haya hecho por lo menos cinco películas. Yo, como Rodrigo Bellott, no tengo ninguna relevancia más allá del conjunto de mi obra que está en constante evolución. Hoy por hoy no basta hacer una película, es un gran logro y una gran noticia para el país, pero de nada sirve si no hay continuidad, si no hay autocrítica, si no hay búsqueda, si no hay experimentación. Basta de hacer ídolos y héroes y de autocongratulaciones por mérito. El mérito se mide al final de una carrera de aciertos y errores. Basta también de lamentos y excusas, lo único que el público y nosotros deberíamos exigirnos es trabajar, trabajar y trabajar en lo nuestro. Y mi única obligación con mi país es proponer, arriesgar, y sudar mi camiseta en la cancha o en el set todos los días y cada año.

    ¿Cuáles son las tres películas nacionales que recomienda como imprescindibles? ¿Cuáles serían las internacionales?
    Vuelve Sebastiana, La Nación Clandestina y Lo más bonito y mis mejores años. Internacionales recomiendo La Cienaga, In the Mood for Love y Caravaggio.

    ¿Sus directores favoritos?
    Uff…son muchos, entre ellos: Peter Greenaway, Tsai Ming Liam, Kim Ki Duk, Emir Kusturika, Michel Haneke, Claire Denis, Lucrecia Martel, Carlos Reygadas, Kar Wai, Hirokatsu Kore-Eda, Steven Soderbergh, Michael Winterbottom, Derek Jarman, Almodóvar, Matias Bize y Martín Boulocq.

    ¿Qué cualidad suya como cineasta considera que lo hace especial entre otros?
    No creo que los artistas o cineastas sean comparables, además que el elogio en boca propia es vituperio. Creo que se puede decir (y se ha dicho) cualquier cosa sobre mi trabajo y mi persona (que es lo más indeleble), pero no se puede cuestionar mi compromiso con el cine y con mi país. La gente se olvida que apenas tengo cuatro años de carrera y aun así he aportado con siete largometrajes y una media docena de cortos y otra de proyectos audiovisuales en galerías y bienales, además de haber dictado una decena de talleres en Bolivia y el privilegio de haber sido parte de la formación de más de 200 jóvenes cineastas en Bolivia y afuera. No tengo tiempo para hacer proselitismo ni política y no soy miembro de ninguna asociación, gremio o institución específica. Me apasiona hacer cine y es lo único que sé hacer, lo hago con quien tenga que hacerlo y tengo la fortuna de que no me falta trabajo aquí o afuera, lo que no me da tiempo para quejarme, criticar y no me da la cara para decir que no se puede hacer cine como boliviano. No existe nada más dignificante que el trabajo.

    (Fuente: www.lostiempos.com )


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