Duros contrastes en una película ambientada en el mundo rural
Por Fabiana Montenegro
La rabia, el último filme de Albertina Carri, es un filme sobre la tierra y su gente, que se convierte en parte de ella. Una película inspirada en ciertos textos de John Berguer, las historias de campesinos de Porca Tierra, cruzados con la Noche del cazador de Charles Laughton y sobretodo persuadida por historias acontecidas en el verdadero paraje llamado como la película.
Dos niños expuestos a la violencia y la sexualidad del campo. Una niña muda, un niño condenado a ser hombre desde su nacimiento y unos padres que mantienen relaciones carnales extramaritales frente a los ojos de sus hijos. Los niños sueltos a su imaginación, fragilidad y supervivencia en medio de la inmensa llanura.
La agresividad de la naturaleza y la embestida de los adultos, frente a la inocencia del mundo infantil son los ingredientes que causaron sorpresa tras su exhibición en febrero en el Festival de Berlín.
La rabia, película filmada en Roque Pérez, provincia de Buenos Aires, tiene como protagonistas a Analía Couceyro, Javier Lorenzo, Víctor Hugo Carrizo, Dalma Maradona, Nazarena Duarte y Gonzalo Pérez.
Es un filme que habla sobre la violencia y la supervivencia como incitación a los padres para doblegar su naturaleza. Y los hijos, para sobrevivir, fuerzan sus recursos y su fantasía en busca de un refugio siempre endeble. Una niña que no puede hablar y un niño que intenta protegerla se recortan sobre la belleza agresiva del campo y se topan con una carnalidad que los abruma. Distintas animaciones aparecen también a lo largo de la historia.
La película cuenta como productores a la propia directora y guionista Albertina Carri y a Pablo Trapero, como productora ejecutiva a Martina Gusman. Según cuenta Carri, "a veces tengo la oportunidad de ver la curvatura de la tierra, sucede cuando viajo al campo. Siempre que veo esa línea lejana siento un alivio y una intriga inexplicables".
"A veces veo películas pornográficas —sigue diciendo la realizadora— y siento una intriga parecida a la que me genera esa curva infinita, tan inaccesible. Es la angustia de lo impenetrable lo que me gusta de la pornografía, es su falla, la imposibilidad de representar lo íntimo, lo subjetivo del deseo.
Y es la belleza de la muerte lo que me conmueve del paisaje infinito y carnal de la llanura. La Rabia trabaja sobre ese misterio que esconden para mi el sexo y la llanura. La trama de la muerte, y de la pequeña muerte del sexo, imaginada por una niña que no puede hablar, que tiene un lenguaje demasiado incómodo para un mundo que insiste en llamarse a si mismo normal".
A la directora le llama la atención la "naturalización de la violencia en el campo" reflejada incluso en cómo se crían los animales por parte de los granjeros. La rabia contiene una larga secuencia que muestra la forma en que se mata a los cerdos desangrándolos.
Según Carri, la violencia en la ciudad tiene connotaciones diferentes porque tiene que ver como con una especie de exabrupto en momentos concretos como accidentes, asesinatos,... y sin embargo cree que en el campo esa violencia es mucho más velada, que se trata de forma más inconsciente y que tiene que ver con esa animalidad".
En ese contexto, los niños y la madre representan en La rabia la vulnerabilidad frente a esas costumbres ancestrales por delante de su inocencia e ingenuidad.
La guionista y realizadora es consciente de que el filme se ha hecho desde un punto de vista incómodo y molesto sobre la pampa argentina.
(Fuente: Cinestel.com)