“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • La rabia de Sebastián Cordero

    Rabia se basa en la novela del mismo nombre, escrita por el argentino Sergio Bizzio. Trata de la historia entre un albañil y una empleada doméstica, cuya relación se verá sometida a una inusual situación. “José María”, el protagonista, necesita esconderse de la policía y decide hacerlo en la casa en la que su novia “Rosa” está empleada. Pese a estar tan cerca, ella desconoce el paradero de su novio, y sólo se comunica con el albañil cuando él la llama desde la otra línea telefónica de la residencia. En medio de este juego, se irán descubriendo una serie de personajes y de relaciones tormentosas que se dan dentro de este espacio.

    ¿Y por qué Rabia?, le preguntamos: “Porque en la historia, todos los personajes tienen rabia… ésta es un elemento importante y aunque es destructiva, termina siendo, una energía vital” contesta.

    Los personajes protagónicos están desempeñados por el mexicano Gustavo Sánchez Parra a quienes vimos en Amores perros y La misma luna. El papel de Rosa lo interpreta Martina García, la actriz colombiana que, logró saltar de los papeles de telenovela a la pantalla grande con Satanás. Cordero es un escritor real. Sabe que ni las situaciones ni las personas son totalmente buenas o malas, y que todos tenemos de ambos lados, por eso, los personajes que le cautivan son aquellos que –lejos de ser blancos o negros-, muestran las distintas tonalidades de gris que la vida y el alma humana tienen.

    Quiere intensificar las vivencias, por eso busca llevar a sus personajes a la crisis, porque cree que así son más interesantes.

    La película se rodó en Madrid entre mayo y junio del año pasado. El equipo de producción estuvo conformado por gente, con quienes Cordero siente el gusto de emprender el proceso creativo que conlleva el rodaje de una cinta. Su círculo más cercano lo conforma Bertha Navarro –la productora-, el ecuatoriano Enrique Chediak, quien se encargó de la dirección de fotografía y Eugenio Caballero, el mexicano que hizo la dirección de arte del filme.

    Rabia tiene muchos elementos para triunfar, tanto en historia como en producción, pero eso no le asegura el éxito. Éste se mide en virtud de la taquilla, y en ese sentido, cuando un director estrena un filme, es como si jugara a la ruleta rusa. Así que se ponen en práctica ciertas estrategias para despertar el interés del público en ver la película. “Normalmente antes de estrenar se manda la cinta a diferentes festivales de cine y si ésta logra entrar en la selección oficial y provocar buenos comentarios en la crítica, entonces se genera una expectativa que influye en que haya mayor concurrencia a las salas de cine”. Es una táctica que Cordero ha probado anteriormente. Ratas, ratones y rateros pasó por el festival de Venecia, antes de su estreno.

    Luego recorrió Toronto, San Sebastián, Buenos Aires, y La Habana, cosechando más distinciones. Crónicas, por su parte, fue vista por primera vez en Cannes y en el Festival de Cine de Sundance y aunque ambas cintas tienen méritos propios, éstas estrategias influyeron para que la gente vaya a verlas. Por eso, Rabia, no tiene fecha exacta de estreno, pero su director cree que será a fin de año.

    Por lo pronto Cordero no está quieto. Busca que su siguiente rodaje sea en el Ecuador y está trabajando sobre una historia del joven escritor Juan Fernando Andrade. “Originalmente era una crónica que Juan Fernando escribió para una revista y trata de un viaje que parte de un pueblo de la Costa, pasa por Guayaquil y llega a Quito. Es un recorrido donde hay una serie de lados oscuros que quisiera explorar”.

    El mundo del cine es incierto. A veces los proyectos se cuajan, otras veces no. Pero lo que sí sabemos es que el nombre de Sebastián Cordero está –cada vez- más cimentado. Y es que como director es creativo, receptivo y metódico. No permanece quieto por mucho tiempo, es de aquellos que tiene “la película clara”, sabe la línea sobre la que trabaja y no pierde el norte de sus ideas, pero acepta las que vienen de su equipo de trabajo. Como él dice, tiene una relación amor-odio con la escritura del guión, pero goza en la sala de edición, cuando la película salta de la fantasía a la realidad.

    Se niega rotundamente a decidir cuál de sus tres películas es para él la más importante. “Es como si me dijeras a qué hijo quiero más” dice encogiéndose de hombros. Pero lo que él mismo acepta, es que a lo largo de su producción fílmica, ha crecido. “De Ratas a Crónicas hay un crecimiento, y de ahí a Rabia, yo siento que hay una evolución mayor”.  Hasta ahora todo lo que ha dirigido ha sido escrito por él, (sea inédito o adaptado), pero espera pasar por la enriquecedora experiencia de hacer una película escrita por otra persona.

    Cordero es el puntal de nuestro cine, pero sabe que no está solo.  Reconoce que el quehacer cinematográfico nacional está dando productos –cada vez- más interesantes. “Admiro los trabajos de Mateo Herrera y de Fernando Mieles. Éstas no son penas de Daniel Andrade y Anahí Hoeneisen, también me gustó. Sé que Iván Mora pronto debutará con su primer largo, y espero verlo… seguro será bueno” dice. En todo caso, él conoce el mercado y sabe que la creatividad no basta. “Hay que ser muy exigentes con lo que hacemos”, recomienda.

    Nuestra identidad está en constante formación. En la producción cinematográfica, Sebastián Cordero es nuestro mayor referente. Un joven talento que lleva ya diez años haciendo películas. Armado con su lente y sus guiones, seguirá abriendo camino para seguir filmando y para llevar tras de sí a otros, que -como él-, expresen su talento a través, de una de las formas más vistosas de arte.

    No es pura coincidencia que los Cordero Espinosa se hayan destacado en el arte. El talento no se hereda, pero sí se cultiva, y mientras más temprano, mejor. Viviana, Juan Esteban, Lorena, y por supuesto Sebastián, son personas reconocidas y que han aportado con su música, sus películas, sus fotografías o sus libros.

    El ambiente familiar siempre fue propicio para estimular la creatividad artística. Cuenta que cuando era niño, leyó todo lo que quiso, porque cuando se trataba de libros, nunca había impedimento para adquirirlos. Su mamá pintaba y su papá –aunque fue un destacado empresario- tenía el sueño de ser escritor. Y las inquietudes creativas de los Cordero fueron positivamente encausadas con buena educación en Europa y en Estados Unidos.

    Pero no todo ha sido color de rosa. Las prematuras muertes de su padre y de su hermano Juan Esteban le sacudieron fuertemente. “La muerte de un ser querido te marca. Creo que comprendí que la vida es un instante y de alguna manera, eso me llevó a querer contar historias… porque, al fin y al cabo, cuando filmas o escribes exorcizas tus propios demonios”.


    (Fuente: www.cosas.com.ec)


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