“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Una Noche de...cine cubano
    Por Cecilia Crespo

    La noche de los inocentes, la más reciente entrega del realizador Arturo Sotto tendrá su premiere el 22 de este mes. Con guión del propio director, fotografía de Ernesto Granado, dirección de arte de Carlos Urdanivia, y música original de Ernán López -Nussa, el filme cuenta con un tiempo estimado de duración de 100 minutos y está filmado en  formato digital.  Todo comienza cuando un joven, víctima de una paliza, es abandonado en el Cuerpo de Guardia de un hospital de La Habana.  Por su aspecto, todos suponen que se trata de un "travesti". El auto que lo dejó se dio a la fuga en medio de la noche. Mercedes, la enfermera que atiende al muchacho, convence a Frank, un ex-policía con quien mantiene una relación amorosa, para que investigue el "caso". Frank no quiere meterse en líos; pero Mercedes piensa que es una buena oportunidad para que recupere su lugar en el Cuerpo de Policía. Poco a poco van llegando a la sala donde se encuentra Federico, el "travesti", todos los personajes que intervienen en la trama. Frank miente a los presentes diciendo que es el policía del hospital y debe redactar un informe sobre lo que le ocurrió al joven. A partir de ese momento, conduce una alucinada pesquisa que va descubriendo el cuadro de una familia cubana llena de secretos y oscuras pasiones. Toda la acción transcurre en una noche llena de equívocos y revelaciones, un domingo 28 de diciembre: el Día de los inocentes. Con Arturo Sotto, conocido por sus anteriores películas: Pon tu pensamiento en mí y Amor vertical, estuvimos conversando para conocer algunos detalles…

    ¿Cómo surge el argumento del filme?
    Las ideas para hacer un filme surgen de sitios muy diversos y me es difícil precisar uno. En estos años que he estado sin filmar me he dedicado a escribir, las películas que no he logrado hacer las he convertido en cuentos. La noche de los inocentes tiene su génesis en la combinación o conjunción de dos de los cuentos escritos en este período. Uno de ellos se llama Los 700 golpes,  una evidente alusión a Francois Truffaut (Los 400 golpes), con unos cuantos  golpes más. El segundo, que, “coincidentemente”, también tiene que ver con el cine, se denomina Maldito Bresson, cuya historia es la de un policía que cuida las colas del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Este último se lo di al actor Omar Franco y con él ha tenido mucho éxito en el circuito del humor  capitalino. Me planteé crear un híbrido entre ambas historias, esbocé varias formas para que estos personajes confluyeran en un hospital.  Ya en Los 700 golpes existían algunos personajes que están presentes en el filme, me refiero al de Secundino, la madre y la hermana. Es un método que empleé en Amor vertical, donde también había personajes que salían de otras historias. Básicamente es una fusión de estos dos cuentos.

    ¿A que género pertenece, cómo lo ubicarías en el actual contexto del audiovisual cubano?
    En cuanto a géneros me cuesta mucho definirlos. Creo que, por muchas razones, existe un género que se llama cine cubano. No solo por las dificultades a las que uno se enfrenta a la hora de hacer una película, o por los obstáculos que se van librando. Todas estas circunstancias convergen en un punto común que he designado de esta forma. Es una expresión que no sólo corresponde a una imagen que intenta acercarse a la realidad del modo más veraz posible, sino que también es una suma de todas esas situaciones y eventualidades que nos rodean.  El género es cine cubano y es precisamente una suerte de fusión, como todo hoy por hoy, una cinta con estructura de suspenso y elementos trágicos, cómicos y melodramáticos. Todo esto parte del modo en que afronto la escritura de un guión, con mis dosis de autocensura y limitaciones, entre tantas cosas, las que me conducen a ese fenómeno único que es el cine cubano, algo que no es comparable con ninguna otra expresión cinematográfica a nivel mundial.

    ¿Cómo te sientes al haberla concluido?
    Es una película coral, de muchos personajes, pequeña y sin grandes pretensiones, que aspira al acercamiento de una realidad muy peculiar. Por supuesto que me siento feliz por haberla hecho, sobre todo porque a pesar de las limitaciones que enfrentamos, debido al bajo presupuesto, creo que hemos conseguido el mejor resultado posible. Siempre repito lo que me dijo una vez el maestro Raúl Pérez Ureta: “Las películas son como ellas quieren ser”, la vida hace que los filmes resulten de una manera determinada. Hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos para que saliera lo mejor posible, por lo que me gustaría destacar la labor del Productor General, Camilo Vives, y el Director de Producción, Francisco Álvarez. Fue una película hecha con mucho sentimiento porque estábamos concientes de las complejas condiciones de trabajo.

    ¿Cómo fue la selección de actores y del resto del equipo de trabajo?
    Del staff, conocía a la gran mayoría de mis colaboradores por otras películas. El elenco estaba, casi,  concebido antes de comenzar a rodar; los únicos personajes que escribí pensando en actores específicos fueron los que corresponden a Silvia Águila, Jorge Perugorría, Susana Pérez y Aramís Delgado, con los cuales ya había trabajado. Hice un casting un poco más extenso para los otros tres personajes: Cachita, que interpreta Edenis Sánchez, Esperancita por Rachel Falcón, y el Federico de Yasmany Guerrero que fue el último que encontré, justo diez días antes de comenzar el rodaje. Uno va creando la imagen de la película que quiere y va considerando determinadas personas; pero no soy de los directores que llaman con dos años de antelación para comprometer o ilusionar a actores cuando aún el proyecto no es seguro, no me gusta crear falsas expectativas. 

    ¿Qué aspectos destacarías fundamentalmente en la cinta?
    Los temas que aborda la película son la mentira, la simulación y la violencia. Algo en lo que trabajé mucho, a lo que le concedo una gran importancia, es a la estructura del guión, fue..., el como está contada la historia, que, sin ser novedosa, parte de un suspenso, de una investigación policial donde los  personajes van narrando sus versiones del suceso hasta donde les acomoda, la mirada que les conviene expresar.  La trama tiene retrocesos en sí misma, visiones de una misma escena en función de los ojos que la están mirando. No es tanto el hecho visto desde diferentes puntos de vista, sino el mismo hecho edulcorado, transformado, lo que es un elemento decisivo en una estructura donde las cosas se suceden como una maquinaria de relojería, una detrás de la otra, determinando (niega o confirma) el movimiento de la próxima.

    ¿Qué puntos en contacto estableces entre La noche… y tus anteriores trabajos?
    Creo que eso lo tienen que descifrar la crítica y el público. Es una película distinta a todo lo que he hecho, aunque evidentemente existe cierta relación porque nacen del mismo autor. Transcurre un tiempo entre una película y otra, y en la vida se generan procesos de evolución o involución, cosas que aún están por comprobarse. Ese tiempo de espera alimenta los nuevos proyectos para luego desarrollarlos de una mejor manera. La noche... es diferente por las propias condiciones en que se genera,  enfatizo nuevamente en el término cine cubano porque tenía otros proyectos que no se realizaron por diversas razones, y necesitaba inventarme una historia que no fuera costosa, y que se desarrollara con pocos actores y locaciones. Esta propuesta cumple con estos parámetros por lo que es disímil a mis anteriores entregas.

    Como sabemos el cine es para verlo y oírlo y no para contarlo, pero si tuvieras que prescindir de las imágenes y de la música y narrarla al lector (futuro espectador) desde tu primordial perspectiva de guionista y director, ¿qué no omitirías? 
    Les contaría que es una noche de equívocos donde se involucran caracteres tan diferentes como un ex-policía, fanático de Humphrey Bogart; una enfermera que usa senos postizos; un funcionario retirado lleno de frustraciones eróticas; un ama de casa  que refugia sus penas en el alcohol; un joven que quiere ser fiel a sus sentimientos y vivir como piensa; una muchacha que cree adaptarse a las circunstancias; y una niña que lo observa todo. Estos personajes confluyen un 28 de diciembre, Noche de los inocentes, en la sala de un hospital, y entonces hay que ver lo que pasa con tanta diversidad reunida. Me gustaría acariciar una zona de la sensibilidad del espectador que tenga que ver con lo que no se cuenta, con los secretos que guardan esos personajes, independientemente  de lo que han dicho y lo que les queda por decir. Intenté crear, detrás de la trama, un mundo que el espectador pueda descubrir por sí mismo.

    ¿Se necesita algo especial a la hora de emprender un filme, que mueve a escribir o a dirigir a Arturo Sotto?
    Creo que es, ante todo, mi pasión por el cine. Una imagen me puede inspirar o sugerir muchísimas cosas, de hecho en el caso de Pon tu pensamiento en , tenía como fuente inspiradora la obra de Virgilo Piñera, y toda la experiencia teatral de mis años de estudiante de Artes Escénicas en el Instituto Superior de Arte. Luego vino Amor vertical, que surgió de un cuento homónimo y se inspiró en un cuadro del pintor surrealista René Magritte en el que aparece un ángel negro con un león  sobre un puente, me preguntaba cómo podría ser el conflicto de dos jóvenes cubanos en similares circunstancias. En el caso de La noche... tenía los dos cuentos que te mencioné antes, y un montón de imágenes.

    ¿Qué influencias o fantasmas te acompañan esta vez?
    Los fantasmas no existen, decía mi abuela. Aunque los tópicos referentes o influencias suelen emplearse para este tipo de preguntas, de igual forma vuelven a remitirme a mi abuela por aquello de: "andas con malas influencias". He llegado a la conclusión de que, para ser justo en estas cosas, se debe hacer tributo a los primeros maestros, no a los del cine sino a los de los años iniciales, aquellos que van a influir en toda tu formación, ya sea cultural, ética, cívica. Por ello siempre pienso en Jesús Ferrer Ordóñez, con quien aprendí a bailar la caringa, el papalote y el zapateo, para presentarnos en festivales escolares o carnavales infantiles, cuando era un niño que corría por los patios de "César Escalante", una vieja escuela del barrio convertida en restaurante. Pero ya sé que cuando indagas en este tema quieres que me enfoque en lo relativo al arte cinematográfico. Lo cierto es que cuando me aproximo a esos referentes lo hago con el propósito de resignificarlos. No me complace el término homenaje porque se reduce al simple uso de imágenes convertidas en íconos, que volvemos a filmar en otro contexto o que insertamos en otras historias; si en Amor vertical nos inventamos nuestra propia nave de los burócratas, no fue para hacer un "homenaje" a Titón, sino para decir que la burocracia sigue allí, con otro estilo y otras maneras de proceder, como diría Ambrosio Fornet en un reciente artículo aparecido en la revista Cine Cubano: "Me complace observar que, pese a los años transcurridos desde su estreno, La muerte de un burócrata conserva intacta su frescura. Lamento tener que añadir que la burocracia también". Este recurso de lenguaje, como suma de significados, lo puedes encontrar en Pon tu pensamiento en mí de una manera mucho más clara. De modo que los "fantasmas" a los que te refieres son, más que fantasmas, resonancias de una obra que abre nuevas posibilidades de lectura. En La noche de los inocentes ese universo está mucho más próximo a la fotografía (en este caso como referencia al uso), donde intentamos crear un mundo de claro-oscuros propio del cine policiaco de los años 40. De igual forma el personaje que interpreta Jorge Perugorría emplea una gestualidad que estudiamos en varios filmes de Humphrey Bogart, por el simple hecho de que el personaje es un fanático del clásico actor norteamericano y termina imitando su manera de moverse y actuar. Creo que en esta película no serán tan evidentes las "buenas o malas influencias", como decía mi abuela, o quizás finalmente he cumplido con una de las primeras reglas de la dramaturgia cinematográfica que aparece en los manuales escolares: mata a tus ídolos.

    ¿Qué prefieres escribir o dirigir?
    Por supuesto que hacer cine. Siempre tengo la impresión de que empiezo de cero. Me encanta filmar, construir historias con imágenes. Es como una necesidad, una angustia que conjuro creando.


     



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