“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • El realizador argentino Eduardo Calcagno alaba a las nuevas generaciones
    Por Cynthia García Calvo

    El realizador argentino Eduardo Calcagno alaba las oportunidades de las nuevas generaciones para comprender técnicas y hacer cine.

    Los nuevos talentos del cine argentino vuelven a darse cita en la pantalla nacional con el estreno de Historias breves 5, quinto capítulo de la serie de películas compuestas por cortometrajes de prominentes cineastas, que en ediciones anteriores descubrió a jóvenes prometedores que luego se tornarían consagrados, como Lucrecia Martel, Daniel Burman o Adrián Caetano.

    A cinco años de conocer la cuarta entrega de la saga, Historias breves 5 llega con una colección de diez cortometrajes que logra escapar de la mayor falencia de las cintas que siguieron a la fundacional: la irregularidad.
    La decena de trabajos elegidos por medio de un concurso del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), abordan un amplio abanico de géneros, expandiendo el escenario habitual de Buenos Aires a otros rincones del país como Formosa o Jujuy.

    Para la realización de los cortos, el INCAA formó un equipo de profesionales de larga trayectoria, como Eduardo Calcagno o Bebe Kamín, quienes aportaron su experiencia para guiar a los nuevos cineastas en las dificultades que podían enfrentar, pero sin inmiscuirse en la visión de cada realizador.

    En el marco del estreno del filme en Buenos Aires, Calcagno nos habló sobre su trabajo como asesor de dirección en Historias breves V, explayándose sobre su propia búsqueda como realizador y recordando a uno de sus máximos colaboradores: Ulises Dumont.

    ¿Cómo ha sido tu rol de asesor de dirección?
    Es curioso porque en primera instancia yo fui jurado en la selección de los guiones para ser filmados, lo cual no implicaba que prosiguiera trabajando como supervisor en la parte de dirección. Así que tuve un acercamiento muy particular porque estuve desde el nacimiento. Estuve desde el momento en que era un guión que no estaba trabajado hasta la filmación, y hoy estoy en este estreno con una cola que pasa la esquina. Es emocionante. Ninguna de mis películas tuvo cola hasta la esquina (risas).

    En el rol de supervisión de dirección, en líneas generales, tratamos de no inmiscuirnos en el trabajo, porque precisamente el interés del INCAA en este proyecto es que los jóvenes tengan la posibilidad de filmar en 35 mm, enfrentándose con todos los inconvenientes y todos los placeres que tiene el filmar sin ningún tipo de supervisión. Así que el mérito es pura y exclusivamente de ellos, porque —salvo en algunos casos en que veíamos que los diálogos se trababan por falta de experiencia—, nosotros simplemente sugeríamos cuáles podían ser los caminos. En ningún momento hubo una participación directa de tal forma que ellos puedan modificar algo a pedido de lo que nosotros queríamos. No fue algo de supervisión o corrección, porque sino el proyecto no tendría sentido.

    ¿Los problemas a los que se enfrentan los nuevos directores están más ligados a cuestiones técnicas o narrativas?

    Lo de la narrativa —en general— es una cuestión que queda muy supeditada a la edición. Hoy en día trabajando con inteligencia en edición, con la oportunidad de modificaciones, encuadres, hay muchas más posibilidades que antes de encontrar algunos caminos que puedan suplantar errores de omisiones en la filmación. De todas maneras en los trabajos que he visto no hubo ningún tipo de inconvenientes. Se planteó uno en uno de los casos pero hablamos, sugerimos, y los resultados están a la vista. Todos los trabajos son de 8 puntos para arriba. Son emocionantes. Nos encontramos con chicos que se están expresando con total libertad, con inteligencia y con imaginación. Y eso se ve en el resultado de la película. A mí me da una gran satisfacción por haber estado cerca.

    Analizando los guiones que se recibieron y los trabajos finales elegidos, ¿notaste alguna tendencia por narrar ciertas historias o una búsqueda estética en particular?
    En general vino bastante repartido. Hubo de todos los géneros, inclusive cuando estábamos eligiendo llega un momento en que cuando se cierra, cuando llega la parte del embudo, es muy triste y uno ahí tiene que jugarse por lo que más le gusta, pero en general también tratamos de pensar en una película que tuviese un espectro amplio de temáticas, no podíamos encerrarnos en una. Tampoco había una gran tendencia, pero te podría decir que hubo una prominencia de guiones referidos a la delincuencia juvenil, a estos chicos que pasan la adolescencia y no saben qué hacer de sus vidas, porque el país no los encamina, la familia no los contiene, están perdidos y han perdido el amor por sí mismo y de esa manera no pueden amar a nadie.

    En Historias breves previas hemos visto cortos de directores luego consagrados; ¿consideras a Historias breves como un semillero de talentos, y qué piensas en particular de esta generación de directores de la quinta entrega?
    Yo vi todas y creo que en la medida en que tengan suerte, cierto grado de irrespetuosidad y de inconsciencia, hay chicos y chicas que prometen. El tema es que hacer cine es muy azaroso, requiere un espíritu muy particular, sobre todo siendo director; hay que saber que hay etapas de gran vacío en la vida de uno; son etapas muy difíciles de llenar y tienen que empezar a prepararse para eso. Creo que tienen que prepararse más para la vida que para el cine.

    En cuanto a lo que es producir, dirigir y crear, creo que hay semillas interesantes, inclusive en esta Historias breves más que en las últimas. En general no es porque la película me guste. Me pasa lo mismo que con Lucrecia Martel, puede ser que una película me guste más que otra, pero encuentro que esta chica tiene un mundo muy particular. Y es ese mundo el que a mí me está permitiendo apertura, camino, luces, sombras.... Es el personaje del creador el que a mí me atrae. Y en estos chicos hay tanto del humor, la ternura, el suspenso. En general hay mundos bastante oscuritos, como debe ser.

    Estos jóvenes son una nueva camada de realizadores surgida de una generación que se ha volcado a estudiar cine. ¿A qué crees que responde este fenómeno?
    Mi teoría es que cuando yo era joven, el que quería estudiar cine o interpretación o entrar en cualquier faceta del arte, en general la familia de clase media burguesa rechazaba esa posibilidad porque no era rentable. En ese momento existían los caminos de la medicina, la arquitectura, ingeniería o abogacía. Hoy ningún padre le puede asegurar a un hijo que siendo médico no va a terminar siendo taxista. Entonces los adolescentes tienen más posibilidades de pelear por lo que les gusta. Y sospecho que cuando uno es adolescente y está buscando un camino, y no hay una mano rígida como la del padre que te dice "seguí abogacía", se elige el camino del arte que tiene muchas posibilidades. Aunque luego cuando egresan no terminan haciendo cine, les ha servido todo lo que han aprendido y vivido, todo lo que han tenido que transitar.

    Lo que tiene de atrayente el trabajo nuestro es esta posibilidad de transitar distintos mundo en distintas instancias. Hoy estar aquí y mañana en otro lado, hoy pensar una cosa de un guión y mañana otra. Esta cosa maleable, indefinida, a veces confusa, es la que nos genera adrenalina, la que nos da la posibilidad de darnos cuenta que el mundo no es de una sola manera, sino de muchas maneras. Si antes tenían que ser abogados, hoy pueden ser directores de cine. En general los alumnos quieren ser directores, pero uno trata de que se den cuenta de lo atrayente que es ser director de fotografía, editor o músico. Todos hacemos una película. Todos los que hacen una película son importantes. Y cuanto más hago cine, más me doy cuenta de eso.

    Hablando de tu cine, lo último que hemos visto fue El salto de Christian, ¿cuáles son tus próximos pasos?
    Yo vengo de hacer una película que fue una especie de explosión, la hice con muy poco dinero, queriendo poner muchas cosas mías. Sé que es una película irregular pero como es la más imperfecta, es la que más quiero. Tuve un problema personal, así que tuve que estar todo el año pasado dedicado a un hijo mío. Y recién ahora estoy reviendo cosas que escribí para encarar un proyecto de cine para este año. Pero después de lo que viví me parece que nada sirve. Me ha producido un vuelco de tipo emocional y a la vez intelectual, porque nosotros estamos ligados a eso de forma muy mezclada. Y estoy buscando caminos a pesar de ser un veterano ya. Siempre buscando caminos nuevos.

    ¿Qué es lo que busco? A mí lo que más me seduce es la ambigüedad del ser humano. Es un espectro muy amplio. Me gusta encontrar la cara escondida de la familia, del médico, del ladrón, del ama de casa o la prostituta. Me gusta jugar con las ambivalencias, con las contradicciones del ser humano. Y en general tratando de sacarle la careta, porque el caretaje en el mundo le ha hecho mucho daño al ser humano. Y el caretaje en general proviene de la gente adinerada, que cree que con el dinero se maneja el mundo. Afortunadamente se está viniendo abajo esa teoría, y digo afortunadamente, y no me importa lo que esto signifique, porque probablemente es muy doloroso, pero muy dolorosa ha sido la vida hasta que ahora se está produciendo esta debacle de tipo económico y que está rompiendo todos los esquemas. Me quedo con el socialismo.

    El año pasado hemos perdido a Ulises Dumont, con quien has trabajado estrechamente en películas como El censor o Yepeto, ¿cómo lo recuerdas?
    A Ulises no lo recuerdo, lo tengo. Ha sido muy entrañable mi afecto hacia él, mi respeto, mi admiración. Y como he recibido muchas cosas de él, trato de ir dándomelas y recuperándolas de a poquito para que no se me escape de las manos. Es un ser de esos que no deberían morirse nunca, que deberían tener un contacto con todo el mundo para saber cómo se trabaja el arte, desde qué punto de la sensibilidad y de la inteligencia, y no de la técnica o el aparato o de lo que en general se le exige a los actores. Ulises era un junco, un hombre volátil de una sensibilidad exquisita y un talento imponderable.

    Historias breves 5 está integrada por Los extraños, de Sebastián Caulier; Un juego absurdo, de Gastón Rothschild; Un vaso de soda, de Adriana Yurkovich; Toro verde, de Laura Durán; Lloronas, de Lía Dansker; Tres juntos, de Laura Citarella; Olimpiadas, de Magalí Bayón; Pibe’s, de Martín Ladd; Estamos bien, de Benjamín Naishtat, y Blanco i negro, de Fernando Saviamarina.

    (Fuente: Cinestel.com )




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